Principio 1
"Cuando me castigan les digo que no lo voy a hacer más y quitan el castigo. Es muy fácil convencerlos de que me voy a portar bien".
Traducción: los castigos se transan.
Principio 2
"Mis padres son obsesivos con las notas y creen que debo estudiar 20 horas. Un día me enteré que si estudias un poco cada día, es mejor. Así que les informé y ahora sólo estudio 30 minutos por día".
Traducción: las órdenes de los padres no se cumplen simplemente porque "yo lo digo".
Principio 3
"Quería que a la televisión de mi pieza le pusieran cable. La estrategia que usé fue estudiar y sacarme buenas notas y cuando cumplí 11 años lo recibí". Traducción: las notas y promedios son la mejor moneda de cambio.
Principio 4
"Cuando me quitan el celular, después de unos días se lo pido a mi mamá de buena forma, sé que ella es débil en ese tema".
Traducción: los padres son inconsecuentes con sus permisos y castigos.
Bienvenidos a la autoridad negociada.
Estos son los principios básicos, según las opiniones de niños y niñas de 12 y 13 años, de lo que para ellos significa la autoridad parental en estos tiempos.
Y decir " en estos tiempos" no es gratuito. Es justamente por estos días que la autoridad de los padres está en entredicho o, al menos, cuestionada. Y han sido los mismos adultos quienes lo han evidenciado. Lo que no estaba tan claro era hasta qué punto los hijos estaban conscientes de esta especie de mando compartido. Hasta ahora, y en términos generales, daba la impresión de que ellos terminaban por ser meros receptores del cambio de estilo de la autoridad.
Pero no. "En estos tiempos" los niños tienen mucho más claro que los padres que las órdenes son relativas. De hecho, el 67% reconoce que cada vez que tienen que ordenar la pieza, sus padres le tienen que repetir varias veces que lo hagan. ¿Le suena familiar? En cambio, sólo el 29% dice que hace lo que a usted le encantaría: que obedezcan rápidamente.
Estos son parte de los resultados de la encuesta "Rendimiento escolar y familia", realizada por EducaUC a alumnos de 7° básico en siete establecimientos de diferentes realidades. Tendencias aplicó a otros dos colegios la misma encuesta con la finalidad de conocer cómo los preadolescentes perciben la autoridad parental. ¿La conclusión? La autoridad es negociada. Todo es relativo. No sólo las órdenes.
Una explicación posible para este nuevo estatus la da Soledad Herrera, socióloga de la UC, para quien la salida de la mujer al trabajo y el que ambos padres estén -por eso mismo- menos tiempo en la casa ha redundado en que se le da mayor valor a la responsabilidad. "Antes, como la mamá estaba en la casa, procuraba obediencia, pero ahora como no está, piden responsabilidad y esto ha ganado espacio a la obediencia", dice. Y claro, la obediencia no pregunta ni cuestiona; la responsabilidad genera, naturalmente, espacios de discusión y negociación.
El poder del "me comprometo"
Como está dicho, los adolescentes tienen mucho más claro que los mismos padres que los permisos se negocian y los castigos se levantan después de un ir y venir de compromisos que, muchas veces, no cumplen. Y lo dejan de manifiesto en el estudio EducaUC: el 75% comenta que para que le quiten un castigo se comprometen con algo; 15% dice que ruegan que los perdonen una y otra vez hasta lograrlo y sólo un 6% declara que nunca le levantan el castigo.
Eso sí. Aunque sea negociada, el 68% cree que ambos padres son las figuras con más autoridad en su vida. ¿Pero qué es una figura de autoridad para ellos? Según lo que contestaron en la encuesta de forma espontánea, es "una persona que tiene poder", "el que pone las reglas", "una persona mayor que tiene un cargo en la familia que hay que obedecer".
Según estas respuestas, para María Domeyko, directora académica de EducaUC, queda de manifiesto que este concepto no lo tienen claro. La autoridad parental, según explica, se define como un adulto que ayuda al hijo a desarrollarse como persona. "No le ven ese sentido. Lo confunden con autoritarismo. Creen que la autoridad es el que manda porque sí y que ellos pueden discutir. El problema está que cuando ellos opinan de lo que es bueno para ellos, sin tener la edad suficiente, la autoridad, en el sentido de guiar a un menor para desarrollarse, se pierde".
