En un campo de guerra, la orientación es un factor de vida o muerte. "Si usted orienta mal a su tropa en el terreno, puede tener a 100 ó 200 hombres perdidos en una noche. Y en caso de guerra, eso puede llevarlos justo donde hay tropas enemigas", plantea Herman García, cabo segundo del Ejército. Pero  su aplicación deportiva está lejos de ser letal. Sin fusiles, autos, tanques ni tropas a guiar -sólo con ropa para ejercicio, mapa, brújula y un chip de control-, los orientadores deben competir por llegar más rápido a la meta.

Y más de 200 años después de su origen como deporte, en los bosques helados de la Escandinavia del siglo XIX, la Región de Valparaíso recibirá a partir de hoy el primer Campeonato Sudamericano oficializado por la Federación Internacional de Orientación, tras años de competencias no oficiales.

Cientos de participantes de diversos países irán hoy a la Reserva Nacional Lago Peñuelas sin saber nada del circuito hasta el último momento, cuando reciban los mapas, y deberán arreglárselas para pasar por los puntos de control en el orden correcto y alcanzar la meta en el menor tiempo.

Es un deporte que se ve en el país justo después del fallecimiento de Vicente Charpentier y Joaquín Castillo en el Cerro Provincia, y que podría contribuir a evitar desenlaces trágicos en la naturaleza. "La orientación deportiva tiene propiedades que ayudarían a evitar accidentes en cualquier actividad al aire libre", plantea Kai Ostermann, presidente de la Federación Chilena de Orientación (FCO). "Enseña bases para enfrentar terrenos, lo cual es muy valioso", agrega.

La misión del orientador es leer, pensar y correr cruzando ríos, bosques, cerros. Incluso calles, que sirven de escenario para la prueba sprint, la más corta y rápida. Este deportista es una mezcla de maratonista, académico, explorador de florestas y cazador de tesoros, como lo es  Herman García (27), quien denomina la orientación como "el deporte del bosque". Él es el principal chileno de la disciplina.

"Aunque también se pueda competir caminando, uno debe ser apto para correr. Pero lo básico es saberse la simbología de los mapas, interpretarlos y usar bien la brújula. Todo eso es más importante que la velocidad. Parte del entrenamiento es la lectura de mapas, que uno puede hacer en casa: cómo atacar los puntos de control, por dónde me puedo ir. Descubres tu mejor forma de leer los mapas. A mí, por ejemplo, siempre me resulta hacer lentamente los primeros kilómetros o puntos de control", cuenta.

Para sus competencias, por ejemplo, García corre entre 20 y 25 kilómetros diarios, dedica dos horas al día a estudiar simbología y mapas y sube tres veces a la semana cerros como el San Cristóbal, Laguna Verde o la Quebrada de Macul.

Como en el cuento de la liebre y la tortuga, en esta disciplina las apariencias también engañan. "Ha pasado de haber participantes muy buenos para correr y no tanto para orientarse que perdieron ante otros que fueron trotando o caminando bien orientados", aclara García. El uniformado ha tenido duros encuentros con su entrenador Juan Bustamante, de unos 45 años.Para el Sudamericano se inscribió el argentino Osvaldo Bianchi (80), quien según García puede superar a rivales mucho más jóvenes.

A diferencia de la orientación militar, cuya aplicación deficiente puede costar vidas, la deportiva no es tan extrema. Y además, se desarrollan nociones que pueden preservar de peligros a  quienes se aventuran en la naturaleza.