Isis Mascareña (25) se mueve con decisión en el ring de entrenamiento del gimnasio del Team Pardo que corona la esquina de Diez de Julio con Vicuña Mackenna, en el inicio de la comuna de Santiago. Con esa misma convicción lucha contra la nostalgia y sueña con darle un mejor pasar a Antonella, su hija de tres años y medio, que se encuentra al cuidado de su madre, a 3.001 kilómetros de la capital, en la austral localidad de Porvenir.
"Nos contactamos por videollamadas de Whatsapp. Es un alivio, estoy un poco más tranquila. Mi hija ya se adaptó con mi mamá. Al principio me llamaba para que la fuera a buscar porque me echaba de menos. A mí también me costó adaptarme bastante. La extraño. Y al levantarme todos los días en la mañana para hacer mi entrenamiento, pienso en ella, que es mi fortaleza. Soy madre soltera y todo esto lo hago por nosotras dos. Mi idea es traérmela con mi mamá", dice la pugilista que enfrenta hoy a la argentina Jorgelina Pasternostti, en el Gimnasio Municipal Doñihue, de San Ramón, en su segundo combate como profesional.
Oriunda de Castro, Isis dejó la ciudad chilota para radicarse en la capital. No es la primera vez que se aleja de su entorno para perseguir sus sueños en el boxeo, una actividad que ha acompañado a su familia desde siempre. "Mis hermanos fueron campeones de Chile y no llegaron más arriba por un tema de apoyo económico", cuenta.
La primera vez que dejó su tierra fue a los 16 años. Cruzó casi todo el país para establecerse con lo puesto en Arica: "Tuve problemas familiares de pequeña y me fui para buscar una salida. Eso también está relacionado con la muerte de mi papá en un accidente de tránsito, cuando yo tenía nueve años. Él trabajaba en un colectivo y fue él quien me inculcó el boxeo desde muy pequeña. Desde los seis años".
En el norte permaneció un año y medio hasta que su hermano mayor, Francisco, abogó por su regreso a la isla. "Estuve un año y medio en Arica, arrendaba una pieza y trabajaba como garzona en pubs y entrenaba. Mi hermano, tricampeón de Chile, se enteró de que me había metido a una escuela de boxeo y que había tenido mi primer combate. Me mandó a buscar para encargarse de mi carrera en Chiloé, pero por problemas económicos no lo pudimos hacer", relata.
Igualmente se las arregló para participar en algunos combates. Entre puño y puño se cruzó con Claudio Pardo, el hombre detrás del éxito de Crespita Rodríguez.
"Antes de que quedara embarazada, ya habíamos conversado. Hace como dos años me dijo que sí, pero estaba allá en el sur. No servía que estuviera allá, no la podía entrenar a la distancia. Así que se vino, pero no aguantó estar lejos de su hija. Estuvo seis meses y se devolvió. Pero desde febrero de este año está acá. Eso sí, en este nuevo proceso vamos a tener que dosificar. La idea es que viaje a ver a su hija cada cierto tiempo", afirma Pardo.
El proceso que menciona el entrenador contempla la realización de siete combates para ir sumando experiencia y a fin de año ir por el cinturón latinoamericano en la categoría minimosca. "Sería el primer cinturón en mi carrera. Hay que buscar experiencia, más combates y subir el récord, para ir en septiembre del próximo año por el título mundial, que es mi gran sueño", dice Isis, apodada La Diosa, aprovechando el origen de su nombre.
Su rutina en Santiago es intensa y no admite licencias. "Arrendé mi casa en Chiloé y con eso mismo me costeo un departamento aquí. Entreno y hago clases de boxeo acá en el gimnasio. Además, estoy terminando la Media, haciendo el tercero y cuarto. Estudio por aquí cerca, de una y media hasta las seis de la tarde. Tengo permiso para retirarme una hora antes, el director del liceo me apoya", detalla.
Ese afán por superarse entusiasma a su coach, quien no titubea en hacer una ambiciosa apuesta. "Firmo ante notario que va a ser campeona del mundo. Tiene todo lo necesario para triunfar: el hambre de ser campeona y de cambiar su vida para darle un mejor pasar a su hija. Lo veo día a día; veo lo que hace, lo que dice, lo que piensa y lo que siente. ¡Hay una motivación tremenda! Eso, sumado a la garra que le pone al entrenamiento, lo obediente, inteligente, esforzada y lo fuerte que le pega, me hacen creer que lo va a conseguir".
Dueña de un respetable gancho y una potencia inusitada para su metro y 52 centímetros, la chilota ilusiona. "Auguro peleas cortas por lo fuerte que pega", sostiene un entusiasta Pardo, quien reconoce que resucitó viejos sentimientos con su nueva discípula: "Siento el mismo entusiasmo, las mismas ganas y veo los mismos problemas de financiamiento y cobertura que cuando comencé con la Crespita. Deportivamente, Isis todavía no es nadie. Pero mi palabra queda empeñada. Va a ser campeona".
Hoy será un buen día para acercarse un poco más a ese sueño.