El chileno Jorge Schindler Etchegaray comparte con el alemán Oskar Schindler -mundialmente conocido luego de la película sobre su historia que hizo el director Steven Spielberg- mucho más que el apellido.
Así como durante la Segunda Guerra Mundial, el empresario europeo contrató a cientos de judíos en sus fábricas de menaje de cocina en Polonia y Checoslovaquia para protegerlos de los nazis, en los primeros años del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990) el sudamericano dio trabajo a decenas de comunistas y otros militantes de izquierda que huían de la DINA, la policía secreta de la dictadura.
Schindler Etchegaray creó en 1974 una cadena de farmacias en Santiago y Concepción, en el sur del país, y empleó a comunistas y miembros de otros partidos que habían apoyado el depuesto gobierno del presidente Salvador Allende.
Y los salvó de la muerte, la desaparición o la tortura.
Torturados y desaparecidos
Entre los años 1973 y 1978 desaparecieron más de 3.000 personas en los recintos secretos de torturas y exterminio que instaló la Junta Militar de Gobierno.
Otras 20.000 personas fueron detenidas arbitrariamente y sometidas a crueles tormentos en ese período, según lo acreditó la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, creada en 2003.
Jorge Schindler es nieto del inmigrante suizo Agustín Schindler Brunner, que llegó a Chile en 1880.
Comunista desde 1969, fue ejecutivo de la estatal Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) durante el gobierno socialista de la Unidad Popular (UP) que presidió Salvador Allende entre 1970 y septiembre de 1973.
Siete farmacias en barriadas obreras de Santiago y en el centro de Concepción, ciudad industrial situada 500 kilómetros al sur de la capital, donde empezó a recibir a sus camaradas prófugos y a adiestrarlos en las distintas labores del rubro.
"Me endeudé con los bancos, con los laboratorios, con mi familia y algunos amigos para abrir la primera farmacia. Nos fue bien y luego inauguramos la segunda… y la tercera y así sucesivamente" le contó Jorge Schindler a BBC Mundo desde Fráncfort, donde vive en la actualidad.
El capitán Muñoz era primo de la esposa de Schindler y los padres de ella tenían una botica, desde donde salieron muchas de las medicinas para surtir los estantes de la primera farmacia que cobijaría a los comunistas prófugos.
La experiencia policial de Romero, en tanto, sirvió para establecer las normas de seguridad que les permitieron eludir a los organismos represivos.
Durmiendo bajo los puentes
con más de 6 mil afiliados.
Algunos conseguían casas de seguridad, otros se sumaron al aparato de logística, varios a las tareas de propaganda, a la reorganización de los distintos frentes de masas, a las labores de enlace, a la búsqueda de financiamiento.
Marcelo Concha Bascuñán y Lenin Díaz, ambos ingenieros agrónomos graduados en la universidad Patricio Lumumba, en la ex Unión Soviética.
Lanzados al mar
propietario de una de las dos farmacias que lograron subsistir a la dictadura, ubicada en la comuna de Maipú, en la periferia suroriente de Santiago.
Los empleados de las farmacias se tiñeron el pelo, usaban pelucas, bigotes postizos y múltiples otros recursos para esconder sus verdaderas identidades. Usaban, además, diversos códigos, de lenguaje y de señales para avisar cualquier asomo de peligro.
"No soy un héroe"
Schindler a BBC Mundo.
de haber querido construir un futuro mejor para Chile".
y ha escrito 14 libros sobre diversos aspectos de la realidad chilena, el último,