Sylvia Langford, sicóloga infantojuvenil y autora del libro Vivir en armonía, está de acuerdo con la definición de autoridad como la persona que guía el camino. Por tanto, dice que las instrucciones, la hora de acostarse, estudiar, qué comer, hacer cosas en la casa, no deberían negociarse. "La autoridad no se negocia. La autoridad es. No hacer algo tiene consecuencias preestablecidas entre ambos".
En ese sentido, la legitimidad que le otorgan los jóvenes a la autoridad de los padres depende de la temática que se aborde, según la investigación que realizó sobre este tema Patricio Cumsille, profesor de la Universidad Católica.
Por ejemplo, en temas morales (robar o no robar), prudenciales (tomar alcohol o fumar), en general, los adolescentes consideran legítimo que los padres tengan autoridad (aunque eso no quiere decir, necesariamente, que obedezcan).
El problema está en aspectos personales. Si bien padres e hijos están de acuerdo con que es algo íntimo, el dilema es qué se considera personal y qué no. Por ejemplo, un padre puede encontrar poco prudente que su hija salga con escote porque puede correr riesgos, mientras que para la adolescente es parte de su expresión. "Antes lo que era considerado personal era muy restringido y era inimaginable que los padres no pudieran ejercer autoridad en ese dominio. Lo que podemos especular es que en los últimos años ha habido un énfasis en la importancia de los derechos individuales y, por lo tanto, hay más énfasis de la importancia del individuo. Eso hace que se amplíe lo que significa personal", dice Cumsille.
Padres inseguros
El castigo más frecuente es lo que más les duele: no usar celular, computador, consola o televisión (56%), seguido por no ver a los amigos (32%).
Sin embargo, los castigos duran poco: 53% dice que "a veces" les levantan los castigos y 30% dice que es siempre. Y eso es algo que tienen más que claro. "No me levantan los castigos porque duran una tarde. Por eso prefiero esperar a que se acaben", dice un alumna.
Sin embargo, cuando quieren levantar un castigo, la estrategia que más utilizan en este "negociado" es comprometerse a algo. Algunos dicen que tendrán un mejor comportamiento. "Les digo que no lo voy a hacer más y me dejan sin castigo. Es muy fácil convencerlos de que me voy a portar bien"(niño de 13 años).
Pero la mayoría sabe que hay una estrategia que no falla, tanto para conseguir permisos como para levantar castigos: comprometerse a estudiar o subir las notas. "Si quiero algo caro, los abrazo, les ruego y les digo que voy a sacar mejores notas", dice un niño de 12 años.
El 74% de los menores opina en la encuesta de EducaUC que lo más importante para sus padres es que tengan buenas notas (47% en los colegios de sector oriente), seguido de ser ordenado (11%). Sólo 1% responde que sea una buena persona. De hecho, el 32% comenta que los castigos son por las notas, 18% por ser desordenado y otro 18% por ser insolente.
En general, los niños sienten la preocupación constante de sus padres por ellos (54%) y dicen que no son rigurosos en temas de autoridad. Sólo a veces... ¿cuándo? El 78% dice que es cuando tienen malas notas o mala conducta.
"Ellos saben que las notas es el talón de Aquiles de los padres. Y lo usan a su favor. Las notas influyen en que sea más negociable la autoridad", dice Cristián Bahamondes, sicólogo de la unidad de adolescencia de Clínica Santa María
El problema de levantar los castigos o dar permisos es que se da un mensaje de que las órdenes son relativas y, por ende, también la autoridad, explica Francisca Corona, pediatra especialista en adolescentes de Ser Joven: "Una orden ya no es orden como antes. Ellos entienden que es manipulable, porque se les da el mensaje de que depende del cansancio o ánimo del padre", explica.
Domeyko comenta que es frecuente que los hijos usen esta preocupación para negociar. Según la encuesta, el 36% dice que puede negociar los horarios de llegada a la casa, algo que sube a 54% en colegios del sector oriente. Además de las salidas, son los objetos materiales, el uso de tecnología... todo lo que ellos quieran a cambio de un mejor promedio.
"La hora de llegada la he negociado. Antes llegaba a la 1.30, pero quedé de llegar a las 2:00 usando la estrategia de que tengo buenas notas", escribió una joven de 13 años.
"Les dicen a los padres: 'yo estudio, pero tú me das esto, o tengo buenas notas, dame esto otro' Los niños ven a los papás vulnerables, manejables. Mejorar las notas como estrategia de negociación era impensado antes", dice Domeyko.
