"Apoteosis" es palabra griega que denomina la transformación de un humano en Dios. Los emperadores romanos, al morir, eran rutinariamente beneficiarios de ese glorioso reciclaje; se les declaraba dioses y a menudo se asignaban recursos para erigirles un templo y pagar un sacerdocio. Es lo que ha hecho la decé con la señora Goic, aunque en forma más desvaída; no están los tiempos para costear prodigios sobrenaturales. De candidata en reflexión se la transformó en heroína y mesías de la ética, la moral y las buenas costumbres. Al nuevo culto se han sumado con entusiasmo los progresistas, ya se verá por qué. Todos ellos, en oración unidos, jamás serán vencidos.

Esta apoteosis o como mínimo beatificación, aunque sublime, de todos modos incita a recordar la vieja frase "compañeros de ruta", variante casi afectuosa de otra muy rústica e igualmente antigua pero quizás más exacta aunque desagradable y por eso no la mencionaremos. Se califica así a quien, sin saber lo que hace, acompaña en su marcha a organizaciones políticas que sí lo saben. El compañero de ruta ayuda a cumplir objetivos que en realidad le son ajenos, pero se le lleva a creer que esta ruta es "SU" ruta, que esta meta es "SU" meta y a cambio recibe la propina del reconocimiento. Quienes tienen finalidades extremas pero también un certero sentido de la oportunidad, de la "táctica", suelen recurrir a ese procedimiento; al verse ante seres vacilantes deseosos de hacer lo justo sin saber cómo, en vez de rechazarlos por su condición de descreídos, dubitativos y peor aun, pequeñoburgueses, optan por aprovechar su confusión espiritual prometiéndoles un alivio de dicho desvalimiento con sólo sumarse a la Buena Causa. Esa destreza para reclutar almas tibias a veces se llama oportunismo, en otras jesuitismo, quizás también cinismo.

El primer objetivo de los manipuladores es que esas pobres criaturas no vayan, en su vacilación, a inclinarse al bando de los enemigos. Para evitarlo se las arrastra al altar de una contrahecha alianza, se les dicen durante la ceremonia unas cuantas mentiras piadosas, les endulzan la píldora con promesas, las adulan a destajo y finalmente, sellado el pacto, se las USA hasta que hayan agotado la utilidad que poseían, luego de lo cual se las desecha sin contemplaciones. Los jacobinos de la Revolución Francesa lograron mucho apoyándose en sectores moderados que querían cambiar la monarquía de derecho divino por una constitucional y a quienes, finalmente, enviaron a la guillotina; los bolcheviques aprovecharon a su favor a la intelligentzia burguesa para destruir al zarismo, luego de lo cual esos "ayudistas" llenos de buenos propósitos fueron sumariamente conducidos al paredón; los barbudos hicieron lo mismo con la clase media cubana hastiada de Batista, la cual, después de la caída del dictador, fue fusilada, o, si tuvo suerte, logró huir a Miami; los chavistas -ahora maduristas- aprovecharon el fastidio de la población venezolana con décadas de corrupción para hacerse del poder y después de eso están hoy en la tarea de deshacerse de las instituciones; no otra cosa hace la Nueva Mayoría con la Democracia Cristiana y no otra hará después si se sale con la suya.

Erigiendo un mito

Habiendo ya usado casi por cuatro años a la Democracia Cristiana como aval y apoyo legislativo de las "reformas profundas" que tanto bienestar y prosperidad le han traído al país -y para cuyos efectos la calmaron en sus intermitentes berrinches cambiando una coma por un punto en la redacción de los proyectos-, ahora, de cara a esta versión con candidatura y arrebatos de autonomía, la NM pretende reciclar su utilidad mediante el método de adobar el pavo que irá al horno con el Gran Mito del año 2017. Personaje central de este flamante cuento de hadas con fragancia a capilla ardiente es Carolina Goic, protagonista de una teleserie repleta de emoción, intriga, lágrimas, cartas de amor y un happy end para alegría de grandes y chicos. Carolina, en este Nuevo Testamento del progresismo, dejó de ser simplemente quien bajo feroz presión reflotó una candidatura; ahora, con la apoteosis, se convirtió en heroína, mártir, profeta y candidata al mismo tiempo. Hoy es quien reformará y/o moralizará la política chilena con una carretonada de ética, hoy se la caracteriza de "valiente" y hoy la miman incluso desde el Frente Amplio, la abraza virtual y acogedoramente Guillier y desde luego ha sido canonizada por columnistas de su misma sensibilidad, gente por lo demás siempre lista, por vocación, a ponerse los ornamentos del monaguillo.

