Se suele decir que la ocasión hace al ladrón, y eso es lo que podría haber sucedido el viernes pasado, cuando a eso de las 18 horas, un sujeto descolgó un pequeño óleo de 15 x 15 centímetros del artista José Pero Godoy (1985) y lo sacó del Museo Nacional de Bellas Artes, sin que nadie lo notara. Los guardias no vieron nada y tampoco sonaron las alarmas. De hecho, el robo lo descubrió recién al día siguiente el asistente del artista, Gaspar Alvarez, quien fue a visitar la muestra y vio que en lugar de la obra sólo habían dos solitarios clavos en la pared. Recién entonces la vigilancia del museo revisó las cámaras de seguridad donde se registraron los movimientos del ladrón.

Ayer, el director de la pinacoteca nacional, Roberto Farriol reconoció un falla en el protocolo y la necesidad de tener una mayor dotación de vigilantes. "En la mañana di instrucciones para dar inicio a un sumario, que arrojará las responsabilidades. Esto no es normal, hubo un protocolo muy estricto que no se siguió y debemos analizar exactamente qué fue lo que no se hizo. Hay un diagnóstico que sí se repite y es que nos hacen falta recursos para tener mayor personal de vigilancia, lo ideal es tener un guardia por cada sala", dice Farriol.

El año pasado visitó Chile, invitada por la Dibam, la española Sonsoles Navas, jefa de Seguridad de Museos del Ministerio de Cultura de España, quien realizó diagnósticos de varias instituciones locales, entre ellas la pinacoteca nacional. "Ella justamente nos sugirió que la vigilancia humana debía crecer, y era algo que teníamos planeado ejecutar durante este año, pero el reciente robo acelera el proceso. En cuanto a la tecnología no estamos mal, tenemos cámaras y sensores de seguridad cuando se cierra el museo, pero la presencia humana es fundamental", agrega el director.

Debido a que la denuncia en Carabineros se hizo recién el sábado, ayer aún no comenzaban los peritajes en la escena del crimen. De todas formas la sala donde se exhibe el resto de las obras de José Pedro Godoy estará cerrada a público hasta que el procedimiento policial haya terminado; luego la muestra Historia violenta y luminosa seguirá abierta hasta su fecha de cierre: el 19 de marzo.

Por estos días el museo del Parque Forestal no ha sido el único afectado por un robo de arte. La noche del 1 de febrero, Prima Galería, espacio de arte contemporáneo ubicado dentro de un centro comercial en Vitacura, también sufrió un violento asalto, en el que cinco individuos en una camioneta alunizaron en los ventanales de la galería y se llevaron un botín de 17 obras, entre grabados, fotografías y óleos, de artistas como Roberto Matta, Roser Bru, Matilde Pérez, Francisco Smythe, Gonzalo Cienfuegos y Tomás Munita. Hasta hoy, la sala permanece cerrada debido a la reparación de las dependencias y de los sistemas de seguridad. A diferencia del robo en el Bellas Artes, Carabineros ya hizo las primeras pericias.

"Esto fue como a las 12 de la noche, los tipos entraron y con una piedra rompieron los ventanales, las cámaras grabaron todo, demoraron un minuto en sustraer las obras. Entre ellas había varios grabados de Matta, un dibujo, y creo que lo más valioso era una óleo de Roser Bru de los 80, una obra única", cuenta Pablo Repetto, director de Prima Galería, quien en el momento del robo estaba fuera del país. "Nosotros estamos ubicados dentro de un stripcenter, que tiene sus propios guardias y medidas de seguridad; tenemos cámaras pero de seguro vamos a reforzar la vigilancia", agrega.

Encargo y oportunidad

Las diferencias entre los recientes robos saltan a la vista: un hurto silencioso y con un solo sospechoso en el caso del Museo de Bellas Artes, mientras que el de Prima Galería es de carácter violento y con varios involucrados, a la manera de bandas criminales.

