Por casi dos años que por Américo Vespucio, en el sector de Escuela Militar, circuló el bus eléctrico que Chilectra junto con la firma china ByD pusieron en circulación en agosto de 2013. Su fin era trasladar a los estudiantes de la sede Huechuraba de la Universidad Mayor, pero ahora, la compañía eléctrica, controlada por Enel, quiere más.
El foco está puesto en aumentar el parque de buses eléctricos que circulan por Santiago y, para eso, la apuesta es generar alianzas con otros operadores para participar en la licitación que el Ministerio de Transportes realizará en 2018. El objetivo es colocar en circulación 1.500 buses eléctricos, dando inicio a la denominada ‘movilidad eléctrica’, que ya se aplica en países desarrollados.
“Donde tenemos una oportunidad concreta para eso es en la renovación de la flota del Transantiago en 2018. Ese año se deben cambiar 6.500 buses y ya tenemos un estudio que indica que hoy la tecnología eléctrica disponible es competitiva. Es rentable para el sistema contar con 1.500 buses eléctricos. Es decir, el 30% de los buses podrían ser eléctricos”, dice Andreas Gebhardt, el gerente general de Chilectra.
Hoy, la compañía está conversando el tema con todos los actores involucrados para convencerlos de las bondades de cambiar el uso de diésel por electricidad. “Estamos trabajando con todos los que hay que trabajar para viabilizar este objetivo”, agrega el ejecutivo.
Modelo rentable
En opinión de Chilectra, la propuesta que está presentando al gobierno es rentable. El estudio, titulado “Oportunidades para el desarrollo de la movilidad eléctrica en la ciudad de Santiago: propuesta para el transporte público”, que la compañía realizó en 2014, plantea que para comprar un bus eléctrico se requiere una inversión de US$ 432 mil versus los US$ 192 mil que cuesta una máquina tradicional. Pero también aclara que su costo de mantención es mucho menor: un bus eléctrico demanda US$ 0,055 por kilómetro, mientras uno tradicional US$ 0,16 (ver infografía).
“Esta inversión es compensada a largo plazo (20 años). La razón de esta evaluación a un período más largo que el que se da actualmente es la diferencia en la vida útil de las tecnologías, donde las eléctricas tienen un período de vida mayor. Además, el menor consumo en combustible debido a su mayor eficiencia hace que esta tecnología se abarate en el tiempo, haciéndola más atractiva que las tecnologías diésel”, señala el documento.
Y subraya que el modelo económico Best Bus usado en el estudio “muestra cómo esta tecnología es viable y rentable a largo plazo”.
El informe de 30 páginas explica que al comparar el consumo de combustible en los distintos formatos de buses -es decir, tradicionales, eléctricos, trolebuses y modelos híbridos-, la tecnología eléctrica resulta la más atractiva, porque necesita menos litros o KWh para recorrer un kilómetro de distancia. Por ejemplo, señala que mientras el bus tradicional consume 1,0 Kcal/km, el eléctrico consume 0,3 Kcal/km.
Elementos favorables
En la distribuidora indican que la electricidad usada por el bus BYD K9 equivale a un consumo aproximado de 2.260 litros de diésel al mes y que su capacidad de carga eléctrica es de 324 KWh, que brinda una autonomía de 250 kilómetros.
Con esto, aseguran en la empresa, se pueden realizar hasta 10 recorridos de 25 kilómetros cada uno dentro de Santiago, similares a los trayectos más largos que cubren los actuales recorridos troncales del Transantiago. “Para una referencia interurbana, el bus podría realizar un viaje de Santiago a Talca sin inconvenientes”, añaden en Chilectra.
“En el largo plazo, la sustentabilidad económica del sistema de transporte público estará muy influenciada por las decisiones respecto de las tecnologías que se emplearán en la renovación de la flota de buses, ya que el combustible es, junto con las remuneraciones, el ítem más importante en la estructura de costos de los operadores”, dice el estudio.
Acota que en 2013 el costo en combustible diésel del Transantiago llegó a US$ 221 millones. “Es aquí donde las tecnologías eléctricas presentan una oportunidad importante de explorar, ya que sus costos de operación son muy competitivos”, sostiene el documento.
