A las 8 de la mañana en punto suena la campana de la Escuela F-50 de Villa Las Estrellas. La jornada de alumnos y profesores se extiende hasta la una de la tarde. Luego toman un descanso para almorzar en sus casas y retoman una hora y media después. A las cuatro de la tarde las clases terminan.

Nada muy distinto al resto de las escuelas del país. La diferencia es que son solo cuatro alumnos, están en la Antártica y en invierno, salen de clases cuando ya es de noche y está todo oscuro.

"En esta época las temperaturas oscilan entre los 0°C y 3°C, pero dependiendo de la intensidad del viento, la sensación térmica ha llegado a -15°C. En mayo del año pasado hubo una temperatura de -23°C, con una sensación térmica de -38°C. Suspendimos las clases por ese día para evitar cualquier riesgo", cuenta el profesor y director, Rogers Rivera.

Las clases se iniciaron a comienzos de marzo y se extenderán hasta el 15 de diciembre, con el respectivo período de vacaciones de invierno, durante el mes de julio.

De los cuatro alumnos, tres son hijos de oficiales de la Fuerza Aérea de Chile (Fach) destinados en la Base Aérea Eduardo Frei Montalva: cursan primero, segundo y sexto básico. La cuarta alumna, es Isidora, la hija de este profesor y está en tercero básico.

Rogers y Andrea, su esposa (también profesora), viven desde el año pasado en el continente helado. Antes lo habían hecho en San Pedro de Atacama.

En una de las salas se imparten clases a los alumnos de 1°, 2° y 3° básico y en la otra se trabaja con la alumna de 6° básico. Las clases de educación física las realizan en el domo, una dependencia tipo gimnasio que les facilita la Fach.

"Tenemos notebooks para los alumnos, TV, data, conexión a Internet, que es lenta, pero funciona. Para los momentos de distracción contamos con instrumentos musicales, juegos didácticos y de salón, mesa de ping pong, entre otros. Todo esto provisto por el Mineduc, por ahora, esta es la única escuela de Chile que depende directamente de él", dice Rivera.

Vida en comunidad

Son seis familias las que están viviendo en Villa las Estrellas y comparten bastante. "Dependiendo de la época, se pueden ver pingüinos, lobos marinos o focas que, a veces, se desplazan entre las casas de la Villa. Otras veces se reciben invitaciones para visitar bases vecinas como las de Uruguay y China. Como todavía no ha nevado, los niños no han podido jugar con sus tablas o trineos, pero una vez que llegue la nieve, será muy difícil mantenerlos dentro de las casas", dice Rivera.

Este es el segundo año que Isidora (8) está viviendo en la base y está contenta. Le gusta salir a caminar, jugar con sus compañeros, sobre todo cuando hay nieve. Tan contenta está viviendo allá, que cuando sea más grande "le gustaría volver como oficial de la Fach", declara.

Lo único que lamenta la familia del profesor es que su hijo mayor, de 15 años, no está viviendo con ellos. Lo hizo el año pasado y rendía exámenes libre como alumno de primero medio. "Le resultó difícil adaptarse. Nos pidió no regresar este año y aceptamos con mucha pena, pero pensando en que lo mejor es que estudie en un régimen normal y con compañeros de su edad. Hoy vive en Coyhaique con su tía. Hablamos todos los días con él y tratamos de apoyarlo lo que más podemos", confiesa el profesor.