Luego de recorrer cuatro mil millas náuticas en 28 días de navegación desde Isla de Pascua, el buque escuela Esmeralda recaló en la Torre Aloha, en Honolulu, a las 8 de la mañana del 28 de julio de 2016. Habían pasado cinco años desde la última visita del buque a Hawai, por lo que su llegada fue todo un evento. La cónsul honoraria de Chile en Honolulu, Gladys Vernoy, esperaba a los marinos nacionales en el puerto, acompañada por el jefe de la misión de Chile en Washington DC, el capitán de navío Juan Lerdón. También había una mujer bailando el "hula", la danza típica del archipiélago, que era observada desde la cubierta por buena parte de los 300 guardiamarinas y suboficiales a bordo. El comandante Carlos Schnaidt bajó y recibió los saludos protocolares a nombre de su tripulación.
"Esta es la vigésima primera vez que recalamos en este puerto, y después de una larga navegación estamos contentos de haber llegado y de poder visitar esta hermosa ciudad", dijo el capitán de navío, quien también habló para los medios locales. "Han sido casi cuatro semanas de viaje desde la Isla de Pascua y llevamos seis semanas en el mar, así que es una gran tarea. Estamos todos muy emocionados de llegar a Honolulu", agregó.
Según el itinerario, la Esmeralda se quedaría cuatro días en la isla, es decir, hasta el 1 de agosto. Los uniformados estaban comprometidos a diversas actividades oficiales, como una visita al USS Arizona, el memorial flotante a los caídos en Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial o al saludo protocolar al comandante de la Flota del Pacífico de la Marina de los Estados Unidos, almirante Scott Swift. Sin embargo, los marinos también estaban autorizados para recorrer la isla en sus tiempos libres, siempre y cuando volvieran al buque a una hora prudente.
Según los antecedentes que han trascendido, en una de esas cuatro noches un suboficial de la dotación salió en grupo a recorrer los locales nocturnos de Honolulu. Volvió de madrugada, visiblemente ebrio, y entró al menos en un par de ocasiones y sin autorización al entrepuente femenino, la denominación que recibe la zona de dormitorios. Allí descansaban algunas de las 22 tripulantes mujeres. Esta conducta representaba una flagrante violación al reglamento de la Armada y de la unidad. En una de sus entradas, el sujeto sacó su teléfono celular y comenzó a tomarle fotos a una compañera que dormía a torso desnudo para capear el calor.
Cuando se revisó el celular del acusado, no obstante, no se encontraron las fotografías. Estas imágenes serían recuperadas tiempo después, cuando la Brigada de Delitos Sexuales de Valparaíso examinó el aparato a pedido de la Fiscalía Naval de la Primera Zona Naval (Valparaíso). La memoria del teléfono todavía registraba varias fotos de una marinera durmiendo en su litera con el pecho descubierto.
Consultada la Armada respecto del incidente, el director de Comunicaciones de la institución, el capitán de Navío Leonardo Chávez, señaló a Reportajes que "el autor fue sorprendido por el personal de guardia, siendo requisado su teléfono e informados de lo ocurrido el oficial de guardia y luego el comandante del buque". "Ante la gravedad de los hechos, el comandante dispuso el desembarco y repatriación del servidor involucrado, así como también del inicio del proceso disciplinario administrativo correspondiente, disponiendo además que los antecedentes fueran puestos a disposición de la Fiscalía Naval", remató Chávez.
De acuerdo a fuentes conocedoras del caso, la marinera fotografiada quedó afectada tras lo ocurrido, pues algunas de sus fotos habrían sido difundidas a través de redes sociales. Aunque esto todavía es materia del sumario en curso, varios tripulantes habrían avisado a sus superiores acerca de la difusión de las polémicas imágenes.
Aquel no sería el único incidente del último viaje del buque escuela Esmeralda. Hacia el final de la travesía, en noviembre, cuando la nave viajaba entre Sydney (Australia) y Auckland (Nueva Zelandia), cuatro tripulantes fueron sorprendidos fumando marihuana. Al igual que el responsable de las fotografías prohibidas, todos fueron desembarcados en Auckland y enviados de regreso a Chile para recibir sanciones disciplinarias.
Otra desafección
A diferencia de lo ocurrido en el caso de la fragata Lynch, donde el marino segundo René Ordenes instaló cámaras en la habitación de sus compañeras para espiarlas, en el incidente de la Esmeralda la Armada informó al Ministerio de Defensa, pero optó por manejar internamente el asunto.
Actualmente, la investigación está en manos de la fiscal naval (S) Macarena López, quien también indaga el caso de la fragata Lynch. "No puedo dar ninguna declaración, porque estamos en etapa de sumario", se excusó la persecutora, quien intenta corroborar la existencia del delito contra la intimidad descrito en el artículo 161 A del Código Penal.
Tal como ocurrió con Ordenes en el caso de la fragata Lynch, el suboficial de la Esmeralda imputado por las fotos también recibió el "licenciamiento del servicio", es decir, fue desafectado de la Armada, a pesar de que su proceso judicial no está terminado.
El buque escuela Esmeralda atracó en Valparaíso el pasado 8 de enero, lo que permitió recabar nuevos antecedentes del caso, tanto para el proceso administrativo como para el judicial. Cuando los marinos bajaron de la nave, y como ocurre en cada puerto, pudieron ver a un grupo de manifestantes de diversas organizaciones de DD.HH. que protestaban por su llegada. Esta vez, los lienzos no solo hacían referencia a las denuncias sobre torturas ocurridas en la embarcación después de 1973, ahora también había pancartas que los acusaban de "voyeristas".