"Es un tema realmente delicado. Lobito Burmann es joven. He tenido compañeros que los han descubierto con doping y quedan realmente solos. Este es un deporte bastante duro, por eso nada quita entrenar el doble y pelarse el culo. Entreno mañana, tarde y noche". Así analizaba Edison Bravo, hace sólo dos semanas, la suspensión por dopaje que manchó al destacado pedalero Wolfgang Burmann, una de las promesas del ciclismo chileno. Lo dijo tras ganar de forma categórica (el segundo llegó a 1'28" de distancia) la Vuelta a Portillo, una exigente prueba de montaña en la que sorprendió por el nivel mostrado.
A Bravo, quienes lo conocen lo identifican como una "buena persona, responsable y dedicado". El ciclista de 25 años, desde hace tiempo que era seguido como un proyecto para el deporte nacional. Sus actuaciones en el último tiempo lo destacaron en tal condición. Entre ellas figuran el primer puesto en la Vuelta a Toledo en 2013, y especialmente el oro conseguido el año pasado en el campeonato panamercano específico de Aguascalientes, México, en la prueba Madison (que se compite en parejas) junto a Antonio Cabrera, dos bronces en la persecución de grupo e individual, obteniendo incluso el récord continental en la última, con 4'13"007 y la clasificación de la dupla al Mundial que ayer finalizó en Hong Kong.
Todo quedó en nada. Sus palabras, ahora contradictorias, buscaban esconder la trampa que hizo pensando en lo que se venía. La muestra tomada en febrero, durante un examen sorpresa tras su entrenamiento, fue la que descubrió de qué se trataba. Androsterona, una hormona que el cuerpo produce de forma natural, pero que en su forma sintética se utiliza para aumentar la cantidad de glóbulos rojos -que son los encargados de transportar el oxígeno en la sangre- fue la sustancia que le impidió correr ayer el Mundial de Hong Kong.
"Es lamentable lo sucedido con Bravo, porque la verdad es que no aprenden. Se dañan ellos mismos. El riesgo que están corriendo es tremendo, porque se les va a pillar", dice Luis Santa Cruz, director del Comité Olímpico de Chile y encargado del antidopaje.
El directivo reconoce que en el caso del puertomontino existía ciertas reticencias por su rendimiento. "Había un grado de sospecha sobre Edison ya que su entrenador, Luis Alvarado, ha tenido corredores con dopaje (Gonzalo Alvarado, su hijo, en 2012). Pero estamos constantemente haciendo pruebas a diferentes ciclistas", asegura.
El ministro del Deporte, Pablo Squella, también se refirió a lo ocurrido. Para él, estás prácticas seguirán ocurriendo mientras se sigan mirando como situaciones apartadas. "El ciclismo chileno está por el antidopaje, pero mientras los técnicos y deportistas no entiendan que la única y mejor manera de lograr resultados es con entrenamiento duro, inteligente y usando todas las ciencias del deporte disponibles, seguiremos teniendo casos que lamentar", señaló.
El viaje a China sólo sirvió a la Federación para hacer lobby. Sin presentarse a competir por no llevar a un ciclista de reserva, la situación dejó en evidencia la mala gestión de sus dirigentes, quienes no quisieron referirse a este asunto ni al positivo de Bravo. "La Federación elige sus deportistas y no me pronuncio si es negligencia el que hayan o no enviado a un reserva. Es su potestad de recurrir a esta posibilidad", explicó Squella.