Carolina, en este Nuevo Testamento del progresismo, dejó de ser simplemente quien bajo feroz presión reflotó una candidatura; ahora, con la apoteosis, se convirtió en heroína, mártir, profeta y candidata al mismo tiempo.

El mito es de múltiple utilidad; lo es para quienes, en la DC, sueñan con una revitalización siquiera parcial de la Era Evangélica del partido, pero también para sectores encallecidos por décadas de practicar la versión diet del leninismo y que aún consideran posible elevar el precio de su apoyo a la NM; sobre todo la candidatura Goic 2.0 es útil para la NM, porque esta coalición espera que ella actúe como dique de contención de la notoria hemorragia de votantes desde ese sector hacia Sebastián Piñera. Hubieran preferido que la candidatura nunca existiera y la decé se hubiera sumado sin tantos aspavientos a Guillier a cambio de un decente cupo en la lista parlamentaria, pero eso ya no tiene remedio y más vale apostar por el "second best". Por eso su postura cambió en 180 grados; antes castigaba su candidatura con sorna y desdén, pero hoy, siendo inevitable luego de su glorioso renacimiento, la ensalza como emanación y encarnación de la pureza y la moralidad públicas. El raciocinio subyacente es simple: ya que Guillier no contará en primera vuelta con los votos que obtenga Carolina, al menos que Piñera tampoco cuente con ellos. Eso es esencial. Pese a la apariencia en contrario, Piñera tiene quizás mas chances en primera que en segunda vuelta. En la segunda el "progresismo" muy probablemente se unirá sin importar cuán graves sean sus diferencias. Esa eventualidad pone muy cuesta arriba el segundo tiempo para el candidato de la derecha.

Paradoja y "ética"

Dicho cálculo ha hecho posible una curiosa voltereta. La Democracia Cristiana creó la candidatura Goic, después la crucificó y al tercer día la hizo resucitar animada por un afán de independencia y/o fantaseando con recrear su calidad de bisagra entre izquierda y derecha. Es un plan anacrónico e inviable, pero entusiasma a los viejos carcamales nostálgicos de la Patria Joven pues permitiría desprenderse de la humillante condición de vagón de cola o "arroz graneado" que han tenido en estos años; sin embargo, esto es lo paradójico, será precisamente porque adopten dicho curso aparentemente autónomo que una vez más cumplirán el papel de compañeros de ruta, pero esta vez no como vagones de cola sino como tapones de gasa.

De hecho, especulan algunos cínicos, puede que los democratacristianos sean más útiles haciendo de Llaneros Solitarios que como socios a plenitud porque, en su actual e insular condición, amén de gratis en materia de cupos parlamentarios quizás el monto de votos que conserven en segunda vuelta para Guillier sea mayor al monto que hubieran podido dar en primera vuelta, directamente, sin candidatura propia. La NM respira más tranquila; como mínimo buena parte de la DC votará por Goic y no por Piñera, asegurando así que este jamás obtenga el 50%+1. En segunda vuelta, confían, una alianza total e impía entre todos los sabores de la izquierda se encargará, al fin, de llevar a Chile a la etapa Madura de la revolución.

¿Y la ética? La flamante narrativa de Goic de que la suya es una campaña para promoverla fue como la montaña pariendo un ratón. El "comité de ética" a cargo aparentemente de un experto en el ramo resultó ser nada mas que el comité para defenestrar a Rincón. NI UNO SOLO del resto de los sujetos "cuyos datos van a ser cruzados en varias bases de datos" según anunció solemnemente Gutenberg Martínez en Tolerancia Cero fue expulsado del paraíso. Son, se nos dice, blancas palomas. Sin ideas, sin principios, al menos la DC muestra sentido del humor.