No basta con ser un buen gobernador en la provincia de La Pampa para ganarse el boleto de entrada a los esquivos clubes del poder en la capital del país. Hernán Blanco, el pampino sin partido que ganó las elecciones presidenciales con el eslogan "un hombre común", tiene claro que no posee un gran currículum político y que en su nuevo cargo deberá recurrir a la astucia y hasta a la zancadilla común y silvestre para salir jugando en el partido más importante de su vida. El match dura un fin de semana en un resort cordillerano chileno y se trata de una cumbre de experimentados presidentes latinoamericanos donde él es el recién llegado.
La cordillera, película en la que Ricardo Darín interpreta al presidente argentino Hernán Blanco, es también una cinta sobre la iniciación. En este caso, es la prueba de fuego de un hombre con seis meses en el poder al que la prensa, la oposición y hasta sus propios partidarios no le tienen demasiada confianza. Podría ser Mauricio Macri o cualquier otro que haya llegado a la política desde afuera. Durante el desarrollo de la historia, el espectador verá si Blanco sigue siendo "un hombre común" o se convierte en uno de aquellos conocidos de siempre. Pero, además, la cinta contempla la intromisión de otro jugador: es su hija Marina (Dolores Fonzi), una chica con desequilibrios emocionales a la que su padre insiste en mandar a llamar la cumbre.
Con un presupuesto de seis millones de dólares y un elenco multinacional, La cordillera inaugura este domingo el Festival Sanfic y llega la próxima semana a las salas chilenas. Viene precedida de su flamante estreno en el último Festival de Cannes. Ahí, sus actores y el director tuvieron un encuentro con algunos medios, entre ellos La Tercera, en la terraza del cuarto piso del Palais du Festivals.
"Lo que busca Blanco es ser alguien cercano a la gente, que es lo mismo que buscan todos los políticos", dice Ricardo Darín sobre su personaje. "Hernán Blanco no escapa a ese cliché: es un tipo que pasó de una intendencia a ser gobernador de su provincia y lo que sí se nota es que no está respaldado por uno de los tradicionales partidos históricos de Argentina. Cuando empieza esta historia no lleva más de seis meses en el poder y está preocupado de construir su imagen", agrega el actor de El secreto de sus ojos.
En la cinta participan además los chilenos Paulina García en el rol de la presidenta local y Alfredo Castro como el siquiatra que atiende a Marina. Al presidente mexicano lo interpreta Daniel Giménez Cacho (La mala educación) y como un negociador del gobierno de EE.UU. está Christian Slater (Mr. Robot).
Entre pasillos
En La cordillera no existen los cuentos de hadas. Al final de la reunión hay que llegar a un acuerdo comercial y todos quieren un buen pedazo del pastel. Si el mandatario mexicano busca un trato que lo beneficie necesita el apoyo de los argentinos y, en el camino, destrozar las ambiciones del líder brasileño. En medio, el argentino Blanco, que nunca antes pasó por este juego, tiene que aprender las reglas, participar y, en lo posible, ganar.
"Lo que presenta la película en un principio es un presidente aparentemente débil, que no cuenta con todo el apoyo de sus correligionarios ni tampoco de la prensa", explica Santiago Mitre, conocido además por sus cintas La patota (2015) y El estudiante (2011). "Los aspectos 'fantásticos' de la cinta (los problemas siquiátricos y las fantasías de su hija) nos ayudaban a darle fuerza a esa idea. El presidente Blanco aparece en principio como alguien sin mucha experiencia, sin recursos, pero, sin ánimo de contar el desarrollo de la trama, iremos viendo que no es tan así. O que al menos no siempre será así", añade el realizador.
De cierta manera Hernán Blanco es un populista que cultivó su base electoral fuera de la arena política tradicional, un poco en sintonía con varias figuras mundiales como Donald Trump en EE.UU. o el propio presidente Emmanuel Macron en Francia. Darín observa al respecto: "Algo ha ocurrido a nivel mundial de manera tal que se abrió una hendija para que en la política entren personajes que vienen de afuera del sistema tradicional de partidos y que saben leer las coordenadas adecuadas para hacerse elegir por sus pueblos o para responder a las necesidades del momento".
"Es una manera, también, en los que ciudadanos comunes y corrientes se acercan a las instancias de poder", agrega el actor. "Así es como, por ejemplo, devienen en funcionarios públicos personas sin carrera política. Ahora bien, en principio, todo el mundo tiene ese derecho. ¿Por qué un odontólogo no podría estar capacitado para entrar en la política o para ser presidente? Por otro lado, nosotros mismos muchas veces tendemos a desconfiar de alguien que viene de afuera del sistema tradicional. Es decir, no creemos ni en los políticos de profesión ni en los aparecidos. Desconfiamos de todo el mundo".
La película ha sido comparada con series como House of cards por su implacable descripción de una mesa de negociaciones. Aquí se exhibe la cocina de los futuros acuerdos de comercio, donde toda la etiqueta y los buenos modales desaparecen. Darín lo explica así: "La película muestra también esas negociaciones que se dan fuera del alcance de nuestros ojos. Se trata de conversaciones y acuerdos de pasillos, a los que nosotros, la gente común y corriente, no tiene acceso alguno. No tenemos idea. Por lo mismo se presta para fantasear en el terreno de una película y para elaborar historias. Es una de las cuestiones que más me atrajo de La cordillera".