El Chapecoense venció este martes 2-1 al Atlético Nacional en la ida de la Recopa Sudamericana celebrada en esta localidad del sur de Brasil, volcada en agradecer al club colombiano su ayuda hace cuatro meses cuando perdió a gran parte de su equipo en un accidente aéreo en el que murieron 71 personas.
Nada era normal en una final antes de la que los dos entrenadores tuvieron que esforzarse en recordarle al mundo que había un título en juego; continental e inédito para ambos, además.
Casi sonaba extraño cuando el técnico del Chapecoense, Vagner Mancini, decía la víspera que quería a su equipo "mordiendo" una vez pitara el árbitro y los colombianos hubieran sido tan honrados como se merecían.
Pero hace mucho tiempo que nada de lo que le ocurre a un Chapecoense atrapado en la montaña rusa de la excepción es normal. No lo era que un equipo humilde y desconocido como el suyo se colara en la final de la Copa Sudamericana y, mucho menos, que su cuento de hadas acabara en una de las peores pesadillas de la historia del deporte.
Por eso, parecía lógico que los 19.000 hinchas que llenaron un Arena Condá al que no se le había visto tan vital desde su anterior vida, no hubieran comprado su entrada pensando únicamente en la Recopa Sudamericana.
Lo hicieron para homenajear en persona al Atlético Nacional y a toda la ciudad de Medellín por la ayuda que les prestaron en los días más negros de su historia, cuando el avión donde viajaba su equipo se estrelló allí en la noche del 28 de noviembre.
Nadie ha olvidado en Chapecó aquellas miles de luces que vinieron a alumbrarles desde 7.000 kilómetros de distancia el mismo día y en el mismo estadio que debería haberse disputado el juego, cuando en esta ciudad del sur de Brasil solo había oscuridad.
Emulando a la afición de aquel club al que consideran un hermano, se vistieron hoy de blanco, le dedicaron un programa de homenajes y hasta un día festivo en las escuelas.
Dulces recuerdos
Normal que así a muchos se les hubiera olvidado que había un partido en juego, y algo todavía más dulce: qué bien sienta gritar un gol de tu equipo con el estadio lleno, cuando comienza a superarse la bruma del luto y en una noche histórica.
Eso es lo que le ocurrió a una Arena Condá que no había dejado de repetir que había venido a otra cosa, pero que tras el inicio trabado del partido fue viniéndose arriba.
Un lanzamiento de Reinaldo les levantó de sus asientos superado el cuarto de hora, arrancando los primeros "Vamos, vamos, Chape", que acabarían explotando cuando el árbitro pitó penal al juzgar que Bocanegra había tocado con el brazo un balón en el área.
Y, de repente, el fútbol volvió a ser solo un juego divertido en Chapecó, que durante unos segundos -los que tardó Reinaldo en anotar el penal-, se olvidó del peso que arrastran desde noviembre.
Pese a la buena fase que atraviesa el equipo dirigido por Mancini en el campeonato regional, y al debut con triunfo como visitantes en la Libertadores, esta noche era diferente.
Además, los de Mancini tenían muy claro que había que aprovechar cada minuto de ventaja ya que enfrente estaba el mejor equipo del continente, campeón de la última Libertadores y finalista de la Sudamericana.
Sorpresa
Pero tras un descanso donde se proyectaron más videos de ánimo y agradecimiento, había que volver a la vida real.
El sueño le duró al Chapecoense casi un cuarto de hora más, hasta que ocurrió lo que parecía más lógico. Fue entonces cuando Macnelly Torres se inventó un golazo desde fuera del área, un misil que encajó directo en la escuadra izquierda de Arthur.
Y como éste no nació para ser un partido normal, la hinchada del Chapecoense se lanzó a aplaudir el tanto mientras la banda del estadio se arrancaba con "Amigos para siempre".
No era de extrañar que en un clima así, un conato de enfrentamiento entre los jugadores en un lance minutos después fuera afeado con una sonora pitada del público. Hoy no era el día, y por si a alguien se le olvidaba, el juego se paró unos segundos en el minuto 71 para recordar a los 71 fallecidos en el accidente.
Un empate parecía justo, y poético, pero este 'Chape' de Mancini nació convencido de que los mejores homenajes se hacen ganando, mandó volar a Luiz Otávio para que pusiera de un cabezazo tras un córner el 2-1 definitivo.
Y entre los fuegos artificiales que cerraron los homenajes, la música a tope con la que volvió a atreverse a bailar en su estadio, el 'Gracias Medellín' en la pantalla, y los pelos de punta, el 'Furacao' terminó el partido a un paso de llevarse la Recopa Sudamericana, que se decidirá el 10 de mayo en Colombia.
Quizás el Chape no nació para ser un equipo normal.