UN MENSAJE de texto bastó para que usted llegara a tiempo a la reunión de los lunes. Lo típico: un accidente, que aunque menor, impedía el paso por la avenida que usa todos los días para llegar a su trabajo. Pero el escenario ahora es distinto: ya no hay nerviosismo ni bocinazos de cientos de enfurecidos conductores apilados en un kilométrico taco. A diferencia de lo que ocurría una década atrás, los servicios de emergencia habían trabajado para despejar la intersección con toda calma esa mañana.

Al igual que usted, la mayoría de los conductores que siguen esa ruta recibió un mensaje alertando de la situación y ofreciendo, además, una ruta alterativa. Todavía más, los servicios de emergencia se enteraron al instante del accidente, sin que los involucrados tuvieran que llamar. La alerta fue generada de manera automática gracias al sistema de sensores en los vehículos y en los semáforos, que envían información en tiempo real a la web.

No se trata de una trama futurista. Estas son sólo algunas de las infinitas posibilidades que ofrece para los próximos años la llamada "internet de las cosas".

¿Se imagina que, además de su teléfono, la tableta o su computador, y la mayoría de los objetos que usa cotidianamente, se conectaran todos a internet? La ropa que usa, su reloj pulsera, su cafetera y hasta el refrigerador? Y todavía más, no sólo las cosas que usted usa tienen esa capacidad, sino que casi todos los servicios que ofrece la ciudad en la que vive están conectados gracias a sensores inteligentes con acceso a la web.

Paraderos, semáforos, estacionamientos, el hospital en el que usted y su familia se atienden, el alumbrado público, transporte y hasta los contenedores para depositar la basura se conectan a internet, envían información a la nube y generan vastas cantidades de datos que llegan directamente a su teléfono inteligente, o bien a los diversos servicios encargados de administrar la ciudad en la que vive.

¿El resultado? Una verdadera inteligencia colectiva que promete redefinir la vida en las grandes urbes, optimizando el tráfico, ahorrando energía y ofreciendo servicios a su medida. Avances que resultan clave si consideramos el crecimiento que se proyecta para los centros urbanos en los próximos años: en Latinoamérica, por ejemplo, se estima que hacia 2015 el 80% de las personas vivirá en ciudades.

Los principales actores en esta industria, que promete ser la próxima gran ola revolucionaria en tecnología, se dieron cita a fines de octubre en Barcelona, España, en el primer Foro de Internet de las Cosas, que impulsará la irrupción de esta tecnología en la vida cotidiana. Ya en 2008, el número de objetos (computadores y dispositivos con acceso a internet) sobrepasó al número de personas en el planeta y cifras de la consultora Gartner proyectan que para 2020 existirán nada menos que 50 mil millones de objetos conectados a la web en el mundo. Sí, hablamos de un futuro mucho más cercano de lo que usted o yo imaginamos.

Al igual que un puñado de ciudades modelo alrededor del mundo (Songdo, en Corea; Amsterdam, en Holanda, y Knowledge Economicv City, en Arabia Saudita), Barcelona se ha transformado en un laboratorio abierto, donde se están probando todas estas tecnologías con el apoyo de la multinacional Cisco. Tendencias pudo ver estos sistemas en acción gracias a una invitación del gigante estadounidense. Y lo que pudimos presenciar en la capital de Cataluña sorprende. No sólo estamos hablando de servicios que pueden ahorrar gran cantidad de tiempo a los habitantes de una ciudad, sino de tecnologías que hacen más eficiente la infraestructura citadina, evitando el gasto excesivo de energía y optimizando el uso de los recursos, todo lo cual resulta fundamental para la vida en un mundo en el cual se prevé que la demanda energética aumente en 40% hacia 2030.

Uno de los principales factores que ha cimentado el camino para el desarrollo de estas tecnologías ha sido la rápida irrupción de los smartphones y el creciente mercado de las aplicaciones o apps. Wilm Elfrink, vicepresidente ejecutivo de Cisco, explica durante la conferencia en Barcelona que si en el mundo se lanzan cada semana 100 películas y 200 nuevos libros, el número de aplicaciones nuevas en el mismo período llega a 15 mil. Hoy, entre las tiendas de Google y Apple ya suman 1.250.000 apps, en tanto que para 2014 se proyecta que el número de aplicaciones disponibles llegará a los 77 mil millones.

