Así como la Presidenta Dilma Rousseff, reelecta el domingo, tendrá grandes desafíos en la política para reconciliar a Brasil después de las elecciones más polarizadas de los últimos 25 años en ese país, en el ámbito económico la tarea tampoco será menor. La mandataria deberá abocarse a la difícil misión de recuperar la confianza del empresariado y del mercado financiero, para estimular la inversión y sacar al gigante sudamericano del estancamiento económico.
Y como era predecible, los mercados brasileños reaccionaron con retrocesos ayer tras la reelección de la candidata del Partido de los Trabajadores (PT), al ver anuladas las expectativas que tenían los inversionistas de un cambio en las políticas económicas del país. El principal indicador de la Bolsa de Valores de Sao Paulo, el Bovespa, cerró finalmente con una caída de 2,77%, después de haber retrocedido más de un 6% en los primeros minutos de la jornada. El referencial cerró así con su menor nivel desde el 15 de abril, informó el portal G1 de O Globo. La principal presión negativa del índice fue el desplome de las acciones de Petrobras, con 12,33%. La petrolera estatal -afectada por problemas de corrupción- finalizó la jornada con su mayor caída desde noviembre de 2008. El real también cayó 2,35%, cotizado a 2,52 frente al dólar, tras haber llegado a desplomarse casi 4% al inicio del día.
"El mercado está reaccionando al resultado de las elecciones. Una parte ya lo había anticipado la semana pasada (cuando la Bolsa ya se contrajo 6,7%), después de que Rousseff avanzara en las encuestas", dijo André Leite, analista de TAG Investimentos.
A diferencia del ambiente optimista de 2010, cuando Rousseff fue electa en medio de un importante alza económica del 7,5%, la mandataria va a iniciar su segundo mandato con un país estancado, cuya previsión de crecimiento es casi cercana a cero, y con una inflación de 6,75% en el acumulado en 12 meses, sobre el techo de la meta. La propia jefa de Estado, después del debate del viernes en O Globo, señaló que la recuperación del crecimiento en 2015 debe ser "moderada". El domingo, poco después de votar, el ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, dijo que la economía está en recuperación y debe crecer 2% en el segundo semestre, pero admitió que el próximo año no será fácil y "demandará ajustes".
El propio Mantega aseguró ayer que los mercados se calmarán ahora que terminó el ruido generado por las elecciones. A su juicio, la volatilidad vista durante la jornada también fue reflejo del escenario externo. Incluso, en una declaración destacada por los principales medios brasileños, afirmó: "Estoy feliz con el resultado de las elecciones, eso muestra que la población está aprobando la política económica que estamos haciendo".
"Es urgente que la presidenta anuncie esta semana quién será su ministro de Hacienda", enfatizó el economista jefe de Gradual Investimentos, André Perfeito. Según O Globo, en el empresa- riado, el nombre más comentado es el del actual ministro de la Casa Civil (jefe de gabinete), Aloizio Mercadante, por contar con la confianza personal de la presidenta. Sin embargo, sostiene el periódico, "él causaría mayor resistencia por indicar una profundización del actual modelo". Similar opinión mani- fiesta Thiago de Aragao, analista político de la consultora Arko Advice, de Brasilia, quien explica a La Tercera que "Mercadante no representa un nombre que transmita confianza y credibilidad al mercado. El es un político y hoy el mercado quiere un nombre técnico para el sector", dijo. Otro de los nombres que suena es el del ex secretario ejecutivo de Hacienda Nelson Barbosa, quien agradaría más al mercado porque representaría una señal de mayor control de las cuentas públicas, motivo de las divergencias que lo hicieron dejar el gobierno.
"El próximo cuadro de operadores de la política económica será difícil de escoger", dijo a este medio Roberto Romano, politólogo de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp). A su juicio, recuperar la confianza de los agentes económicos es una tarea "dificilísima" para Rousseff. En ese sentido, recordó que durante la campaña, João Santana, el encargado de la propaganda de Dilma, "presentó a los empre- sarios y bancos como 'enemigos de los pobres'. Atacó de modo duro al sector de las finanzas".