No sólo la ciega confianza en el trabajo de Emiliano Astorga mueve a Santiago Wanderers. También la fe. En el plantel porteño hay un grupo de jugadores de gran fervor religioso. Leen la Biblia en las concentraciones y rezan antes de los partidos. Así, dicen, fortalecen su confianza y encuentran la serenidad para enfrentar el mayor desafío de sus carreras: lograr el título del Apertura.
El líder es el zaguero Ezequiel Luna. Él es quien reúne material y quien aglutina a sus compañeros. Normalmente, se juntan en alguna habitación en las concentraciones. Durante la semana, también mantienen viva su vocación cristiana.
"En cada partido me arrodillo y sé que a algunas personas quizás les pueda sorprender, pero lo hago por agradecimiento. Dios me ha honrado y me ha privilegiado. Más allá de conseguir el éxito con Wanderers, algo que dependerá del rendimiento deportivo, sé que la ayuda de Dios siempre será vital", explica el defensor argentino.
Agustín Parra, compañero de zaga de Luna, explica como funciona el grupo cristiano: "Depende del tiempo que tengamos. Generalmente, los que vamos citados nos reunimos en alguna pieza. 'Eze' busca algún pasaje. Lo leemos y lo analizamos. Cuando terminamos, oramos todos juntos. Ha sido una linda experiencia. Siento que nos ha fortalecido mucho".
Católico por formación familiar, Parra se transformó en cristiano por influencia de Eladio Herrera, quien defendió a los caturros hace un par de temporadas. "El me mostró la palabra del Señor. Me ha servido mucho. La Biblia es un manual de vida. Ayuda a ser feliz", afirma.
El grupo también lo integran los juveniles Kevin Flores, Kevin Valenzuela y Samuel Mendoza. Sin embargo, la estrecha relación que mantienen los dos pilares defensivos del equipo de Astorga les ha permitido afianzar el vínculo con la religión. "Soy amigo de Ezequiel. Por eso, algunos días de la semana voy a su casa o él viene a la mía para leer la Biblia y orar. A veces, compartimos con algunos pastores, quienes nos van enseñando cosas nuevas. También se han sumado nuestras familias", sostiene Parra.
Esa afinidad también se ha traducido en beneficios para el rendimiento grupal. "Cuando uno conoce a Dios se vuelve más perseverante y cree mucho más en sus medios. Eso, en alguna medida, se traduce en el rendimiento. Para que estemos realizando esta campaña, Dios nos debe haber ayudado bastante", afirma el futbolista, convencido de sus dichos y, sobre todo, de sus principios.
Antes de los partidos también rezan. Se suman los que quieren. Uno de los principios del colectivo es no invadir al resto. Tampoco se restan de las actividades que convocan a la mayoría.
El mismo Luna aclara que "en principio digo que no es una religión, sino una relación con Dios. Por cosas que me han sucedido, me sentía con un vacío, no encontraba la paz, no me bastaba tener dinero, casa, auto ni jugar en Primera. En España conseguí todo eso, pero el vacío seguía".
El zaguero recuerda un episodio: "Un día, una persona me enseñó a ver las cosas de otro modo. Yo creía que me las sabía todas, pero en ese momento, de verdad, ya no quería seguir teniendo más problemas con mi familia, con mi esposa, con mis padres".
Luego, matiza que "un día, arrodillado en mi habitación, hablé con Él; no te mentiré, no sentí nada, pero me dormí y desperté convertido en otra persona. El vacío que sentía, se llenó. Experimenté una paz sobrenatural, caminaba en el aire".