Iván Navarro (Santiago, 1972), uno de los artistas chilenos de mayor proyección internacional, alista los últimos detalles de su nueva exposición en París. La sexta desde que en 2005 la galería Daniel Templon lo fichara como uno de los suyos: de unas cajas de cartón saca vinilos que hablan de revoluciones. Del proyecto revolucionario chileno, pero también del cubano, mexicano, ruso, vietnamita y hasta de la revolución de los claveles en Portugal.
De esta colección nace justamente -y aunque a él no le guste la palabra- la inspiración para esta muestra titulada Fanfarria, en que reflexiona sobre la ambigüedad del lenguaje y el poder social de la música: "En Fanfarria está el doble significado de represión y libertad, como lo está por ejemplo en la expresión grito de guerra. Puede ser algo positivo y negativo", explica.
El corazón de Fanfarria lo forman cuatro tambores gigantes con onomatopeyas como blow, slap o bang en neón en su centro y proyectadas al infinito por un juego de espejos, que recuerdan el sonido. "En estas obras hay música, aunque no suenen" dice Navarro.
En uno de los extremos de la sala, una caja musical, una reproducción a escala pequeña de la sala que causó sensación en su retrospectiva del 2015 en la CA660, invita a sentarse a oír una selección de los temas sobre revolución de esos vinilos que Navarro colecciona hace años: "Siempre he coleccionado discos. Por ejemplo, música de guerra, animales, poesía. Y hace mucho que vengo a Francia, donde hay muchas tiendas de discos y aquí empecé a cachar que la música que se hizo durante la dictadura se editó más que nada en Francia porque los músicos vivían acá. Desde ese momento la música es una referencia en mis trabajos, empecé a hacer videos y el primero fue un cover de la revolución mexicana. Fueron mis primeros experimentos de juntar arte con música, pero viéndolo más desde el arte que del lado de la música". Trabajar con música llevó a Navarro a fundar hace 11 años el sello Hueso Records.
La presentación de la galería recuerda que Navarro, que nació en dictadura, "aborda sin cesar las cuestiones del poder y el control", en este caso, el poder y la música. "Mi padre estuvo involucrado en política durante la dictadura", cuenta el artista. "Era dibujante de historieta política, estuvo preso en el Estadio Nacional y luego publicaba en el diario La Epoca . Yo crecí en ese ambiente de miedo. Cuando éramos chicos escuchábamos toda esa música (de la colección) y teníamos como prohibición contar lo que escuchábamos en la casa, ja ja", ríe.
Navarro vive hace 20 años en Estados Unidos, y dice sentir el miedo que hay sobre todo en los inmigrantes al gobierno de Donald Trump, aunque ello aún no se aprecie en su obra: "Yo encuentro que Donald Trump todavía no empieza, creo que todavía no se nota el impacto. El tema Trump quizás me pueda inspirar, es que siempre he trabajado con temas parecidos. No es que vaya a hacer una escultura con su cara, no es lo mío", afirma.
Su situación es distinta, sin embargo, a la de muchos latinos. Tiene visa de residencia y aunque necesitó siete años para hacerse su red, a veces hasta le ha tocado representar a su país de acogida en eventos internacionales de arte: "Una vez en Australia, como en 2006, yo iba como artista gringo y vino el embajador a saludar a los artistas. Yo le expliqué que apenas hablaba inglés y me dijo que no le importaba, que ellos querían a todo el mundo".
Navarro trabaja con galerías en EEUU, Francia y Corea. Viaja "mucho" y expone una vez por mes. Sus obras están en colecciones tan prestigiosas como la del Guggenheim de Nueva York, el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington, en el Fondo Nacional de Arte Contemporáneo francés y en la colección de Bernard Ayrnault, el segundo hombre más rico de Francia, dueño de Louis Vuitton y de la fundación del mismo nombre situada en el Bois de Boulogne. "Vendo mucho a coleccionistas privados en París", dice.
Entre sus próximos proyectos prepara un libro monográfico de sus 20 años de trabajo, y pasará un tiempo en residencia en la asociación cultural Hawuapi, en Perú. Además, tiene en agenda exposiciones en Los Angeles Nomadic Division (LAND), en el MAC de Lima, el Malba de Buenos Aires y en Mambo de Bogotá.