La tesis es la siguiente: a lo largo de la historia, varias civilizaciones se han adjudicado una posición de liderazgo en el mundo y han definido diversos conceptos de "orden". Pero ninguna ha logrado imponer un orden mundial. Ni siquiera China, el Imperio Romano o Estados Unidos en los 50, tras la Segunda Guerra Mundial. Ello, porque es prácticamente imposible dominar un mundo de muy diferentes culturas e ideologías. Esta es la médula de lo que expone Henry Kissinger en su nuevo libro World Order, a la venta desde ayer.

El ex secretario de Estado (1973-1977) y figura clave del gobierno de Richard Nixon, examina la conformación de Europa, el avance del mundo islámico, la desintegración de naciones-estado como Siria e Irak y el rol de China en Asia y en el resto del planeta.

Según The New York Times, el libro de Kissinger (91 años) no pudo ser más oportuno, dados los cambios que está experimentando el mundo actualmente, desde el surgimiento de la Primavera Arabe y el avance yihadista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak, hasta el enfrentamiento territorial entre Rusia y Ucrania.

El libro, que contiene una sola mención a Chile -aunque intrascendente-, plantea que tras la Segunda Guerra Mundial surgió un sentimiento de comunidad y resurgimiento, junto al proceso de descolonización y el intento de Estados Unidos por difundir sus ideales democráticos y pro-mercado en los cinco continentes. En contraposición a todo esto: la Unión Soviética y el comunismo.

Pero este período post Guerra Fría ya terminó, según Kissinger. "El resultado ahora no es simplemente el poder multipolar, sino que un mundo de crecientes realidades contradictorias", señala el ex jefe de la diplomacia estadounidense.

De acuerdo con Kissinger, el surgimiento de China supone un gran "desafío estructural" en el siglo XXI. En esta línea, el ex asesor de Seguridad Nacional (1969-1975) afirma que el único camino para no repetir tragedias, como lo ocurrido en Europa, es que Washington y Beijing realmente concreten un nuevo tipo de relación, como las dos superpotencias del planeta.

"Así, el orden internacional se enfrenta a una paradoja: su prosperidad depende del éxito de la globalización, pero el proceso pro- duce una reacción política que trabaja a menudo en contra de sus aspiraciones", sostiene. "La reconstrucción del sistema internacional es el último desafío a la habilidad política de nuestro tiempo", concluye Henry Kissinger.