Woody Allen ha sido nominado 23 veces a los Premios de la Academia, pero sus constantes ausencias a la ceremonia han puesto en entredicho el real compromiso que éste tiene, tanto con sus películas como con la industria cinematográfica en su conjunto.
De hecho, el director de Medianoche en París no ha asistido a ninguna de las ceremonias de premiaciones en las que ha sido nominado, lo cual se asimila a lo ocurrido con Katharine Hepburn, quien en su momento también se rehusó a asistir sistemáticamente a la gala más importante de la industria.
De estas nominaciones, 15 han sido en su rol de guionista, 7 como director y una como actor, lo cual da cuenta de la versatilidad de Allen, uno de los artistas símbolo de la ciudad de Nueva York.
La principal excusa de Allen para no hacerse presente en las ceremonias es que debe tocar el clarinete con la New Orleans Marching and Funeral Band, rol que desempeña desde hace muchos años en un conocido club de la Gran Manzana.
Un claro ejemplo del desapego que la ex pareja de Mia Farrow siente por los Oscar es lo ocurrido con su primer gran éxito, Annie Hall, en 1978. Cuando, gracias a ésta, Allen ganó en las categorías de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión, el excéntrico director se encontraba acostado en su departamento de Nueva York, leyendo un libro y con el teléfono desconectado. Sólo se enteró a la mañana siguiente de su triunfo.
La constante se quebró en 2002, cuando Allen, a pesar de no haber estar nominado, apareció en la ceremonia. Tras recibir una ovación de pie por parte de los presentes, el enigmático director hizo un llamado a que se siguieran filmando películas en Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Lo que ocurrirá este año sigue siendo un enigma, pero la mayoría apuesta a que la tónica se repetirá y que Allen, manteniéndose fiel a sus principios, estará en la Gran Manzana mientras que en la Costa Oeste se lleva a cabo este fin de semana la ceremonia más importante del mundo del cine.