Recién en la noche del miércoles, 12 horas después del fallecimiento de Manolo Galván, apareció la primera noticia pública que alertaba de su deceso: su amiga y colega Tormenta (de nombre real Liliana Maturana) lo avisó a través de Facebook. Y hasta ayer, Wikipedia aún fechaba su muerte el día jueves, un día después de su último respiro. Impacto tardío y confuso, que da cuenta de la desaparición gradual -y desde el miércoles, definitiva- de uno de los cantantes más populares de la Nueva Ola en Latinoamérica: Manolo Galván.
Galván falleció en Buenos Aires, cerca de las nueve de la mañana, a los 66 años, debido a una falla respiratoria provocada por un enfisema pulmonar. "Estaba enfermo hace mucho tiempo", comenta el productor artístico del español durante varias de sus giras por Chile, Francisco Torres. La última -la presentación final del cantante de Te quise, te quiero y te querré- fue en Copiapó, para un festival organizado por la municipalidad de esa comuna. Fecha que refuta el supuesto retiro que en 2006 emprendió el músico.
"El no estaba retirado ni mucho menos", afirma la cantante Tormenta, al teléfono desde Buenos Aires, quien coincidió con Galván en los 70, cuando ambos integraban el sello RCA Víctor. El alicantino se instaló definitivamente en Argentina en 1981, lugar donde siempre tuvo éxito, desde una primera gira sudamericana que emprendió en 1972.
"Le fue muy bien en España hasta los años 80. Tenía cuatro presentaciones semanales", recuerda José Alfredo Fuentes, quien vivió en la casa madrileña de Galván en 1973, cuando el hombre de Por qué te marchas, abuelo se encargó de la producción de su disco Voy pasando por la vida. Por esos días lo acompañó como músico: "Yo era un desconocido y desde ahí veía el tremendo intérprete que fue".
BOHEMIO BRAVO
"Al final, no estaba muy presente en los medios, porque estaba en otra etapa", explica Tormenta. La última escala televisiva en Chile fue en el programa Cada día mejor, de Alfredo Lamadrid. El animador lo recuerda desde los días de la revista Ritmo, cuando el cantante era introducido a la juventud a la par de otras figuras como Palito Ortega.
Hace cinco años, sin embargo, el ex ídolo juvenil había cambiado radicalmente. Se le veía "delgado, deteriorado por la edad", describe Lamadrid. Coincide con el retrato de sus cercanos: siempre bohemio, cigarro en boca, agitando algún vaso. "Era de los que aguantaban hasta las seis de la mañana conversando", añade José Alfredo Fuentes, que lo vio por última vez en Antofagasta, hace tres años, hasta donde llegó fumando y con un vaso de whisky al hotel. Y un bastón -"que siempre me pareció era más para tirar pinta", cuenta Fuentes-. "¿El bastón? Tuvo un problema en la rodilla", explica Tormenta.
Nada, sin embargo, que impidiera su permanencia en los escenarios hasta el último día. Antes de morir, sufrió una descompensación. Entre sus músicos lo acompañaba su hijo Gonzalo, que a la vez ejercía como representante. También, su ex mujer Natalia vigilaba sus actuaciones. "Así no se desbandaba", ríe Fuentes.