Se persignó cuando pisó el escenario. De la mano de Gustavo Meza, en noviembre de 2012, Jorge Becker era Hamlet, el príncipe de Dinamarca. El protagónico de los protagónicos. “El trabajo de Jorge fue muy bien recibido, vino gente de afuera y se sorprendieron mucho con él. Este año, pensábamos remontar la obra, así es que espero que se recupere pronto”, dice Meza, director además del Teatro Imagen, escuela de la cual Becker egresó en 1999 con Jethro o la guía de los perplejos de Benjamín Galemiri.
Actor, cuyo trabajo anterior a Hamlet, con Aleko en Neva (2006) y Jorge en Diciembre (2008), marcó el canon del teatro chileno de las últimas generaciones; hoy está recuperándose en casa, con familiares y amigos cercanos, de una leucoencefalopatía que detuvo en lo inmediato su participación en la obra Happy End y, por un tiempo, el resto de sus planes. No sin antes, dar la pelea. “Logró ensayar más o menos un mes. Todo fue muy repentino. La salud no fue compatible, y tuvo que partir. Jorge no entró en su cien por ciento, ya se sentía raro, pero no sabía mucho lo que era”, explica Alvaro Viguera, director del montaje que este martes tendrá una función en apoyo al actor en el GAM, una cruzada a la que se han sumado gran parte del medio teatral. Dice la actriz Paula Zúñiga: “Nadie ha hecho la vista gorda”.
Con el alta en mano por el Hospital San Juan de Dios, la afección que sufrió Becker le comprometió el sistema motor y el habla. Lo que requiere un trabajo de recuperación en tres áreas: fonoaudiología, terapia ocupacional y kinesiología. Se trata de una recuperación lenta y que, mensualmente, exige un monto superior a los dos millones de pesos. “Está reaccionando súper bien al tratamiento; de esto, va a salir”, confía Trinidad González, quien junto a Zúñiga, el dramaturgo Guillermo Calderón y Becker, aunaban fuerzas en la compañía Teatro en el blanco: “La Pauli y yo lo queremos como un hermano, pero quienes han trabajado con él, aunque sea un rato corto, siempre lo quieren mucho. Hay una solidaridad inmediata porque te da pena que una persona dulce, creativa, divertida, muy generosa, esté así”, detalla González.
La función del día martes no será la única. Continuará Villa, en el Teatro de la Palabra, Heterofobia, en Sidarte, El malentendido, en Matucana 100 e Hilda Peña en el Teatro La Memoria.
Tras Hamlet en 2012, Becker siguió con otro protagónico de Shakespeare: Macbeth. Antes, fue Berlín no es tuyo (2011); obras infantiles para UNICEF invitado por Alejandro Trejo; y Loco Afán, dirigida por Rodrigo Pérez. También pasó siete años bailando bajo el alero de Paulina Mellado, se adjudicó un Altazor, e incursionó en la dirección con Malabia, basada en una novela de Diamela Eltit. La itinerancia con Teatro en el blanco duró cerca de dos años, exigiendo mucho tiempo. Una vez terminada la gira, probó suerte en otra plataforma: la televisión, participando de la serie Puerto Hambre (UCV) de Marcelo Ferrari, La canción de tu vida y Socias (TVN). En las últimas dos, compartiendo con Elisa Zulueta: “Es un actor meticuloso, súper riguroso. Tiene un humor negro exquisito”, cuenta.
“Es muy inquieto, con muchas ganas de saber, de ir más allá. No es cachetón, es muy atento, escucha consejos, y finalmente él hace lo que le parece, pero escucha. Tiene una cosa como de niño. De preguntar los por qué”, dice Gustavo Meza.
Pocos han movilizado al mundo del teatro, tan rápido, tan masivamente, como él. Sobre este poder de convocatoria, Trinidad González dice: “Jorge tiene millones de cualidades que hacen muy grato tenerlo cerca”.