Una vez más, Robert Redford da muestra de sus dotes de director. En esta ocasión con un drama, basado en una historia real, que trata sobre el asesinato de Abraham Lincoln, en donde ocho personas son detenidas y acusadas de conspirar para matar al presidente, vicepresidente y secretario de Estado.
El conflicto surge cuando la única mujer acusada - quien es madre del supuesto autor que no ha sido capturado -, declara ser inocente de los cargos, por lo que un abogado, que sospecha cree en su inocencia y de que está siendo utilizada como señuelo para detener a su hijo, estará dispuesto a todo para destapar la verdad.
El film ha sido respaldado por la crítica, debido a que no sólo se presenta como una película para entretener, sino también para dejar en evidencia la posible existencia de más autores en la violenta muerte del ex presidente y sus colaboradores, hecho que sin duda, ha sido uno de los que más ha marcado la historia de Estados Unidos.
Pese a ello y a una significativa inversión de US$25 millones, la octava producción que dirige el actor y cineasta de 76 años - bajo el argumento de James D. Solomon y Gregory Bernstein, y el guión del primero - no consiguió la respuesta esperada del público. Durante su estreno no logró estar dentro de los Top 10 de la taquilla y su recaudación total a la fecha alcanza poco más de los US$11 millones.