Señor director

Las ciudades son responsables por el 75% del consumo de energía; entre 40 y 50% de las emisiones de CO2 y en Chile el 85% de la población vive en ciudades. Por eso llama la atención que la ciudad no figure en las propuestas de los candidatos presidenciales.

Datos oficiales señalan que en nuestras ciudades mueren 3.723 personas como consecuencia de la contaminación ambiental (2015). Nuestras ciudades están rodeadas de microbasurales y sus periferias crecen a la par con los índices de segregación social. El acceso a áreas verdes es cuatro veces mayor en la zona oriente comparada con el resto de Santiago. Hoy enfrentamos guetos verticales y planes reguladores débiles o inexistentes.

Santiago tiene una población siete veces mayor a la ciudad que la sigue (Valparaíso-Viña), lo que pone en evidencia una centralización perniciosa que denota inequidad de oportunidades para los ciudadanos. Nuestras ciudades no son amables, ¿y los programas presidenciales no tienen nada que decir al respecto?

La mejora en la calidad de vida de los habitantes requiere una ciudad ética que regule su crecimiento y distribuya los servicios en forma equitativa a nivel nacional. Entre más sustentables sean estas ciudades menor será el impacto medioambiental en los sectores rurales y el ecosistema en general.

Es en las ciudades donde las buenas intenciones se concretan, donde se hace evidente si las pensiones son justas, si la educación ha mejorado, si la segregación social ha disminuido y si la accesibilidad universal es realidad. Hablar de la ciudad significa un compromiso tangible que al parecer nuestros políticos aún no están dispuestos a asumir.

Beatriz Maturana Cossio

Arquitecta

Directora académica y de Relaciones Internacionales Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile