Kristel Köbrich es la mejor nadadora chilena de la historia. Lleva más de 10 años forjando ese título y en los Mundiales de Budapest confirmó sus logros.
La Cobra se presentó ayer en las clasificaciones de los 1.500 metros, la prueba que ha sido el estandarte de su carrera, esa misma que será olímpica recién en Tokio 2020, tal vez muy tarde. Las mismas 15 vueltas a la piscina que le han dado las mayores alegrías en Mundiales, Panamericanos y otras competencias.
La Alemana se sabía una de las favoritas para poner su nombre dentro de las ocho mejores de la final de hoy. Ocho nadadoras pasarían y otras 14 quedarían eliminadas.
A Köbrich la ubicaron en la última serie, la más rápida. El objetivo era no ser menos que ella misma en las cinco citas anteriores. En todos los Mundiales, desde hace 10 años, la chilena ha puesto su nombre en la definición por las medallas de los 1.500 metros y esta vez no habría excepción.
En el heat estaba Katie Ledecky, la estadounidense que deslumbra hace rato en las pruebas de fondo. Todos la miraban a ella y aplaudieron los 15'47"54 con que ganó la serie. Ninguna de las contrincantes pudo llevarle el ritmo.
Ni la española Mireia Belmonte, quien ha tenido unos oscuros Mundiales de Budapest y que en los 1.500 consiguió su primera clasificación a una final. La ex campeona olímpica y Köbrich partieron con ritmos similares y recién después de los 800 metros se escapó de la chilena.
Fue carrera fácil para la estadounidense y para la española, pero también para Köbrich. Lo cierto es que las nadadoras que las seguían nunca fueron un peligro para ella. Ni Julia Hassler, de Liechtenstein, ni Jimena Pérez, de España.
Seguir a Belmonte se convirtió en el objetivo. Así, tirada por las mejores, la nacional cerró la extenuante jornada con 16'17"28. Tercera en la serie y sexta en la general (ver tabla)
"¡Otra final más para mí en un Mundial! Sexta final consecutiva en un Mundial en los 1.500 metros. Gracias a todos. Mañana la final", escribió la chilena en su cuenta de Twitter.
Estaba orgullosa Kristel, quien en Melbourne 2007 se convirtió en la primera chilena (hombre o mujer) en una final de Mundial. Esa vez hizo récord sudamericano y cerró séptima la carrera principal. En Roma 2009 y Shanghai 2011 consiguió los mayores logros en la historia de la natación local al finalizar cuarta ambas veces. En Italia, otra vez con marca subcontinental.
Mismo logro tuvo en Barcelona 2013, donde fue sexta, mientras que en Kazán, hace dos años, remató séptima. Hoy, desde las 11.30 (de Chile) se sabrá cómo se titulará este capítulo de su historia.
Katinka Hosszu, Adam Peaty y Sarah Sjöstrom fueron los protagonistas ayer en la Danube Arena. La local ganó los 200 metros combinados; el británico, los 100 pecho; y la sueca, figura del domingo, quedó muy cerca de romper su propio récord mundial en 100 mariposa.
Hosszu no decepcionó a su gente al vencer de manera electrizante en su final. "Es muy difícil poder expresar en palabras lo que significa para mí ganar en casa. Sin duda me da una energía y motivación extras. Fue una locura", declaró la húngara, que anotó 2'07", casi un segundo más lenta que cuando impuso récord del mundo en Río, pero suficiente para superar a la japonesa Yui Ohashi.
Peaty, por su parte, no iba bien en su carrera, llegó a la mitad debajo de la marca mundial que él mismo estableció en los Juegos Olímpicos 2016, pero terminó anotando 57"47, récord para los mundiales y la segunda mejor marca de todos los tiempos en la prueba.
"Me faltan algunas carreras antes de poder bajar a 56, pero voy a seguir ese camino y ver a dónde puedo llegar", declaró el inglés, quien se propuso bajar de los 57".
Finalmente, la sueca Sjöstrom, que consiguió el domingo la marca mundial de 100 libres en la posta, estuvo a punto de llevarse otra plusmarca: con 55"53 se impuso en los 100 mariposa, pero le alcanzó para mejor marca del campeonato.
"Sentí como si fuera un poco más lenta que el domingo, por lo que quizá la mariposa es sobre nadar más relajada para poder ir más rápido", comentó.