La economía y la lucha por la sucesión marcarán fin de mandato de Cristina K

El fallo por los holdouts y el procesamiento de Amado Boudou aparecen como dos de los desafíos que enfrentará la mandataria.




A la Presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, le resta un año por delante para enfrentar una serie de desafíos, resolver problemas ineludibles y marcar las líneas de lo que será el futuro de su sector y de su carrera política. Son como mucho 13 meses, de aquí a agosto de 2015, cuando se deben realizar las primarias obligatorias, momento en que la campaña electoral estará probablemente desatada, los candidatos virtualmente definidos y la mandataria ya en un segundo plano, a la espera de que el cronograma electoral se complete y ella deje la Casa Rosada en diciembre, tras 12 años en el epicentro del poder (desde que su esposo asumió en 2003).

Se trata de un período que puede ser determinante para el recuerdo de su gestión, para la calificación de su legado y la construcción de un eventual regreso. Eso, dependiendo de cómo logre desenredar la madeja se le viene por delante. Sin embargo, el fallo adverso por los holdouts y el procesamiento de Amado Boudou friccionaron el inicio de este último año y ya aparecen como dos de los grandes desafíos que enfrentará la mandataria argentina.

El caso de los llamados "fondos buitre", los bonistas que no pactaron con el gobierno argentino y que les dio la razón la justicia estadounidense, viene a complicar la gestión kirchnerista. De hecho, el lunes comenzó a correr el período de 30 días en los cuales Buenos Aires debe lograr un arreglo en la negociación con los holdouts, lapso otorgado por el juez neoyorquino Thomas Griesa. Eso para evitar que Argentina caiga en un default técnico de su deuda pública. Parece existir un consenso entre los distintos sectores transandinos sobre la necesidad de abandonar la actitud de trinchera y pactar un acuerdo con los bonistas. Eso porque, de no alcanzar un pacto, complicaría la ya golpeada credibilidad del país y el conjunto de la economía nacional. "La solución es llegar a un acuerdo y la solución es pagar, obviamente", dijo el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.

"El peor escenario es el que planteó CFK en un discurso por cadena nacional: que perdamos todos los juicios y que tengamos que pagar en billetes de dólar y sin plan de pagos. El más extremo de los escenarios sería que, después de eso, toda la reestructuración caiga, y que una catarata de bonistas que ya reestructuraron vuelva a litigar. Eso sería el equivalente a 100 tsunamis. Pero la probabilidad de que eso se dé tan crudamente es muy baja. Esperamos que el Estado argentino arregle algo, que seguramente va a dejar al Tesoro más debilitado, pero sin llegar a la quiebra", destacó a La Tercera el analista Julio Burdman.

Así, la situación económica es quizás el mayor problema al que se enfrenta Cristina K. El país está en recesión, con una alta inflación y una situación de empleo inestable y con indicadores sociales cada vez más preocupantes. Por eso necesita atraer a los inversionistas y posibilitar el crecimiento. Las negociaciones con Repsol y el Club de París van en esa línea. La economía argentina comenzó a enfriarse en 2013 y, pese a cerrar el año con un crecimiento del 3%, ingresó en una recesión al acumular dos trimestres consecutivos de contracción. La elevada inflación -según analistas, cerca del 30% anual, lo que la sitúa entre las cuatro más altas del mundo- golpea el consumo doméstico, lo que, sumado a la escasez de inversiones, llevaron a la retracción económica. Además, de caer en cesación de pagos, se extremaría la escasez de dólares que ya experimenta Argentina.

En este momento complejo se sumó el procesamiento del vicepresidente Boudou. El "numero dos" de Fernández fue encausado por los cargos de cohecho y negociaciones incompatibles con su cargo, cuando era ministro de Economía, como partícipe de la maniobra ilegal para comprar la imprenta Ciccone, delitos penados con hasta seis años de cárcel. Hasta el posible inicio del juicio oral puede pasar un año, en una teleserie de apelaciones, fallos y consultas a otras instancias judiciales, período en el que la presidenta deberá evaluar si el costo político de mantener ese "peso muerto" es menor o no al de forzar su renuncia y ceder ante la presión de sus opositores y detractores.

El caso Boudou así como la continua caída en los sondeos de la imagen de la Presidenta Fernández -cuya aprobación está hundida bajo el 30%- dificultan cada vez más que la mandataria tenga la fuerza e influencia suficientes para imponer un nombre con el fin de reforzar la candidatura presidencial kirchnerista para los comicios de octubre de 2015. Quien se muestra mejor ubicado es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, pero no cuenta ni con el respaldo ni de ella ni de los más fervientes militantes K, debido a su perfil de peronista tradicional. Cristina Fernández deberá evaluar entre apostar a un posible ganador (Scioli) o imponer, en la medida de lo posible, otros nombres, como el del gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, o del actual ministro del Interior y Transportes, Florencio Randazzo, quienes podrían ser más fácilmente derrotados por el peronista disidente Sergio Massa.

Sin embargo, es un secreto a voces que Cristina Fernández quiere jugar sus fichas pensando en 2019, por lo que quizás no le desagradaría que ganara el alcalde de Buenos Aires, el opositor Mauricio Macri (PRO, derecha) y volver ella a la Casa Rosada sólo después de un paréntesis, inspirándose en el "libreto" que le gustó: el de Chile con Bachelet-Piñera-Bachelet.

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