El número de víctimas no para de aumentar en Liberia, Sierra Leona y Guinea, los tres países más afectados, con "más de 2.400 muertos", según el último balance difundido el viernes por la Organización Mundial de la Salud (OMS), o sea dos veces más que hace un mes (1.000 fallecidos).
A pesar de que se trata, con diferencia, del mayor brote de fiebre hemorrágica desde la aparición de la enfermedad en 1976, "no hay mercado", lamenta Noël Tordo, director de la unidad de Estrategias antivirales del Instituto Pasteur de París.
El número de casos ronda los 5.000, de los que la mitad se mueren. Pero a pesar de todo, "francamente no son cifras enormes", estima el doctor Tordo.
Lo mismo destaca el codescubridor del virus del Ébola, el belga Peter Piot: "Antes de esta epidemia en África del oeste, el ébola no era un problema de salud pública, sino una enfermedad muy rara".
"Hasta ahora había muy poco interés a todos los niveles y no sólo en la esfera farmacéutica", recalca Piot, director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Hasta ahora, el virus había causado en el espacio de unos cuarenta años "menos de 2.000 muertos en lo más recóndito de África", y a nadie parecía importarle, comenta el especialista francés Sylvain Baize (Pasteur/Inserm).
Muy pocos equipos en el mundo habían podido trabajar sobre este virus, que necesita un recinto de confinamiento especial debido a su peligrosidad, recalca este responsable del Centro nacional de referencia de las fiebres hemorrágicas virales de Lyon (Francia).
El temor a una amenaza bioterrorista, en particular después del 11 de septiembre 2001, ha permitido "dinamizar" la investigación porque "se ha caído en la cuenta de que el ébola podría ser utilizado por grupos terroristas", explica el doctor Baize, el primero en determinar la cepa viral responsable de la actual epidemia.
Fue principalmente de Estados Unidos -del Pentágono o de los Institutos de salud (NIH)- de donde llegó el dinero para la investigación sobre los tratamientos y vacunas.
Pero desde el brote de la enfermedad en África occidental al comienzo de este año, las grandes compañías farmacéuticas han cambiado su política respecto a este virus. "Las cosas cambian y dos grandes compañías están invirtiendo en vacunas: GSK y Janssen", asegura Piot.
Una vacuna experimental de la compañía inglesa GSK será administrada por primera vez a voluntarios a partir de septiembre, y el grupo estadounidense Johnson & Johnson, casa matriz de Janssen, anuncia la aceleración de "un programa prometedor de vacuna".
Este último programa cuenta con el apoyo financiero del Instituto Nacional contra las Alergias y las Enfermedades Infecciosas (NIAID, Estados Unidos).
Su director, Anthony Fauci, explica a la AFP que "antes no había incentivo alguno, pero ahora todo el mundo ve que hay un gran problema y cada día se involucran más compañías".
Varias firmas trabajan paralelamente en la elaboración de tratamientos curativos, a menudo con fondos públicos: ZMapp (EEUU), Avigan (Japón) o TKM-Ebola (Canadá).
Pero estos tratamientos todavía son experimentales, no están homologados y el tema de la financiación volverá a saltar a la palestra en el momento de la producción y de la distribución, recalca la especialista británica en temas de bioética Annette Rid (King's College).
"El dinero público desempeñará probablemente un papel importante", estima Rid, para quien el ébola es y seguirá siendo "una enfermedad huérfana", es decir minoritaria.