En una de las escenas decisivas de Talentos ocultos, la genio matemática Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson) se las ha arreglado para ser la única mujer, y la única persona afroamericana, presente en una reunión del más alto nivel que convoca a miembros del Pentágono y de la Nasa.

Corre 1962 y el gobierno de EE.UU. necesita poner en órbita, a la brevedad posible, al piloto John Glenn y así empatar a los soviéticos en la carrera espacial que caracterizaría la Guerra Fría. Y ocurre que Johnson, que oficia de "computadora humana" en la mencionada entidad aeroespacial, asoma en la escena como la única capaz de salvar la situación: pese a que en principio tenía la entrada prohibida, todos los presentes la escuchan con atención, casi con asombro. Mal que mal, es quien puede salvar el orgullo patrio.

Dirigida y coescrita por Theodore Melfi, Talentos ocultos se estrenó sin demasiado ruido el 25 de diciembre en EEUU (a Chile llega el próximo jueves). Y a poco andar, no sólo ha cosechado una taquilla más que respetable: también se instaló como una de las nueve candidatas al Oscar a mejor película, al tiempo que postula a las estatuillas a mejor actriz secundaria y a mejor guión adaptado.

Basada en "una historia real y aún no contada", como se lee en su afiche, la película no es sólo una de esas producciones edificantes donde lo imposible termina ocurriendo para beneficio de la unidad nacional. También es un prodigio de timing político-cultural: después de dos años en que intérpretes y directores afroamericanos quedaron marginados de las categorías respectivas en la premiación de la Academia de Hollywood, la cinta de Melfi es uno de los símbolos de un nuevo estado de cosas. Algo que puede llamarse un nuevo equilibrio, si no una compensación.

En la ceremonia del próximo 26 de febrero, por lo pronto, habrá un número record de actores y actrices negros nominados: Denzel Washington y Viola Davis, por Fences (dirigida por el primero y también nominada a mejor película); Mahershala Ali y Naomie Harris, por Luz de luna (otra que va por mejor película, del igualmente nominado director afroamericano Barry Jenkins); Ruth Negga, por Loving, y Octavia Spencer, por Talentos ocultos.

Como constató esta semana un cronista de The New York Times, tras el clamor de los #OscarsSoWhite -la denuncia de sesgo racial que tiñó la entrega de 2016-, vino una corrección hacia los #OscarsSoBlack, o al menos hacia los #OscarsMoreDiverse. Y no sólo eso: se trata de cintas donde, en mayor o menor medida, se aborda el problema concreto del racismo en EEUU. El de ayer, pero también el de hoy.

Un candidato y sus relevos

Hace un año, cuando la polémica racial golpeaba a la Academia, el Festival de Sundance concedía el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público a un filme dirigido y protagonizado por el afroamericano Nate Parker: El nacimiento de una nación, nombre idéntico al del que D.W. Griffith estrenó en 1915, un clásico del cine que es también un himno al Ku Klux Klan.

La cinta, acerca de un esclavo alfabetizado que termina dirigiendo una rebelión en los días previos al estallido de la Guerra Civil, fue la mayor venta del festival (Fox Searchlight pagó más de US$ 17 milllones por los derechos de distribución mundial) y desde sus primeras exhibiciones fue ungida como candidata segura a las siguientes nominaciones, por mucho que faltara para ello.

Sin embargo, en agosto volvió a ponerse sobre el mesa una denuncia por violación contra Parker de la cual éste había sido absuelto hacía más de 15 años y cuya denunciante se suicidó en 2012. A partir de ahí, la película pareció caer en desgracia, al menos en lo que concierne a la estatuillas (tanto así, que no tuvo ninguna nominación).

Pero no faltó quien tomara el relevo, partiendo por Luz de luna, que ahora compite en ocho categorías. La película de Barry Jenkins aborda la niñez, la adolescencia y la adultez de Chiron (Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes, respectivamente), un habitante de Miami que lidia desde pequeño con la ausencia del padre, la drogadicción de la madre (Naomie Harris) y el bullying de sus pares. Más adelante, su orientación homosexual lo hará enfrentar nuevos desafíos y dificultades.

Ganadora del Globo de Oro a mejor drama y receptora a la fecha de más de un centenar de premios, esta adaptación de una obra teatral atrae por la estilización de su puesta en escena, así como por la singularidad de su tempo narrativo. Igualmente, el modo en que da cuenta de las adhesiones identitarias de su protagonista, aporta tanto un sentido de quiebre como de continuidad en el ámbito del cine afroamericano. "Una obra de arte socialmente consciente, tan esencial como perceptiva", la llamó Variety.

Menos nominada y más clásica en su relato, Loving está "basada en una historia real". La cinta de Jeff Nichols reconstruye el caso de Mildred Jeter y Richard Loving (la etíope-irlandesa Ruth Negga y el australiano Joel Edgerton), pareja virginiana que en 1958 contrajo matrimonio. Eso sí, debieron casarse en Washington, pues el matrimonio interracial estaba prohibido en Virginia, donde siguieron viviendo. Pero ahí son apresados, humillados y ofendidos. Su caso, finalmente, llegará a la Corte Suprema, convirtiéndose ambos en íconos de la lucha por los derechos civiles.

Melodrama contenido y dueño de una cuidada estética, se emparenta con Talentos ocultos en cuanto acusa la segregación aún legal y vigente en buena parte de EEUU durante los años 60. También, en cuanto a reconstruye la experiencia de ser una minoría.

Otro tanto hace Fences, tercer largometraje dirigido por el ya oscarizado actor Denzel Washington, quien lo protagoniza junto a Viola Davis, que suma con ésta su tercera nominación. Su historia, ambientada en los años 50 y basada en una pieza teatral ganadora del Pulitzer, sigue los pasos de Troy Maxson, un recogedor de basura que vive junto a su esposa y a un hijo con talento para los deportes.

Pleno de frustraciones y con cierta debilidad por el alcohol, Maxson piensa que "el hombre blanco" no permitirá que alguien de su familia triunfe en el béisbol. Y pretenderá aleccionar a su hijo mayor, dedicado a la música, pese a que ni siquiera estuvo con él durante su crianza. Washington, que ofrece una auténtica ordalía actoral, volvió a ser nominado, aunque sus posibilidades son más bien residuales.

Finalmente, saliendo de la ficción, asoma un documental cuya directora es Ava DuVernay, la misma que hace un par de años escenificó las batallas de Martin Luther King en Selma. Uno de los cinco filmes de no ficción nominados este año, 13th indaga en el sistema carcelario de EEUU, dando cuenta de su explosivo crecimiento en las últimas décadas, de su conversión en un negocio para conocidas empresas y del modo en que la población negra pasó históricamente de la esclavitud a criminalización.

Sostenido en testimonios y reportes de académicos, abogados y activistas (como Angela Davis), el aclamado filme también le da pantalla a conspicuos conservadores como el republicano Newt Gingrich, quien afirma en cierto punto: "Nadie que sea blanco entiende el desafío de ser negro en EE.UU.". Acaso un corolario para el discurso de las demás películas que van tras las estatuillas.