Datos que resultan más que relevantes si consideramos que gran parte de la experiencia del usuario en las futuras ciudades inteligentes se experimentará por estas vías. En la medida en que los sensores dispuestos en la infraestructura pública recolectan información y la envían a la nube, las personas accederán a estos datos a través de sus tabletas o teléfonos inteligentes. En la zona céntrica de Barcelona, por ejemplo, hay sensores en los estacionamientos, de manera tal que cuando un conductor se aproxima a éstos, gracias a una aplicación en su teléfono, sabe con antelación si tiene o no un lugar disponible para estacionar y en qué parte específica se encuentra.

A continuación, y con el mismo teléfono, el usuario puede pagar el parquímetro o la tarifa del estacionamiento. Y esta es una de las primeras ventajas que serán visibles en las ciudades inteligentes: una optimización de todos los servicios en la infraestructura vial, que permitirá reducir problemas como la congestión. Datos de la organización Trasportation Alternatives indican que en ciudades como Nueva York, el 45% del tráfico es generado por autos que dan vueltas buscando un lugar donde estacionar.

Al igual que Cisco en Barcelona y otras ciudades, en la Gran Manzana la multinacional Oracle se encuentra probando el sistema "City Plataform". La compañía explica que al reducir la congestión, se generan otras ventajas como la disminución de las emisiones de carbono, responsables del efecto invernadero, fenómeno tras el cambio climático que afecta al planeta. Se estima que al reducir el tiempo necesario para estacionar un vehículo de 15 a 12 minutos, las emisiones de CO2 en una ciudad se pueden reducir en 400 toneladas.

No es todo. Sensores y cámaras junto a los semáforos están también conectados a internet, permitiendo una sincronización en tiempo real según las circunstancias que se van presentando en el tráfico. Según cifras dadas a conocer por Cisco en Barcelona, donde ya se encuentra funcionando la tecnología, esta clase de interconexión podrá disminuir en 30% el tráfico en las ciudades, lo que impacta tanto en el consumo de energía como en la calidad de vida de los habitantes. Se estima que al menos el 15% del tiempo que una persona gasta en trasladarse lo ocupa mientras espera avanzar en un taco, en tanto que el 17% del combustible se consume mientras se espera que la luz roja pase a verde.

Pero la reducción en el consumo de energía será cada vez mayor en la medida en que diversos sistemas y servicios de la ciudad trabajen interconectados. Otro de los avances en Barcelona es el sistema Smart Lighting, presentado por la compañía Philips. Consiste en la instalación de luminarias LED que cuentan con sensores que pueden medir el ruido o la cantidad de gente en una calle. Como están conectadas a internet, envían la señal a la nube, de manera tal que la intensidad de la luz se puede regular según la cantidad de gente que transita en un momento dado. Se estima que estos sensores en el alumbrado público permitirán ahorrar 28 mil millones de kw/h hacia 2030, lo suficiente para entregar energía eléctrica a 2,5 millones de casas durante un año.

El sistema también se nutre de la información que generan los ciudadanos a medida que interactúan con todos estos servicios. Usted también actúa como si fuese un "sensor" mientras utiliza el transporte público o accede a los estacionamientos, a través de las aplicaciones móviles. Y para estos fines también serán clave las redes sociales. Se proyecta que servicios como el popular Waze se masifiquen y perfeccionen, en tanto que la información que se genera en redes como Twitter está siendo analizada.

También en España, la multinacional Indra se encuentra trabajando un proyecto piloto en tres ciudades, que usa Twitter para conocer las zonas de la ciudad con mayor actividad social. En Málaga y Zaragoza, el proyecto Ciudad 2020 analiza el geoposicionamiento de los mensajes y los hashtag que generan los usuarios para identificar las áreas más activas y conocer los gustos y opiniones ciudadanas acerca de los servicios.

El mayor potencial es que esto será posible gracias a la irrupción de la llamada "computación usable": la instalación de pequeños chips en diversos accesorios que usamos cotidianamente, desde relojes hasta pulseras, pasando incluso por la ropa. En septiembre pasado, la compañía Intel (principal fabricante mundial de chips) presentó sus nuevos chips denominados Quarks, especialmente diseñados para la era de "internet de las cosas".

