Histórico

La cruzada para elevar al "quilterrier" como la primera raza de perro chileno

Basta echar un vistazo al diario mural de la oficina del Kennel Club de Chile para saber que allí no hay lugar para quiltros. "Todo ejemplar que participe en las exposiciones debe tener su pedigree", se lee en uno de los carteles. A su lado, otro instructivo advierte de los "cruces prohibidos en las razas poodle" y un tercer documento deja en claro que, antes de cualquier inscripción, las camadas de pastores alemanes deben ser revisadas por el selecto club que agrupa a esos ovejeros.

Es un mundo excluyente el de los perros de raza, un selecto club donde la pureza es condición irrenunciable. "Si no cumple con el estándar, no puede ser inscrito. No podemos permitir que empiecen las cruzas, los mestizajes en este tipo de perros", explica Isabel Vásquez, la presidenta del Kennel, entidad que tiene el único registro genealógico oficial en el país.
 
Pero como buen chileno porfiado, hay un perro que quiere colarse. Nacido de la mezcla de perros eu-ropeos y canes autóctonos, de tamaño mediano, pelo corto, cuerpo blanco y cabeza manchada; un inconfundible chucho criollo. "Es el terrier chileno, el mismo de Condorito", explica Vásquez, en referencia a Washington, la fiel mascota del más chileno de los personajes de historieta. Y aunque algunos lo vean como un perro sin estirpe, tiene crédito suficiente para alzarse como el primer can de raza local.

La idea nació de César Maerten, criador y declarado seguidor, que impulsa desde 2007 el Club Nacional del Terrier Chileno, asociación que une a propietarios y productores para registrar ejemplares y promoverlos en busca del reconocimiento internacional.

Con ese objetivo, hace un mes, aproximadamente, completaron la inscripción de 432 canes -la meta era 400- para iniciar el proceso oficial. "La segunda etapa es formar línea de sangre, armar el pedigrí", cuenta. Para ello se necesitan ocho líneas de sangre distintas y así certificar que hay una historia tras la raza, un trabajo que debería estar listo en un plazo de tres años y donde participan especialistas de la Facultad de Veterinaria de la U. de Chile, que han tomado muestras de pelo y saliva para identificar el ADN.

DESCENDIENTE DE QUILTROS
Fueron europeos los que trajeron en sus barcos perros como el Fox Terrier Pelo Liso y el Bodeguero Andaluz, que "se cruzaron con los dos tipos de perros que tenían los mapuches", cuenta Vásquez. El más pequeño de esos canes autóctonos era llamado "quiltro", nombre que con los años sirvió para todo mestizo, huérfano y callejero. De allí salió el terrier chileno.

"Aunque el perro debiera llamarse quilterrier", dice la presidenta del Kennel.

La cruza se expandió por el campo y llegó luego a los cités, donde amplió su fama de buen ratonero. "Se le identificó con el proletariado, aunque también era un perro de latifundistas", afirma Maerten. Pero el can logró mantener un estándar que hoy podría elevarlo a la categoría de primera raza chilena. Un proceso que están dispuestos a apoyar los expertos. "Se necesita un trabajo metódico y nadie se había dedicado a ello, pero se puede hacer", señala Vásquez.

Mientras, los aficionados organizan exposiciones y tienen hasta ranking con los mejores ejemplares del país, donde el número 1 no podía tener un nombre más chileno: Chucha Madre, una hembra que tiene hasta su propio perfil en Facebook.

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