La televisión norteamericana vive tiempos de récords, con la mayor cantidad de series que se hayan producido jamás en un año (y cada año subsiguiente vuelve a establecer una marca). El efecto secundario es que en un escenario en donde hay más competencia que nunca, es que ninguna serie está definitivamente terminada. En un afán por capturar la atención de un público cada vez más fragmentado, la TV (tanto la lineal como los servicios de streaming) ha mirado a los éxitos de antaño para encontrar respuestas en su programación. Full house, 24, Prison break, Twin peaks, Will & Grace y más han regresado a la pantalla tras haber, supuestamente, terminado sus historias, en algunos casos hace más de dos décadas.
Un frenesí de revivals que ha ido evolucionando a la siguiente fase: hoy, incluso cuando una serie anuncia con bombos y platillos su final, pueden pasar sólo meses para que la historia regrese a la pantalla chica a través de un spin-off que permite explorar nuevos aspectos de la trama.
Y a pesar de que la actual TV de prestigio -las series que han dado forma a la "nueva era dorada" del medio- suele separarse de las fórmulas de la televisión tradicional, son justamente estas series las que han encabezado la estrategia para extender su fenómeno. Pasó un año y medio tras el final de Breaking bad para que se estrenara su spin-off Better call Saul. Game of thrones aún no estrena su última temporada (que llegará probablemente en 2019) y HBO ya tiene a cinco equipos de guionistas trabajando en distintas ideas para desprender una nueva historia de la serie. Y transcurrió menos de un año para que algunos de los personajes de The good wife regresaran a través del spin-off The good fight.
Ahora, mientras el escándalo que tiene acusado al actor Kevin Spacey de acoso sexual en contra de un menor de 14 en 1986 (el también actor Anthony Rapp) aún no se apacigua, y que Netflix anunciara que la serie que Spacey protagoniza, House of cards, terminará en 2018, el portal de entretenimiento Variety reveló que la plataforma de streaming tiene ya por lo menos tres ideas de spin-offs para su popular producción; siendo la más avanzada la que propone seguir la historia a través de Doug Stamper (Michael Kelly), la inescrupulosa mano derecha del político Frank Underwood (Spacey).
Aunque antes de pensar en su futuro, la serie debe resolver su complejo presente: ayer Netflix decidió suspender hasta nuevo aviso la producción del sexto (y último) ciclo, que se encontraba grabando en Baltimore, aludiendo a que necesitan tiempo para "revisar la situación actual y poder responder las dudas de nuestro elenco y equipo". Spacey no se encontraba esta semana en el set de filmación.
Ensayo y error
La realidad televisiva moderna permite que el caso de Spacey, que podría haber sido un golpe fatal a House of cards, sólo obligue a reformular el mismo mundo de maquinaciones políticas que plantea la serie, pero con otro foco.
Una fórmula de reemplazo inmediato cuyo éxito hace 20 años era una excepción más que una regla. Uno de los casos más icónicos ocurrió en 1993, cuando la comedia Cheers finalizó en mayo tras 11 temporadas, con su spin-off Frasier estrenándose en septiembre de ese mismo año, y manteniéndose al aire otros 11 ciclos más. Una realidad contraria a la vivida por Joey en 2004, cuando el spin-off de Friends se estrenó pocos meses después del exitoso final de su serie madre, pero logró durar sólo una temporada y media al aire antes de ser cancelado por baja audiencia.
En una categoría aparte caen series que han utilizado al spin-off como una forma de expandir sus franquicias, mientras aún siguen al aire, como CSI, NCIS, La ley y orden, y, más recientemente, The walking dead (con Fear the walking dead) y The Big Bang Theory (con Young Sheldon).
La necesidad por parte de las productoras de mantener vivas de cualquier forma sus producciones más reconocidas no sólo es comercial, sino también de prestigio: en sus tres temporadas, Better call Saul no ha logrado repetir los resultados de audiencia del último ciclo de Breaking bad, pero sí se ha mantenido como una de las series más celebradas de la TV actual, siendo permanente nominada a los Emmy y los Globos de Oro.
En el caso de HBO, mantener viva a Game of thrones de cualquier forma resulta una tarea fundamental: ninguna de sus series estrenadas desde 2011 ha logrado si quiera acercarse a los números de su producción épica.
Para House of cards y Netflix, la idea de un spin-off recibe una tarea extra: encontrar una salida digna a una serie icónica, que desde ya tiene su último capítulo empañado por escándalos.