Entendible era la preocupación que existía sobre el comportamiento del público en el partido de ayer. En especial por el estricto celo que ha puesto la FIFA respecto del comportamiento de los chilenos, asesorada por la ONG inglesa FARE Network.
Nueve eran los encuentros en que la federación chilena había sido sancionada, con multas o prohibición de actuar en el Estadio Nacional (escenario al que no volverá en este proceso eliminatorio por estas fallas disciplinarias). Ahora el riesgo era mayor, pues la siguiente fase en la escala de sanciones considera partidos sin hinchas y, en el peor caso, jugar como local en el extranjero.
Por eso, Hugo Muñoz, director de la ANFP, fue muy explícito al solicitar el lunes que el público tuviera un comportamiento impecable: "No podemos permitir que haya actos de discriminación. En este estadio está prohibida la palabra puto, la palabra maricón, la palabra negro. Llamo fervorosamente a que no haya insultos".
En ese sentido, en Macul hubo una calma total, tanto en el ingreso al estadio como durante la larga espera para la entrada de los equipos.
Lo mismo sucedió cuando por la megafonía se difundió la alineación de la Vinotinto. No hubo un grito, ni siquiera un silbido. Respetuoso silencio que se rompió sólo cuando fue anunciada la formación chilena, con Gary Medel, Arturo Vidal, Esteban Paredes y Alexis Sánchez llevándose la mayor parte de los aplausos.
El momento crucial llegó con la interpretación de los himnos. Y de inmediato se hizo evidente que los aficionados habían aprendido la lección. Respeto absoluto cuando comenzó Gloria al bravo pueblo; tanto, que se escuchó nítidamente el canto de los seguidores venezolanos, ubicados mayoritariamente en la galería sur del Monumental. Luego, nada de alusiones al rival, gestos de racismo u homofobia. Incluso aplausos al himno llanero.
"Existe un sentimiento de profundo orgullo y felicidad; el comportamiento fue ejemplar. Hago memoria y creo que nunca había pasado de que se aplaudiera así un himno rival. La campaña resultó muy bien y es trabajo de todos. Es de esperar que sigamos así en los dos partidos de local que quedan, porque jugar donde queramos, y con el apoyo de nuestra gente, es fundamental", fue el satisfecho resumen de Muñoz a La Tercera.
La conducta de los fanáticos fue tan neutra, que incluso se fue al extremo opuesto, cuando los seguidores de la Roja comenzaron a silbar ante los inesperados problemas sufridos en la parte final del encuentro, actitud que generó la molestia de Claudio Bravo y otros jugadores.
El fenómeno, además, se repitió en los minutos de cierre, con una silbatina que castigó la cautela de un equipo que parecía destinado a golear y terminó cuidándose, tanto como un público que parece haber aprendido la lección.