Según Cristian Vásquez, jefe de la Brigada Investigadora de Robos (Biro) Oriente, organismo que investiga de forma especializada y en paralelo a Carabineros, el robo de arte por encargo es una realidad en Chile. "Existen grupos organizados que actúan a pedido de terceras personas, en esos casos las obras van a parar al extranjero, ya que son difíciles de comercializar en el país. Ha sucedido también que en procedimientos de la Brigada de Narcóticos se han encontrado obras de arte desaparecidas en poder de traficantes", explica Vásquez. En el sitio www.policia.cl hay un registro de varias obras de arte robadas que está en línea con Interpol.

Para proteger las obras de arte, la policía recomienda fotografiar cada pieza y desde diferentes ángulos como registro de propiedad; instalar cámaras de seguridad y cuando se trata de obras de gran valor, incorporarles sensores con tecnología GPS. Además, si el coleccionista se va a ausentar de su casa o del lugar donde tiene las obras, se sugiere guardar las piezas en cajas fuertes o bóvedas de seguridad en los bancos.

Entre los asaltos por encargo es recordado el caso del fallecido coleccionista Ricardo Mac-Kellar, quien en 2008 y mientras dormía en su casa de Quillota, sufrió el robo de 35 pinturas, de artistas como Pedro Lira, Juan Francisco González y Arturo Gordon. "Ellos hicieron una selección, fue como un robo por encargo", opinaba Mac-Kellar en esa ocasión. Al año siguiente la PDI recuperó 18 obras, luego de hacer una pesquisa por distintos puntos de venta de arte. "Constantemente estamos haciendo controles en las casas de antigüedades, porque son los lugares más usuales donde van a parar este tipo de objetos", dice Vásquez. Ese mismo año Mac-Kellar decidió donar su colección a la Corporación Cultural de Las Condes, la que se exhibe de forma permanente en el Museo Santa Rosa de Apoquindo.

Otro robo que tiene "tintes" de encargo es el que afectó a Ekho Gallery el 26 de agosto de 2016, en el que a plena luz del día, dos sujetos entraron al espacio de calle Merced y mientras uno despistaba a la encargada, el segundo sustraía cinco fotografías de pequeño tamaño del reconocido autor peruano Martin Chambi. Los antecedentes fueron entregados de inmediato a la PDI y el caso pasó a Fiscalía, pero hasta hoy las obras no han aparecido. "Fue un hurto a plena luz del día. Los tipos bajaron al subterráneo y sacaron las fotos que estaban dentro de un vitrina", señala el director de Ekho Gallery, Luis Binimelis. "Es sospechoso porque son obras de mucho valor, que no aprecia cualquier persona. Por primera vez teníamos algo así de valioso, que se cotiza internacionalmente, entonces da para pensar que fue por encargo. Fue una gran pérdida, porque las obras las teníamos a concesión y hubo que pagarlas", agrega.

En tanto, la obra hurtada de José Pedro Godoy, que bordea los $ 700 mil, lleva a recordar otros casos en que las motivaciones de los ladrones no han sido necesariamente económicas. En 2005, el mismo Museo de Bellas Artes se vio involucrado en el robo de una escultura de Auguste Rodin, proveniente de Francia, que al día siguiente fue devuelta por un estudiante de la U. Arcis, quien luego resultó ser el ladrón y que se justificó diciendo que la acción había sido parte de un proyecto de arte. O en 2013, el MAC de Parque Forestal sufrió el robo de una obra de Damien Hirst, de la colección privada de Juan Yarur, quien por esos días exhibía su acervo en el museo. Durante un concierto público de Los Jaivas, una persona entró al museo y sacó el grabado; cuatro días después fue recuperado por un guardia que la encontró dentro de la Universidad Alberto Hurtado.

Para el comisario Cristian Vásquez estos casos son inusuales. "Existen delincuentes que realizan estos robos para jactarse entre sus pares. Decir que pudieron vulnerar los sistemas de seguridad de éste u otro lugar los valida como criminales, pero también pueden ser personas corrientes que simplemente ven una oportunidad y cometen el delito", concluye el jefe de la Biro Oriente.