El terremoto del 24 de enero de 1939 destruyó Chillán y dejó una cifra de muertos de 30 mil personas. Con Chile en mente, el 29 de enero Le Corbusier -el célebre arquitecto nacido en Suiza y nacionalizado francés- ofreció realizar gratuitamente los planes urbanos de reconstrucción de la ciudad, en el entendido que ya había sido invitado para estudiar el de Santiago. En paralelo, arquitectos de la Municipalidad de Santiago le enviaron una carta donde le pedían que arribara al país en forma urgente y le informaban sobre los costos de la vida en la capital para efecto de calcular sus honorarios. El arquitecto respondió afirmativamente a esta proposición.
Hasta ahí todo marchaba bien, pero a ocho días del terremoto, el 11 de febrero, apareció la primera voz disidente frente a la visita de Le Corbusier. En un artículo firmado por Federico Oeherens, del Instituto Nacional de Urbanismo, se acusaba a Le Corbusier de teórico sin experiencia ni conciencia económica en sus planteamientos. La revista Zig-Zag consignó la controversia el 23 de febrero: "¿Y Le Corbusier? ¿Vendrá? ¿No vendrá? Nunca la venida de un urbanista había despertado tal revuelo entre nosotros. Afirman que no nos sirve por utopista, otros que es demasiado grande y por eso lo atacan".
Le Corbusier enfadado
Según testimonios recopilados en un artículo de la revista ARQ de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, su frustrada visita a Chile no se debió a opiniones negativas como esta, sino a una serie de malos entendidos que alejaron la posibilidad de que uno de los fundadores de la arquitectura moderna reconstruyera Chillán. La verdadera razón fue sencilla: el arquitecto nunca recibió una invitación oficial desde Chile. A su vez, la Municipalidad de Santiago no se enteró de las gestiones privadas de algunos de sus arquitectos -Roberto Dávila y Enrique Gebhard, entre otros- para traer al urbanista, quienes vieron frustrados todos sus intentos.
Incluso, hay misivas y telegramas cruzados con información contradictoria. En uno, Chile ofrece pagar sólo los gastos del viaje y, en otro, la alcaldesa de Chillán acepta el pago de 20 mil dólares al arquitecto suizo-francés. La confusión era total. El 1 de julio Le Corbusier recibió una carta del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia explicando que el embajador en Santiago decía que no existían los fondos para su viaje. El 4 de julio, Le Corbusier respondió diciendo que dicha información era contradictoria con la que él manejaba y a continuación describió detalladamente en la carta todos los documentos con que contaba hasta ese momento y que le hacían creer que su viaje era inminente. Le Corbusier siguió porfiadamente creyendo que viajaría a Chile. Así, el 13 de julio Pablo Neruda, como cónsul de Chile en Francia en ese momento, le escribió acusando recibo de su carta del 1 de julio y diciendo que con placer tramitaría su visa para Chile.
Todo quedó en foja cero el 25 de julio cuando Le Corbusier respondió a la Municipalidad de Santiago diciendo que estaba estupefacto al no contar todavía con una invitación oficial, a siete meses de su propuesta. Antes que Le Corbusier, ofendido y confundido, desechara el viaje a Chile, el tema ya había desaparecido por completo de la prensa y la opinión pública locales. La visita de Le Corbusier nunca se concretó y Chillán fue reconstruida por varios arquitectos chilenos, quienes modernizaron moderadamente el trazado original de la ciudad.