El estado de Guerrero, ubicado en el suroeste de México, padece lo que los mexicanos llaman "efecto cucaracha". Es decir, ha sido receptor del crimen organizado que dejó el vecino estado de Michoacán cuando el gobierno federal intervino esa región para desarticular al Cartel Los Caballeros Templarios. En paralelo, la violencia también se incrementó por disputas entre asociaciones que se escindieron de bandas criminales mayores, según informes de inteligencia de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y de datos de la Procuraduría General de la República, citados por el diario local El Universal.

Entre estos "minicarteles" figura Guerreros Unidos, al cual se le adjudica la desaparición forzosa de 43 estudiantes normalistas en la ciudad de Iguala (ver infografía), el pasado 26 de septiembre. Según El Universal, los tentáculos y células de esta agrupación criminal traspasan las fronteras estatales y operan también en la región de Morelos y el estado de México (centro-sur del país).

Su origen está directamente relacionado con el debilitamiento de la una vez poderosa organización de los Beltrán Leyva, fundada en enero de 2008 por los hermanos Arturo, Carlos y Héctor. Aquel mismo mes, los tres habían dejado de trabajar para el Cartel de Sinaloa, luego de que su hermano Alfredo -alias Mochomo- fuera detenido.

"Según (ellos), quien lo entregó fue Joaquín 'el Chapo' Guzmán. Dicen que lo hizo a cambio de que liberaran a su hijo Iván Archivaldo, que estaba preso", comentó a la cadena británica BBC el periodista mexicano José Reveles, autor del libro El cartel incómodo: el fin de los Beltrán Leyva y la hegemonía del Chapo Guzmán. Pero el apogeo de la banda no duraría mucho, pues el inicio de su decadencia se instaló poco antes de cumplir un año. El 16 de diciembre de 2009, su líder, Arturo, fue abatido por fuerzas especiales de la Marina mexicana y el día 30 fue detenido Carlos. De la posterior lucha de poderes surgió luego Guerreros Unidos.

La agencia France Presse señala que la extorsión y el secuestro son los delitos preferentes de este grupo, mientras que las autoridades también le atribuyen participación en el tráfico de drogas mexicano y el contrabando. En definitiva, se dedica a "cualquier negocio que les dé dinero", dijo a la BBC el periodista José Reveles. Esta organización, fundada, según señala El Universal, en  2011 por el actualmente encarcelado Cleotilde Toribio Rentería (quien se "educó" bajo el alero de un sicario de los Beltrán Leyva), se dedica, "particularmente (al tráfico) de amapola y marihuana hacia Estados Unidos. Esta banda era la principal proveedora de droga para el mercado de Chicago", dijo el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, según consignó la agencia AFP.

La amplia y profunda vinculación que ha tenido la banda con las autoridades locales "forma parte de su modus operandi, les sirve para tener protección sin ser molestado", dijo, a su vez, a la agencia Raúl Manaut, experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Según él, se trata "básicamente (de) sicarios de entre 16 y 25 años, remanentes de otros grandes carteles, que mantienen sus armas y conocen (la manera de proceder) del crimen organizado".

"Más que numerosos, son violentos. Son los dueños de las rutas y de las vidas de la gente", agregó, a su vez, Reveles.

Dado que la semana pasada Sidronio Casarrubias Salgado, identificado como el líder de los Guerreros Unidos, fue capturado por las autoridades, aún no hay claridad acerca de quién lidera la banda, relacionada con la desaparición de los estudiantes, según el procurador general, Jesús Murillo

De acuerdo con lo informado por Murillo, la policía interceptó a los jóvenes por orden del ahora prófugo alcalde de Iguala José Luis Abarca, cómplice de la banda, para impedir que interrumpieran un acto de su esposa, María de los Angeles Pineda. Luego, los estudiantes fueron entregados al minicartel.