La pompa y el lujo no pudieron ocultar este año que los desfiles de Alta Moda, en Roma, están en crisis.
El diseñador veterano Fausto Sarli fue el primero en anunciar el domingo que el próximo año sólo hará una pequeña muestra "para un círculo selecto" en su atelier (taller), y que por tanto se retira del evento.
Todo después de entusiasmar al público con una colección dedicada al ilustrador de moda René Gruau (1909-2004). Y de iniciar su desfile con un "modelo de la esperanza", un elegante vestido de noche blanco y negro cuya venta irá destinada a la población de Onna, una localidad arrasada por el terremoto de principios de abril en el centro de Italia.
Después de los aplausos llegó por tanto la seriedad, porque Sarli no es el único que dará la espalda a Roma.
"Si de 400 asistentes al desfile sólo compran algo ocho, se plantea la pregunta: ¿vale la pena?", resumió el jefe de Gattinoni, Stefano Dominella.
Un desfile cuesta unos 250.000 euros (más de 191 millones de pesos), pero desde mediados de 2008 los ingresos de la alta costura se redujeron en "un 40%".
CALMA
El diseñador jefe y socio de Dominella, Guillermo Mariotto, ve el asunto sin embargo con calma: "Empecé con 19 años en Gattinoni y ya entonces se hablaba de la crisis del sector de la moda. A pesar de ello hoy, después de más de 20 años, seguimos aquí y vivimos bien de ello".
La diseñadora estrella milanesa Raffaella Curiel, con sus famosos trajes, y Susanna Liso, con su elegancia chic de lana muy sentadora, exhibieron ya este año sus modelos con éxito fuera del programa.
Curiel se había despedido sobre la pasarela y ante la prensa el año pasado, tras una pelea con la directora de Alta Moda, Nicoletta Fiorucci. "Este es un típico evento italiano de quinta categoría y encima sin aire acondicionado", sentenció sin piedad.
La situación ha cambiado poco desde entonces, según los críticos. La organización es caótica, y se quejan de que los responsables, en vez de utilizar el fantástico escenario que ofrece Roma, realizan los desfiles en el poco atractivo auditorio o en el demasiado venerable complejo edilicio de "Santo Spirito in Sassia".
PASARELAS
El libanés Abed Mahfouz fue una excepción, pues destacó con su desfile el martes bajo el Arco de Constantino, junto al Coliseo, con vestidos de noche ostentosos inspirados en el arte barroco.
Sus trajes largos y opulentos con bordados en plata llegaban a su máxima expresión ante la histórica construcción bajo el cielo romano.
También el dúo formado por Antonio Grimaldi y Sylvio Giardina, de Grimaldi&Giardina, consiguió que los organizadores les dieran un escenario antiguo: ofrecieron al público vestidos de un rojo dorado de seda y chifón, no en el auditorio, sino en el Mercado de Trajano.
El sitio para los desfiles es, sin embargo, también una cuestión de dinero. "No podemos pagarle a cada estilista un lugar diferente", cita el diario "La Repubblica" a Nicoletta Fiorucci.
Pero según los entendidos, Fiorucci debería reconocer que si se van los grandes nombres, Alta Moda morirá. "Seguiremos con las nuevas promesas y la moda étnica", comentó la directora tras la despedida de Sarli.
"Un gran error", consideró el modisto Renato Balestra, cuyo desfile marcó el miércoles el punto culminante en la recta final de la que podría ser la última semana de la moda romana. "A mí personalmente se me llenarían los ojos de lágrimas", comentó respecto al posible fin de Alta Moda.