El paraíso está en una sola palabra: la Felizidane. Una marca registrada ya por todo el mundo, sin gastos de envío y de consecuencias interminables. Ayer, dio un paso para toda la vida: igualó el récord de partidos imbatido del Barcelona (39) y ahora va a por los 43 que estableció la Juventus en Italia. Un plan de vida que su responsable, Zidenine Zidane, define sin volverse loco, porque "aún tenemos que mejorar en todo". Sin embargo, esa corriente provoca partidos próximos a la perfección como el de ayer frente al Granada en el que Modric sólo falló cuatro de los 93 pases que intentó y en el que el rival no pudo disparar ni una sola vez al arco de Navas. Y no es el milagro de un soleado sábado de enero, sino el estilo de un año entero. "El acierto de Zidane es que se equivoca muy pocas veces", explica Valdano, una leyenda del club. "Sabe medir sus pasos y en estos doce meses en el Madrid ya ha dado una cátedra sobre tranquilidad".

Un principio innegociable de este fenómeno, la Felizidane, con 30 victorias y 9 empates desde mediados de abril cuando fue derrotado por el Wolfsburgo en la ida de los cuartos de la Champions. "El año pasado estaba más estresado", admite Zidane, al que en todo este tiempo no se le recuerda ni una sola salida de tono ni una sola respuesta agria frente a la prensa Ni siquiera cuando le han sometido a preguntas acerca de esa famosa fortuna del Madrid en la zona lumbar, casada con el minuto 90 en el que Sergio Ramos ha encontrado solución para tantos dolores. "Pero es que la suerte hace falta para todo", aceptó Zidane, "hasta para salir a la calle a dar una vuelta. Pero claro que soy un hombre con suerte; todos los que estamos en el Madrid tenemos suerte".

La Felizidane, por lo tanto, aboga por la épica para llegar a la meta. No siempre se puede ganar 5-0. También acepta que en estos tiempos se puede sobrevivir a la retórica del fútbol moderno. Así lo explica Zidane: "En el vestuario hablamos de ganar, no de jugar bien. No vamos a engañarnos, porque para nosotros jugar bien significa dar el cien por cien". Una idea que a Míchel, otro de los símbolos sagrados del Madrid, tampoco le coge desprevenido: "Zidane se ha adaptado mejor a un vestuario de elite de lo que se adaptó a uno de niños en el Castilla, porque en la elite es donde ha estado toda su vida". Hasta Kiko Casilla, el arquero suplente, relegado tras unas estadísticas fenomenales durante la lesión de Keylor, admite que "no cabe un ambiente mejor que el de este vestuario". Allí dentro se ha encontrado solución incluso para James, que ahora también forma parte de ese fenómeno, la Felizidane, que a veces parece inexplicable.

Durante su transcurso, el Madrid ha ganado tres títulos internacionales y ha perdido sólo dos partidos, el otro contra el Atlético. Ha aprendido a triunfar y a sufrir, como en el fútbol de barrio. Ha aprendido a jugar con y sin la BBC (Bale, Benzema y Cristiano) y hasta a repartir los tiros en los golpes francos entre todos. Las clases sociales se han rebajado, como explica Valdano: "Los jugadores abrazan a Zidane como a uno de los suyos y no como a un ser superior".

Y en medio de ese hábitat se explica que Cristiano haya sido sustituido cuatro veces este año y no haya pasado nada en el planeta. También se ha perdido esta temporada más partidos que en las dos anteriores. Pero tal vez el jugador, a tres semanas de cumplir 32 años, haya aprendido a querer al Madrid igual que el Madrid le quiere a él. Una transformación casi milagrosa, producto de este fenómeno ahora mismo en pleno énfasis como la Felizidane.