Aunque parezca algo raro de entender, la principal motivación de Alberto González pensando en los Panamericanos de Toronto fue un cambio reglamentario. "Se hizo mixto y eso me permitió subir a mi hija Trinidad", narra Tito en la tranquilidad de su casa, camino a Aculeo, después de conseguir su décima clasificación a una cita continental.
A estas alturas, Tito ya no hace historia, agranda su figura, la más exitosa del deporte chileno. Revise: diez Panamericanos con seis medallas, tres de ellas de oro, siete campeonatos mundiales y una presencia en los Juegos Olímpicos de 1984 resaltan en el ilustre palmarés del mejor exponente del lightning nacional.
Toronto será especial para González. "Partir con Trini hace tres años fue prácticamente de cero. Cuando se hizo el cambio, hablamos y comenzamos a entrenar lo más posible para afiatarse con el equipo y subir el nivel. Competir con una mujer, mi hija y partir de cero fue un cóctel interesante", asegura. Trinidad, de 23 años, toma el puesto que dejó su hermano Diego, con quien corrió en Guadalajara 2011. Los dos y Cristián Herman armaron un equipo que dominó América, con dos oros en 2007 y 2011.
La historia panamericana de Tito partió en 1979 en San Juan y terminó muy mal. "Fui con Tristán Aicardi y Fernando Gallyas y en el último día de entrenamiento nos dimos vuelta de campana por el viento. Tristán se enredó con los obenques, lo agarramos, pero no lo podíamos sacar. Ya estaba oscureciendo y llegó un lanchón que nos ayudó a cortar el cable. El barco quedó destrozado y perdimos el día arreglándolo. Fuimos novenos, fue mi peor Panamericano. El primero y el peor", rememora.
Las cosas cambiarían con la plata de Caracas 1983: "Fuimos con el 11011, el barco más exitoso de Chile. El barco llegó dos días antes de comenzar, no entrenamos y sacamos, para sorpresa mía, plata".
Fue la primera medalla en una cosecha que siguió en La Habana con 1991. El primer oro llegó en Mar del Plata 1995. "Ahí matamos. Teníamos un equipazo, con Germán Schacht y Cristián Herman, corrió un viento endemoniado, lo que nos acomoda mucho. Hasta nos apladieron los estadounidenses", cuenta. "Fue un proceso, pasaron 12 años. Uno lo va llevando y fue sensacional ganar".
De ahí, los triunfos no pararon, con dos oros consecutivos en Río de Janeiro y Guadalajara. Además, luce un bronce en Santo Domingo 2003, pero en otra serie. "Sacaron el lightning en último minuto y monté un J-24, sin ayuda de nadie, sin permiso de nadie. Terminamos de armar, pero no entrenamos. Pero sacamos el bronce", dice con orgullo.
Entre medio, brillan los siete mundiales ganados, seis de ellos lightning y uno en la clase Etchells, y una clasificación a Juegos Olímpicos, cuando compitió con Pablo Barahona en Los Angeles 1984 en la clase 470. "Vivimos en una casa rodante, con 500 dólares cada uno y entrenando casi de rebote con flotas que llegaban cada dos semanas. A pesar de eso, estaba feliz", afirma. Terminó 18º entre 28 equipos en su primera y única presencia.
Es que para Tito, ir a otra cita olímpica ya no es tema. "Se requiere mucho tiempo que ahora no tengo", dice, aludiendo a su trabajo como dueño de la Agrícola Mansel, exportadora de kiwis y maíz. "Nunca estuve dedicado ciento por ciento a eso, porque hay que cuidar el negocio", agrega. Eso sí, estuvo a punto de ir a otros dos juegos. En uno fallaron los recursos, en el otro fue por su condición física. "Para Seúl 1988, pesaba 68 kilos y era muy liviano, pensando que allá el viento sopla mucho. Subieron a Germán Schacht, que pesaba 84", dice entre risas.
A sus 56 años, la historia de Tito es amplia, pero el retiro ya aparece y él lo reconoce. "Me queda poco. ¿Llegar a Lima 2019? Hay que verlo, pero lo que sí tengo claro es que seguiré cuando esté al ciento por ciento. Si estoy a tres cuartos, hago una fiesta de despedida y hasta aquí llegamos", dice el líder del lightning nacional, aunque no quiera admitirlo.
"No me siento pionero ni punta de lanza, pero todo lo hecho ha sido en la medida de lo posible. Ahora, si somos un ejemplo, bienvenido sea. La gente quiere derrotar al líder", dice. ¿Hay aspirantes para vencerlo? "Hay tripulaciones buenas, pero faltan más. Creo que hay recursos, pero nos falta, como chilenos, mayor compromiso", apunta. Es la voz de la experiencia.