Vamos por partes. La Selección de Pizzi no tiene gol. Es un hecho de la causa. O quizás lo tiene muy escondido, al punto que sólo hizo ruido ante Venezuela. También muestra desajustes defensivos atribuibles a desconcentraciones y bajos niveles individuales. Y todavía no logra darle un funcionamiento claro a los extremos, piezas clave en su esquema.

Sí, el equipo de Pizzi sigue en rodaje en varios aspectos. Quedó claro en estos dos partidos. Faltan horas de trabajo, aunque tiempo no sobra. Y el DT lo sabe. Pero así como asoman las críticas, también asoman algunas buenas sensaciones. Una de ellas, la intensidad. Otra, la decisión de jugar siempre en campo contrario. Y queda para el final la búsqueda permanente del arco rival, con un sinnúmero de variantes.

Si algo mostró Chile en estos dos duelos fue volumen de ataque. Un hecho llamativo si se toma en cuenta que el equipo no tuvo un enganche natural, como lo es justamente Jorge Valdivia, tan recordado en las declaraciones por algunos jugadores de la Roja, pero que en la cancha claramente no se extraña.

En el resumen global, Chile dispuso de al menos 15 ocasiones para convertir en 180 minutos. Una brutalidad. Es cierto, faltó ese hombre infalible, aquel que con la mirada parece empujar el balón. Hoy ese ariete no es Vargas, quien vive un luto post Sampaoli. Tampoco Sánchez está fino.

Aunque a ratos el juego de ataque lució desorganizado y sin tanta elaboración, propio del poco tiempo de trabajo, se disimuló con transiciones rápidas y apariciones constantes de los volantes y laterales en posiciones de remate. Un aspecto  que durante mucho tiempo tuvo la era Sampaoli cuando precisamente no estaba el Mago.

En estos cuatro meses a cargo de la Roja, uno de los matices que le ha podido dar precisamente el técnico es justamente una mayor verticalidad por sobre la posesión. El triángulo Díaz-Aránguiz-Vidal, cumple todas las funciones para la organización y la profundidad.

Eso sí, los extremos aún no definen bien su función porque cuando dejan de ser delanteros, para retroceder  e intentar elaborar, quedan atrapados en zonas sin mayor efectividad. Un aspecto que deberán corregir cuanto antes. El centrodelantero, intransable para Pizzi, los necesita urgente. Porque más allá que un Mago, la Roja necesita el gol para crecer.