Agua, lúpulo, levadura y cebada tostada mezclados hasta lograr un líquido oscuro que, para muchos, es un símbolo nacional. La Guinness, una de las cervezas más legendarias con aficionados en todo el mundo, cumple 250 años e Irlanda lo celebra junto al resto del planeta.

Un brindis por el creador de la famosa "stout", cerveza negra, Arthur Guinness, fue organizado para hoy, empezando por Dublín y siguiendo en todos los continentes.

La compañía cervecera ha decidido bautizar la jornada de aniversario como el "Arthur's day", el día de Arthur, y organizar conciertos en su fábrica de St. James, actuaciones musicales en todo Dublín y celebraciones en ciudades tan distantes como Nueva York, Kuala Lumpur o Lagos.

Los pubs irlandeses, verdaderos centros de adoración de la cerveza, se unirán al brindis multitudinario y podrán seguir las actuaciones en vivo a través de la televisión. Los festejos llegan incluso al servicio postal irlandés, que ha impreso un sello especial al igual que se hizo en 1959.

Aunque nadie puede asegurarlo a ciencia cierta, lo más probable es que Arthur Guinness compartiera la estrategia de marketing de sus herederos. Él fue un pionero de las campañas promocionales, publicitando las propiedades vigorizantes y saludables de la cerveza en tiempos en los que la moderación ganaba adeptos en Irlanda.

En diciembre de 1759 firmó un contrato de arrendamiento de la fábrica de St. James por 9.000 años y, desde entonces, Dublín ha estado indisolublemente unida a su cerveza negra. En 1833, la cervecera se convirtió en la más grande de Irlanda y en 1886 sería la mayor del mundo, con una producción anual de 1,2 millones de barriles.

Hoy en día la compañía de bebidas Diageo es propietaria de la marca, con la que obtiene unos ingresos de más de 14.700 millones de dólares.

Los visitantes ya no pueden recorrer la fábrica, como ocurría antes, ni reciben un vaso de cerveza gratis. Ahora son dirigidos inmediatamente al almacén Guinness, donde pueden ver un video y comprar objetos de recuerdo.

A pesar de todos los cambios, la especial relación de Irlanda y su Guinness continúa y Dublín sigue siendo famosa por sus escritores y su cerveza. No en vano se asegura que el vínculo entre la literatura y el líquido tostado y espumoso es estrecho.