Estos pequeños dispositivos son un quinto del tamaño de los procesadores de datos más pequeños diseñados hasta ahora para celulares y consumen 10 veces menos energía. Podrán ser incorporados en una gran cantidad de objetos, como ropa inteligente, dispositivos de realidad aumentada (Google Glass) o, incluso, en pastillas que pueden ser tragadas para recopilar datos sobre nuestra salud y que se envían directamente al doctor.

Compañías como Nike, Jawbone y FitBit, entre otras, encabezan una industria de dispositivos como pulseras con sensores capaces de registrar una serie de parámetros biológicos de las personas. Monitorean pasos, calorías quemadas, registran patrones de sueño, cuánto come una persona, si se mueve mucho, poco, o si duerme bien. Toda esa información será recuperada a través de aplicaciones en el smartphone. En la medida en que estos objetos estén permanentemente conectados, la información quedará disponible en tiempo real para los médicos en hospitales.

Piense por ejemplo en una persona mayor que registra un cambio repentino de presión. Estos datos llegarán como alerta a su médico, quien podrá contactarlo de inmediato para sugerirle cómo volver a los niveles normales. O si el paciente olvida una pastilla, el sistema automáticamente le manda una notificación para que se acuerde. "Todavía más, en caso de sufrir cualquier emergencia, el usuario ni siquiera necesitaría llamar a la ambulancia, ya que los sistemas de detección se activan de manera automática alertando a los servicios de urgencia", explica Roberto de la Mora, director de Tecnologías Avanzadas de Cisco para Latinoamérica, quien ya se encuentra usando una de estas pulseras para monitorear sus problemas del sueño.

Además de la salud, la también llamada "computación usable" permitirá el despegue de la realidad aumentada. Un ejemplo son los Google Glass, los lentes inteligentes dados a conocer el año pasado por el gigante de las búsquedas. Estos permiten acceder a una serie de información de la ciudad en una porción del campo visual: atractivos turísticos cercanos, restaurantes, información del producto que quiere comprar.

Las aplicaciones posibles son muchas, gracias al uso de la conexión permanente a internet. Un ejemplo es que se podría controlar remotamente muchas de las funciones de la casa: desde prender la cafetera, hasta regular el aire acondicionado. Incluso si el refrigerador se está quedando vacío, el sistema podría mandar una alerta para hacer un pedido directamente al supermercado. Se trata de una industria que también promete un explosivo desarrollo. Un estudio de ABI Research señala que hacia 2018 se venderán 485 millones de dispositivos usables con capacidad de cómputo como los mencionados.

En Chile, también se están probando sistemas para dotar de inteligencia a la ciudades. Además de experiencias en Puerto Montt y Antofagasta, se trabaja en determinar cuál será la primera smart city del país. Juan Luis Núñez, gerente general de Fundación País Digital, explica que se está llevando a cabo un proyecto junto al Banco Mundial para dotar a Concepción de esta capacidad.

El gobierno también está preocupado de impulsar estas iniciativas. El ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Pedro Pablo Errázuriz, agrega que se ha comenzado a trabajar a nivel de infraestructura vial sincronizando los semáforos en diversas ciudades. A esto se suma el impulso que se está dando al uso de aplicaciones como Google Transit, que permite determinar las mejores opciones de viaje desde un punto de la ciudad a otro, y otras para solicitar taxis, como Taxi Catcher, Easy Taxy y Safer Taxi. En la ciudad empresarial de Huechuraba, en tanto, Chilectra creó Smart City Santiago, el primer prototipo de ciudad inteligente a pequeña escala en el país.

Sí, es cierto que probablemente usted lleva años escuchando sobre algunos de los adelantos asociados a las smart cities. Al menos desde comienzos del milenio que se viene hablando de refrigadores inteligentes o de casas conectadas a internet donde usted controlará todo desde su teléfono celular. Pero lo que está pasando ahora es que, finalmente, todas las tecnologías necesarias para hacer de este futuro una realidad comienzan a converger en un solo punto. El primer foro mundial de Internet de las Cosas en Barcelona lo demuestra. Fue en esa ciudad también donde, a fines de la década pasada, los principales actores de la telefonía celular comenzaron a reunirse cada año para impulsar los teléfonos inteligentes. Se estima que para 2015, habrá más smartphones que personas en el mundo. Ahora, le toca el turno a la ciudad inteligente.