Pedro (21), quien pide sólo identificarse así, es maestro de la construcción y en marzo comenzará a estudiar Administración de Empresas en un instituto profesional. Un logro que lo enorgullece, pero en su caso el mérito es doble, ya que hace más de un mes cumplía condena en un Centro de Internación Provisoria (CIP) del Servicio Nacional de Menores (Sename).
"Si me hubiesen dicho hace 10 años que yo podía llegar hasta aquí, creo que nunca hubiera robado. No pensaba que podría llegar tan lejos", revela. Sólo alcanzó a terminar octavo básico, cuando comenzó a delinquir y se alejó del colegio hasta que fue a dar al Sename. Ahí estuvo 18 meses en un Centro de Internación, período en el que retomó sus estudios gracias a los cursos que le ofrecieron internamente. Un paso clave a su juicio. "Hubo personas que me ayudaron a salir adelante, me dejaron cosas que valoro mucho hoy", explica.
La historia de Pedro es una de esas que se cuentan como hazaña en el Sename. Rescatar a un interno es un trabajo que exige esfuerzos superiores. Según Sename, alrededor de un 77% de los jóvenes que ingresan a centros privativos de libertad, lo hacen desescolarizados, por lo que "nos encargamos de que estos jóvenes recuperen su nivel educacional y que se pongan al día los que están atrasados", explica Mario Acuña, jefe del Departamento de Justicia Juvenil de Sename. En el caso de los que estaban estudiando, la entidad busca que no se atrasen y sigan estudiando al interior de los centros, para que puedan completar su educación básica, media o ambas.
Este año un total de 217 jóvenes que forman parte del sistema de justicia juvenil rindieron la PSU, de los cuales 59 lograron una matrícula en la educación superior. De ellos, 17 ingresarán ahora en marzo a la universidad y cuatro para estudiar Derecho.
La Región Metropolitana es la que tiene el mayor número de adolescentes que ingresaran al sistema de educación superior, con 19, y le sigue La Araucanía, con siete.
"Es un trabajo logístico, que depende de los factores de protección que tenga cada joven", manifiesta Acuña y que tienen que ver con sus familias, lo que se usa como motivación para que trabajen o estudien.
BECA EXCELENCIA
Bastián (19) está desde el año pasado estudiando para ser técnico en prevención de riesgos. Asiste a un instituto gracias a una beca de excelencia académica que se ganó por su puntaje PSU. Al igual que Pedro, estuvo en un CIP de Sename. Marcelo sólo llegó hasta primero medio. Fue en esos años cuando, luego de cometer un robo con intimidación, ingresó al sistema de justicia juvenil. Estuvo tres meses y salió en libertad, pero al poco tiempo volvió a caer. Fue condenado por robo con violencia, por lo que quedó en uno de los centros de internación cerrado que tiene Sename.
"No estaba ni ahí con ir al colegio", recuerda sobre su época escolar. Fue dentro de su estadía en el Sename que surgieron las ganas de aprender. "Cuando estuve en internación provisoria terminé de sacar la enseñanza media", explica, y agrega que fueron los funcionarios y trabajadores sociales de la institución quienes lo ayudaron a salir adelante.
Si pudiera corregir algo en su vida afirma que no haría las cosas que hizo, que pensaría más en su futuro. Ahora, se proyecta y quiere seguir estudiando en los próximos años, lograr su título y seguir con ingeniería. Actualmente lleva unas cuantas semanas trabajando junto a su padre en la construcción.
PIDEN MÁS APOYO
El 2013, gracias a una modificación hecha el año anterior a la ley 20.084, los directores de los centros cerrados de Sename pueden autorizar la salida a los adolescentes para ir a estudiar o trabajar.
Son ocho los jóvenes privados de libertad que estudiarán este año. Siete lo harán en un instituto, y uno ingresará a la Universidad de Santiago, aunque en la entidad prefieren reservar la identidad y carreras de los favorecidos.
Todos ellos deberán financiar sus carreras. Según Acuña, no existe una beca en particular que administre Sename. "A pesar de esto, en los casos en donde identificamos a un joven que cumple con un determinado perfil, hacemos gestiones como servicio, no necesariamente con el Mineduc, sino que con la universidad o centro de formación técnica", señala Acuña. Lo hacen con el fin de conseguir algún tipo de beca o beneficio arancelario, "pero no existe una política pública diseñada específicamente para estos jóvenes", agrega Acuña.
Para el jefe del Departamento de Justicia Juvenil, debería existir una política clara al respecto. "Creo que en el contexto de la reforma educacional, se le debería dar una mirada especial a estos jóvenes, que ciertamente necesitan más ayuda que otros dentro de la sociedad. Si estamos pensando en dar educación pública y gratuita, ellos también deberían estar considerados en ese proyecto", manifiesta Acuña.
Desde Sename señalan que se han iniciado las conversaciones con el Mineduc para ver de qué manera se podrían integrar estos jóvenes a la reforma.