La felicidad se fuga cuando divagamos

Cuando nos vemos enfrentados a una tarea rutinaria solemos evadir, pensando en cualquier cosa que nos resulte agradable. Pero no se engañe. Vivir el momento, aunque sea tedioso, lo hará más feliz. Eso es lo que concluye una investigación de Harvard, que por primera vez relacionó la felicidad con el hábito de soñar despiertos.




Más de cinco mil personas en 83 países tuvieron que pasar los últimos meses pendientes de sus iPhones. Una "molestosa" aplicación que tenían instalada en sus teléfonos los interrumpía cada cierto tiempo para interrogarlos: "¿Qué hace en este momento?; ¿en qué está pensando?; ¿cómo se siente ahora?". Todos tenían que responder, sin importar cuan ocupados se encontrasen ni lo concentrados que pudiesen estar en ese preciso instante.

Las personas en cuestión formaban parte de una novedosa y curiosa investigación llevada a cabo por sicólogos de la Universidad de Harvard. ¿El objetivo? Determinar cuán propensos somos los seres humanos a "soñar despiertos" y qué consecuencias nos acarrea. Las conclusiones fueron sorprendentes. Los seres humanos pasamos casi la mitad del tiempo que permanecemos despiertos (47%) simplemente divagando, con la mente en cualquier parte, menos en lo que estamos haciendo. No sólo eso. Los investigadores descubrieron que la capacidad para mantener este tipo de pensamiento -que no está presente en ninguna otra especie- no nos hace felices.

Algunas investigaciones anteriores habían probado que el también llamado "pensamiento rumiante" es tan necesario como el sueño nocturno para ayudar a las personas a consolidar sus recuerdos, sin embargo, este es el primer estudio en indagar su relación con la felicidad.

Quienes contestaban las preguntas tenían que poner notas de 0 a 100 según lo bien que lo estaban pasando, siendo la centena equivalente a decir me siento "demasiado bien". La única actividad en la cual las personas se mantienen concentradas, sin divagar y cuya satisfacción resultó ser a toda prueba, fue el sexo. Obtuvo una puntuación promedio de 90, vale decir, 15 puntos por encima de la siguiente actividad más satisfactoria reportada por los participantes en el estudio, que resultó ser la práctica de ejercicio.

Más abajo en la lista y, en orden de satisfacción, encontramos la conversación, escuchar música, salir a caminar, a comer, rezar, meditar, cocinar, salir de compras, hacerse cargo de sus hijos y leer. Lo más detestado de todo es hacer el aseo, precedido por viajar de ida y vuelta al trabajo y, claro, trabajar. "Durante el sexo, las personas divagan sólo el 10% del tiempo. En el resto de las actividades, se distraen soñando, como mínimo, el 30%. Al hacer el aseo, la distracción llega a elevarse hasta el 65% del tiempo", dice el estudio.

Lo más inquietante, dicen los investigadores, es imaginar que en una calle atestada de gente, "casi la mitad de las personas no se encuentra realmente ahí, sino que está divagando", dice el líder del estudio, Daniel Gilbert.

La paradoja de la mente errante

Sin duda uno de los hallazgos más sorprendentes dice que no son las actividades que nos desagradan las que, por sí mismas, nos hacen divagar. En el estudio, por ejemplo, se apreció que las personas reportaban sentirse menos felices cuando hacían el aseo divagando, que cuando lo hacían centrándose sólo en dicha actividad. Todavía más, incluso el hecho de pensar en cosas agradables no servía para levantar el ánimo mientras las personas emprendían una tarea aburrida.

Otro hallazgo señala  que cuando la gente hace cosas divertidas o que le agradan, su mente no necesariamente imagina cosas agradables: sus recuerdos pueden verse inundados por una discusión con su pareja, un mal momento en el trabajo o una noticia trágica que vieron en el noticiero de la mañana.

En suma, es lo que la gente está pensando lo que mejor puede predecir su nivel de felicidad en un momento dado y no aquello que está haciendo, por muy entretenido que sea. Las conclusiones finales revelan que en la mayoría de los casos, no existe una relación de causa efecto entre estar de mal humor y ponerse a divagar de manera intensa (debido a la rabia que uno está experimentando). Es el soñar despierto, ya sea con cosas alegres o tristes, lo que realmente tiene el potencial de generar un impacto negativo en el humor de una persona. En definitiva, es capaz de concentrarse en el presente y focalizarse en lo que se está haciendo, en lugar de pensar en otra cosa, parece ser la mejor receta. No en vano numerosas técnicas de meditación se enfocan en conseguir este estado de concentración para alcanzar la felicidad, concluye la investigación.

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