¿Y por qué están vulnerables? La explicación, agrega Domeyko, es que los padres tienen muy pocas certezas de la crianza y están educando "con recetas", es decir, no se atreven a ser diferentes en la forma de crianza.
Antes había una sola forma de crianza, había un consenso social de cómo ser o no ser, ahora hay más opciones. Pero, a la vez, menos certeza e inseguridades por parte de los padres, explica.
Raúl Peñaloza, orientador del Kent School, explica que los padres tienen miedo de poner un límite firme porque puede dañar a su hijo o su relación con ellos. "Los papás temen un poco a las reacciones de los hijos. No quieren que lo pasen mal. Quieren evitar el conflicto y llegar a acuerdo. No quieren por ejemplo que por un 'no' de ellos, los amigos que recibieron un 'sí' en un permiso, lo critiquen como el 'perno' del curso".
Domeyko dice que el mejor ejemplo de la falta de autoridad de los padres y de estas inseguridades se ve reflejado en las reuniones de curso cuando se ponen de acuerdo en los horarios de llegada o en el consumo de alcohol. "Nunca había pasado que los papás negocien entre ellos los permisos. En el fondo, transan para evitar un problema con los hijos", dice. Peñaloza, en tanto, comenta que los padres llegan a este consenso porque, cada vez más, necesitan argumentos de peso para fundamentar su decisión, porque los mismos hijos se lo piden. Ahora vale más "es lo que acordamos con los papás del curso" al argumento "porque yo lo digo".
Los viejos tiempos
"Mi mamá me obliga a hacer cosas que no quiero y me da un argumento difícil de contestar. 'Porque soy tu mamá'. Ahí me enojo y le digo que no porque sea un niño tengo que obedecerle en todo" (niño de 13 años).
Antes, "el porque soy tu padre o madre" era suficiente para hacer caso y poner fin a un ataque de rebeldía adolescente; ahora no es argumento que valga.
Todos comentan que sus abuelos fueron más estrictos que sus padres, escucharon las anécdotas de cinturones, cachetadas y tirones de oreja. Pero les cuesta pensar la importancia que se le daba a la disciplina y a la obediencia de las órdenes.
"Mis papás me dicen que mis abuelos eran más estrictos, que los mandaban a acostarse como castigo y que, a diferencia de cómo soy yo, no le faltaba el respeto a sus padres... no me convencen del todo", dice una niña de 13 años.
En la Encuesta Nacional Bicentenario de 2007, el 80% mayor de 66 años comentaba que era una exigencia comer juntos en familia, gustara o no, porcentaje que baja a 66% entre los encuestados que tenían entre 18 a 34 años. Y lo mismo pasaba en llamar la atención por la forma de hablar, vestir o comer.
Antes, la persona que se encargaba de imponer esa disciplina era el padre. Al menos el 43% de los mayores de 65 años responden que era la figura con mayor autoridad, percepción que disminuye al 27% en los mayores de 18 años.
Precisamente, según la encuesta Bicentenario de 2007, el cambio más notable en este ámbito es el declive de la autoridad parental por parte del padre. Cuando preguntan en la Encuesta EducaUC a quién obedecen más rápido, el 40% dice que a los dos por igual. Pero la segunda opción más mencionada es la madre (35%) y es ella la que castiga más: 48%.
La encuesta Bicentenario concluyó que la autoridad de la madre se eleva desde 10% entre los mayores hasta 23% en los más jóvenes, mientras que el padre baja.
¿Cómo se ha pasado de una figura paterna a una materna? No es que los padres hayan abandonado la disciplina, sino que es otra parte de la crianza que comenzaron a compartir con la madre.
Para Soledad Herrera, que analizó ambas encuestas, una posible explicación de por qué la madre ha ganado autoridad (incluso en las familias con ambos padres) es por su inserción décadas atrás al mundo laboral. "Al trabajar, obtuvo más poder económico y eso hizo que ganara más poder dentro de la casa, incluyendo más poder de decisión", dice. Y agrega que esto lleva a una explicación posible de por qué son menos rigurosos que antes.
Ahora, a diferencia de antes, 9 de cada 10 niños del sector oriente responden que en su casa "a veces" se hace lo que ellos quieran. Eso sí, dejan claro que depende de lo que estén pidiendo.
"Cuando les pido que me compren algo, les digo las consecuencias buenas que nos beneficia (a todos) para conseguirlo", dice otro alumno.