No tenían experiencia sobre técnicas de interrogatorio, ni tampoco conocimiento sobre Al Qaeda o la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, esto no fue impedimento para que dos sicólogos, ex miembros de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, fueran contratados para desarrollar los programas de tortura utilizados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a prisioneros sospechosos de terrorismo, labor por la cual recibieron US$ 81 millones, según reveló el polémico informe del Comité de Inteligencia del Senado norteamericano.
Los dos profesionales son mencionados en el informe con los seudónimos de "Hammond Dunbar" y "Grayson Swigert", pero han sido identificados por fuentes de inteligencia estadounidenses como James Mitchell y Bruce Jessen. Incluso la CIA subcontrató más del 80% de su programa de interrogatorios a la empresa Mitchell Jessen & Associates de Spokane, de Washington, entre 2005 y 2009. La agencia también pagó un millón de dólares para proteger a la compañía y a sus empleados de responsabilidades legales.
De acuerdo con los documentos de la CIA, Mitchell y Jessen tenían por objetivo implantar un proyecto de siete años de duración con "técnicas avanzadas de interrogatorio". Y no sólo idearon las controvertidas técnicas de tortura, sino que también colaboraron en su aplicación. Además, llevaron a cabo evaluaciones oficiales sobre el estado sicológico de las víctimas para determinar si las técnicas mejoradas debían continuar.
Mitchell y Jessen crearon el programa en 2002, cuando la CIA tenía bajo custodia al prisionero Abu Zubaydah, el primer sospechoso de alto nivel de Al Qaeda capturado tras el 11 de septiembre de 2001. Zubaydah, un verdadero conejillo de indias de la CIA, sufrió en carne propia las torturas ideadas por los sicólogos. Encadenado a una silla durante semanas, lo colgaron desnudo del techo y lo metieron en una caja pequeña durante horas. Pasó 11 días consecutivos sin dormir. Cada vez que se dormía era despertado con agua sobre la cara y fue sometido a la técnica del ahogamiento simulado o waterboarding.
SEVERO ENTRENAMIENTO
Los sicólogos desarrollaron el programa de técnicas de interrogación mejorada en contraposición al programa Sobrevivencia, Evasión, Resistencia y Escape (Sere) de la Fuerza Aérea, que forma parte del entrenamiento al que se somete a algunos militares estadounidenses.
Según The New York Times, ambos sicólogos ayudaron en la aplicación del Sere en la época de la Guerra Fría, preparando a los soldados con un entrenamiento severo ante la eventualidad de que fueran capturados por enemigos comunistas. Los métodos utilizados estaban inspirados en la producción de confesiones falsas utilizadas en contra de los aviadores estadounidenses que eran detenidos por los chinos en la Guerra de Corea. Sin embargo, apunta el Times, el Sere nunca había sido pensado para usarlo en interrogatorios norteamericanos.
Ni Mitchell ni Jessen jamás habían realizado un interrogatorio real. El primero era investigador de literatura académica sobre el "desamparo que torna a los individuos pasivos y deprimidos en respuesta a eventos adversos o incontrolables", detalla el informe del Senado. Ese "desamparo", según Mitchell, podría "animar a un detenido a cooperar y proveer información".
Así, sugirió 12 técnicas del Sere que podrían ser útiles para la CIA: "Apretar para recibir atención, construcción de muros, sujetar el rostro, tapar la cara, confinamiento estrecho, obligación de mantenerse de pie, o en posiciones incómodas, privación de sueño, simulación de ahogamiento, uso de pañales, uso de insectos y sepultamiento simulado".
Según Jessen, si los interrogadores tuvieran "la libertad para utilizar toda la gama de medidas avanzadas de exploración e interrogatorio", incluyendo la simulación de ahogamiento, serían capaces de obtener más información. A su juicio, tal tratamiento produciría "el nivel deseado de desamparo".
Pero el reporte del Senado cuestiona la capacitación de los sicólogos y los acusa de violar la ética profesional al diseñar un sistema que Dianne Feinstein, presidenta de la Comisión de Inteligencia de la Cámara Alta, dijo que llevó a la tortura de algunos detenidos de la CIA. "Ninguno de los sicólogos tenía experiencia como interrogador ni tenía conocimientos especializados sobre Al Qaeda, antecedentes en la lucha contra el terrorismo, o cualquier experiencia cultural o lingüística relevante", según el informe. "Es un montón de tonterías", dijo Mitchell en una entrevista con Reuters cuando se le pidió una respuesta a los hallazgos del reporte del Senado.