El acelerado ritmo del fútbol y sus vaivenes deja más secuelas que cosas positivas. Los futbolistas firman un contrato sonrientes, sin tener la certeza de dónde finalizarán esa temporada. Ni hablar de los técnicos. La famosa frase "los resultados mandan" deja cesantes y procesos (y pseudoprocesos) a medio camino. La más indeseable consecuencia es que muchos entrenadores optan por la practicidad del resultado momentáneo antes que desarrollar el proyecto propio. Básicamente desarrollan el proyecto de alguien más.

Habría que preguntarse cuánto demora un director técnico en desarrollar su proyecto o cuánto tiempo necesita para implementar su convicción de juego. Hablo de convicción y no de sistema por una sencilla razón. Se malacostumbró el hincha y no pocos futbolistas a hablar de sistema de juego refiriéndose al 4-4-2 o al 4-2-3-1 tan de moda. También parte del periodismo que cree que identificando el sistema hizo la pega.

Eso es una organización de juego que varía una vez que suena el silbato del juez. La convicción no tiene necesariamente correlación directa con el sistema. El cómo juego, el cómo me organizo para recuperar el balón y mi diseño mental de ataque es la esencia de la convicción.

Vuelvo a la pregunta ¿Cuánto tiempo es necesario? Imposible saberlo. Menos cuando un directorio que, a veces, sabe poco y nada de fútbol, está blandiendo la espada sobre la cabeza del DT de turno.

El entrenador tiene varias tareas y quisiera destacar dos. La primera es sacar lo mejor de cada futbolista. Esto incluye desatarlo de restricciones como el "no pases mucho", "juega simple, máximo dos toques". Libertad y responsabilidad. Eso en lo individual.

Lo segundo es colectivo. Y es hacer entender los conceptos que desea desde la explicación hasta la mecanización. No sirve de nada un jugador que actúa por reflejo si no entiende el porqué lo está haciendo. Estas tareas requieren del talento del jugador, de la sapiencia y pedagogía del técnico, pero por sobre todo de tiempo. Ese que no hay en nuestra competencia. Ese tic-tac del reloj está matando proyectos y futuros técnicos y lo hará hasta que alguien entienda que la carreta va detrás de los bueyes. No al revés.

Las pobres actuaciones internacionales son la triste demostración.