La Copa Mundial supuestamente iba a ser la celebración de un nuevo Brasil -poderoso, próspero y exultante-. Cuando la pelota empiece a rodar dentro de dos días, el mundo en cambio podría ver imágenes de violencia e ineficiencia.

Siete años después de obtener los derechos de organización del evento deportivo más visto del mundo, Brasil se acerca al torneo en medio de protestas callejeras, desaceleración económica y una ola de huelgas de los trabajadores del metro y los museos. Los turistas también se encontrarán con un país con una economía estancada, la confianza de los consumidores en el nivel más bajo en cinco años y una creciente oposición al evento en medio de una candente elección presidencial.

Los brasileños, de los patrocinantes a las leyendas del fútbol, critican los preparativos para un evento en el que las autoridades cumplieron con menos de la mitad de los proyectos planeados, pese a pagar el precio récord de US$11.000 millones.

La imagen de Brasil en el extranjero probablemente se vea perjudicada cuando la Copa Mundial revele que el país es menos próspero de lo esperado, dijo Simon Anholt, asesor político que ha trabajado con más de cincuenta naciones en imagen de identidad.

"Todo el mundo imaginaba que Brasil estaba veinte años más avanzado de lo que realmente está", declaró.

"Hay grandes posibilidades de que la imagen de Brasil sufra una corrección hacia abajo", estimó.


Escasas ornamentaciones


Las calles de Sao Paulo y Río de Janeiro, donde se jugará la final el 13 de julio, muestran pocas de las ornamentaciones y pinturas que precedieron a torneos anteriores. Esto representa un cambio respecto de los festejos de 2007, cuando el órgano rector del fútbol FIFA otorgó al país el derecho de organizar la copa, y las "impresionantes" muestras de apoyo que el entonces presidente Luiz Inacio Lula da Silva pronosticó para el evento.

Casi la totalidad de los doce estadios que se construyeron o remodelaron costaron más de lo previsto, y muchos de los proyectos de movilidad urbana prometidos, como la mejora de los aeropuertos y las redes de transporte, se desecharon o están demorados.


El mal planeamiento y el gasto desmedido generaron protestas en la mayor economía de América Latina que  podrían empañar la imagen internacional del país, opinó Mauricio Morgado, profesor de comercialización de la Fundaçao Getulio Vargas.

"Hay muchas probabilidades de que esto se convierta en algo contraproducente", dijo.

"Fue una idea excelente desde el punto de vista del branding, pero podríamos no obtener los efectos positivos esperados", señaló.


"Un infierno"


Jerome Valcke, secretario general de la FIFA, dijo el mes pasado que para su entidad había sido "un infierno" tratar de organizar el evento en Brasil. La indignación es tan general que algunas autoridades dicen que la imagen del país se ha visto afectada por las deficiencias.

Brasil también enfrenta dificultades en un área en la cual su imagen en el exterior ya no es buena: la seguridad pública. Con el crecimiento de los delitos callejeros en Río de Janeiro, por ejemplo, los viajeros podrían enfrentarse a una mayor probabilidad de ser asaltados.

Como país, Brasil no ha definido una estrategia para su imagen fuera de los estereotipos de playas, el carnaval y la felicidad, y ahora no se encuentra preparado, señaló Raquel Goulart, directora de branding de Saravah, agencia de Río especializada en estrategia de mercado.