La batalla por la ciudad kurda de Kobane (Ain al Arab, en árabe), en el norte de Siria, parece estar transformándose en la prueba de fuego tanto para el extremista Estado Islámico (EI), como para la coalición que encabeza Estados Unidos y para el gobierno turco. Eso, porque el EI apuesta a conquistar esa localidad para dominar un largo tramo de la frontera turco-siria. Ello puede ser determinante para demostrar si los bombardeos norteamericanos y de otros países son efectivos o no para detener el avance yihadista y porque los turcos temen que la guerra en Siria no sólo se transforme en una crisis humanitaria en su territorio, sino que despierte nuevamente su conflicto interno con los kurdos, que se encuentra en fase de alto el fuego desde 2013.

Después de casi tres semanas de asedio del Estado Islámico, los milicianos yihadistas lograron el lunes ingresar a algunos de los barrios de Kobane, razón por la cual el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advertía que la ciudad, situada a escasos metros de la frontera turca, "está a punto de caer". Esto hizo que las autoridades turcas, que hace unos días estuvieran renuentes a involucrarse directamente en los combates en Siria, ayer hablaran directamente de una acción terrestre. "El terror no se detendrá hasta que cooperemos para una operación terrestre", declaró Erdogan.

Ayer, la coalición que encabeza Estados Unidos lanzó al menos ocho ataques aéreos en las zonas donde se encontraban milicianos del EI en el este y sudoeste de la población, pero los bombardeos no habían frenado el avance yihadista, lo que acrecienta las críticas sobre la eficacia de usar fuego aéreo para limitar o incluso, derrotar a los insurgentes sunitas.

Kobane, que antes de la guerra civil de Siria tenía 70.000 habitantes, albergaba a decenas de refugiados, por lo que la ofensiva del Estado Islámico en septiembre hizo que más de 160 mil personas dejaran esa localidad y huyeran a Turquía. En los últimos días se han registrado más de 400 muertos producto de los combates, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

La ciudad es un símbolo para los kurdos, ya que fue la primera localidad donde las milicias locales lograron expulsar a las fuerzas del gobierno de Bashar Assad y establecer su autonomía, en julio de 2012. Desde ese tiempo, los combatientes de Kobane habían logrado resistir el avance de militantes islámicos. Además, según dirigentes kurdos, la tribu de esa ciudad es la misma de líderes como Abdulá Ocalan, el dirigente del Partido de los Trabajadores del Kurdistan (PKK, que se alzó en armas contra el Estado turco en 1984), encarcelado en Turquía acusado de terrorismo. El propio Ocalan dijo que el proceso de paz entre Ankara y los rebeldes kurdos quedaría suspendido si el EI toma Kobane.