Es considerado como el último de los vestigios de la Guerra Fría y el lugar más vigilado del mundo. La frontera que separa a Corea del Norte y Corea del Sur ha sido por seis décadas una "zona caliente", pese a que en 1953 -tras el fin de la guerra entre ambos países- se creó una franja de seguridad precisamente para disminuir las rencillas. A este lugar se le denominó Zona Desmilitarizada y tiene cuatro km de ancho y una extensión de 238 km, a lo largo del paralelo 38. En la península coreana hay casi dos millones de soldados y en la parte sur de la DMZ están desplazados 15 mil uniformados estadounidenses. La zona está repleta de túneles secretos, torres de vigilancia, toneladas de alambre de púas y pueblos fantasmas utilizados con fines propagandísticos.
A esta zona, de corte surrealista en algunos aspectos, llegará hoy el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, en la última escala de su gira por Asia que también incluyó China y Japón. El "número dos" de la Casa Blanca intentó aplacar la tensión entre Tokio y Beijing originada tras la decisión del gobierno chino de crear una zona de defensa en el mar de China Oriental. Ambos países mantienen una disputa territorial por un archipiélago diminuto de cinco islas deshabitadas y tres arrecifes en el océano Pacífico. Pero pese a la reunión entre Biden y Xi Jinping, China acusó a EE.UU. de tomar partido por Japón.
Además, un día después, Biden reforzó los vínculos con Seúl, mientras que la visita a la DMZ es vista también como un mensaje implícito para el régimen comunista norcoreano, con el cual no se ha podido llegar a algún tipo de acuerdo para que ponga fin a sus planes nucleares. A Washington, Norcorea le significa una alta preocupación. El vicepresidente norteamericano tiene previsto rendir homenaje a los caídos en la Guerra de Corea y saludar al actual contingente estadounidense.
En la Zona Desmilitarizada hay sólo un lugar en que los soldados de ambos países se ven las caras, literalmente, a menos de dos metros. Se trata del Area de Seguridad Conjunta en Panmunjon. En esta villa hay una línea demarcada en el pavimento que divide a las dos Coreas, edificios, cabañas para diálogos de paz, uniformados con cara de pocos amigos mirando fijamente a su contraparte y una zona administrada por la ONU. Ahí a los visitantes se les dice que nadie se hace responsable en caso de que algún soldado abra fuego.
VILLA DE PROPAGANDA
En esta zona también se encuentra el "puente de no retorno", utilizado para el intercambio de prisioneros tras la guerra y también en una escena del filme Otro Día para Morir, de James Bond. No muy lejos de ahí se ubica el pueblo surcoreano de Daesong-dong, conocido como "Villa de la Libertad". Posee 230 habitantes que pagan menos impuestos por vivir en una zona de peligro y no pueden dejar sus hogares después de las 23.00. Ahí hay un parque de diversiones, con una rueda de Chicago a pocos metros del pueblo norcoreano de Jijeon-dong, más conocido como "Villa de Propaganda".
Desde los miradores del sur, allí se pueden observar edificios y fábricas aparentemente abandonados, autos muy antiguos, muy poca gente y una enorme bandera norcoreana en un pedestal de 160 metros de altura, que compite con una surcoreana de 100 metros. Desde altoparlantes se escuchan mensajes contra Surcorea, mientras que la idea del pueblito del parque de diversiones es demostrarles a los norcoreanos que en el sur viven felices. Gracias a la DMZ se han creado zonas de conservación natural y Corea del Sur organiza tours a la frontera. Además, Seúl construyó la estación de trenes de Dorasan, una de las más modernas del país, pero con sus andenes vacíos. Ello, porque desde el final de la guerra, hace 60 años, nadie ha tomado el ferrocarril hacia Pyongyang, la capital norcoreana distante a 205 km de la frontera. La vía férrea está lista para una reunificación, que aún no parece tan cercana.