El costo para el Estado de subsidiar el sistema es otro punto que se aborda, calculándolo en US$ 800 millones anuales. “La incorporación de la tecnología eléctrica trae consigo beneficios reconocidos. Aportará al equilibrio económico del Transantiago, debido al menor gasto en combustible, con lo que operadores y Estado se verán favorecidos. Esto, porque el subsidio requerido por el transporte público no irá en aumento como ha pasado en los últimos años”, cita el texto.
Otro punto a favor, añade, es que la tecnología propuesta puede optar a contratos de precios de electricidad definidos para el largo plazo, reduciendo la incertidumbre causada por la variación del precio del diésel. También recalca que masificar el uso de buses eléctricos en Santiago reduciría la dependencia de la importación de petróleo y de los contaminantes locales y de gases de efecto invernadero, “ya que las emisiones de CO2 son directamente proporcionales al combustible consumido por el vehículo”.
Trolebuses y eléctricos
Según la empresa, si bien los trolebuses también usan electricidad para movilizarse, los buses eléctricos tienen más ventajas. Esto, porque la compañía asegura que los primeros deberían concentrar su tránsito por más tiempo al interior de los corredores habilitados de forma exclusiva para ellos, debido a que no podrían operar más de 10 kilómetros fuera de estos. “Se considera que los trolebuses tienen menor flexibilidad en su operación comparado con un bus a diésel o uno a batería”, advierte el documento.
Por eso, apunta que “sólo se han seleccionado los servicios en que su recorrido opere por corredores exclusivos del transporte público. Se propone que la catenaria, infraestructura requerida para los trolebuses, vaya a lo largo de estos corredores existentes hoy en Santiago y los que están propuestos dentro del Nuevo Plan Maestro de Transporte”.
El estudio detalla que el costo de la catenaria es de US$ 800 mil por kilómetro y que para viabilizar ese desembolso se deberían construir 893 km. “Teniendo en cuenta el precio por kilómetro de catenaria, junto con la instalación de subestaciones requeridas, se estima una inversión inicial en infraestructura de aproximadamente US$ 741 millones”, estima el informe. Y consigna que se consideró que casi un 30% del costo lo asumiría el Estado y el resto, los operadores de los trolebuses.
Los buses eléctricos, en cambio, según la compañía, pueden operar más de 250 kilómetros diarios sin requerir una carga adicional y sólo bastaría la reposición nocturna en el lugar donde se estacionan los buses, proceso que demora cuatro horas.
Además, estima que el recambio de baterías debería hacerse cada 10 años y que el precio de esas baterías podría bajar a razón de 2% anual, como efecto del avance tecnológico que abarataría los costos.
“El cargador de BYD se entrega junto con la compra del bus y tiene una potencia máxima de 80 KW, es simple de instalar y con la ventaja de que las obras civiles para ello son casi nulas”, sostiene. Sin embargo, el documento aclara que para su instalación son necesarias obras eléctricas, cuyos costos llegarían a unos US$ 2.000.
Para los buses que recorran más de 250 kilómetros diarios, el estudio indica que se requiere de una carga extra al día, y para aquellos casos se necesitará de unos cargadores especiales. La investigación indica que esos cargadores podrían ser ocupados por tres buses al mismo tiempo. “Será necesario ubicarlos en lugares claves, donde los buses puedan detenerse durante un corto período de tiempo para su recarga adicional durante el día”, comenta.
Por lo mismo, prevé que serán necesarios seis cargadores compartidos, 19 cargadores individuales y 25 cargadores rápidos (ver fichas).
Dispuestos a invertir
La apuesta de la mayor distribuidora del país por número de clientes no es menor. Si logran concretar el plan, deberán instalar 400 puntos de carga, lo que implica una inversión referencial de US$ 170 millones. “Es una inversión fuerte, pero estamos dispuestos a hacerla, es rentable para nosotros”, dice el country mánager de Enersis Chile, Daniel Fernández.
“Hoy se están dando una serie de elementos que están convergiendo y que hay que aprovechar: hay una licitación en el 2018 que deberá recambiar 6.500 buses. Junto con esto, hoy la tecnología ha avanzado lo suficiente para llegar a un punto comercial que es competitivo en costos”, enfatiza.
El ejecutivo destaca que el problema de contaminación en Santiago es otro factor y que la empresa está dispuesta a instalar las estaciones de carga necesarias.