Hasta la noche del viernes, la edición número 62 del Festival de Viña corría como reloj. Shows ajustados al horario, rutinas de humor sin cortes abruptos y un “monstruo” anestesiado tenían al evento funcionando según lo programado, y a sus organizadores ajenos a cualquier sobresalto mayor. Eso, hasta que una noticia desde Estados Unidos encendió la alerta roja: Don Omar, quien debía llegar esa medianoche al país para abrir la jornada de ayer del certamen, no sólo no había aterrizado en suelo local, sino que había perdido su vuelo a Santiago y figuraba varado en el aeropuerto de Miami.
El reggaetonero había volado ese día desde su natal Puerto Rico hasta Atlanta y posteriormente a Miami, las dos escalas previas a su viaje a la capital. Pero el avión Delta en el que viajaba sufrió un retraso y al arribar a la ciudad de Florida la aerolínea LAN no permitió que el artista conectara con el vuelo rumbo a Chile.
El inconveniente amenazaba con una catástrofe: Viña 2016 perdía al nombre estelar de su última noche y tanto el equipo de CHV como la productora T4F+Bizarro -encargados de la visita del cantante- debían actuar rápido. La solución llegó de parte de la productora, que en tiempo récord y por cerca de $40 millones, debió arrendar un jet privado para traer al país al autor de Te recordaré bailando, quien a esas alturas llevaba más de doce horas esperando su equipaje en Miami.
La fórmula de urgencia trajo consigo nuevos problemas, los que mantuvieron en vela toda la noche a la productora ejecutiva del evento, Catalina Yudín, así como a los productores. Además de gestionar las paradas para recarga de combustible, “para que un avión parta en Miami y aterrice en Chile hay que pedir permisos aéreos en todos los países por los que va a sobrevolar el avión. No puedo negar que han sido horas muy complicadas para todos nosotros”, comentaba ayer el director televisivo del Festival, Alex Hernández. Las dificultades para contactar a las autoridades aéreas de Perú un día sábado sólo complicaron más el panorama.
La frenética operación retorno del boricua involucró incluso al mandamás de la señal privada, Francisco Mandiola: “Cada uno llamó a sus conocidos de distintas aerolíneas, departamentos de aeronáutica del mundo, para que Don Omar llegara. No dormimos nada, esperando que abrieran distintos horarios, para tener las aprobaciones y que llegara el avión privado”.
Con los primeros rayos de luz del día la decisión ya estaba tomada: el show de Wisin, inicialmente programado para el cierre, debía moverse para el inicio. Incluso, el propio Don Omar contactó a su compatriota para pedirle ayuda. En paralelo, el cantante ocupaba sus tiempos muertos para hacer pública su situación en las redes sociales, lo que llevó a Hernández a oficializar el cambio de programación en el noticiero del mediodía de CHV, ahora con Don Omar como número final de la velada.
El cantante finalmente aterrizó en el aeropuerto de Torquemada a las 23:40 horas, y partió directo a la Quinta Vergara para un show que comenzaría cerca de las 02.00 de la madrugada.
Cambio de libreto
Los cambios en el arribo del cantante también alteraron la rutina de Rafael Araneda y Carolina de Moras. Ambos se enteraron en la mañana y de inmediato fueron informados de modificaciones en el libreto, los que se materializaron durante el día. “Nos puso muy nerviosos”, ilustra la animadora. Luego profundiza: “Todo se vio alterado, porque él debería haber llegado el viernes. Imagino que también afecta a Wisin, que estaba mentalizado para cerrar un show y lo iba a tener que abrir. Pero es complicado, porque nosotros no podemos estar volando para que los niños hagan su trabajo, para que cumplan los contratos que tienen. En nuestro caso, reescribimos las primeras partes de los libretos, esto te pone patas para arriba a la Quinta”.
Lo ocurrido no es algo inédito dentro de la era CHV. Según Hernández, algo similar se vivió el año pasado con Ricardo Arjona, quien aterrizó minutos antes de salir al escenario. “Nos tuvo bien complicados pensando qué hacer si no llegaba, pero estuvo a tiempo”, cuenta. Cinco años antes el guatemalteco ya había puesto a prueba los nervios de los organizadores cuando exigió a última hora adelantar su show de cierre para el bloque central. Un ajuste que a la larga evitó una posible tragedia, debido al terremoto de la zona central.