En la mayoría de los casos, la discapacidad llega por accidentes o enfermedades congénitas y degenerativas. Es la realidad de muchos deportistas paralímpicos, quienes han llegado a esta condición por esas vías. Sin embargo, el camino de Macarena Cabrillana, 24ª del mundo en tenis en silla de ruedas, fue totalmente distinto.
A diferencia de la mayoría de sus colegas, la joven de 21 años llevaba una vida normal hasta los 16, cuando una drástica decisión la insertó en un nuevo presente. Milagrosamente hoy puede contar su historia.
"Me lancé de un quinto piso. Fue un intento de suicidio, por problemas familiares y en el colegio, lo que gatilló una depresión. Después de eso, fue muy difícil adaptarme a mi nueva vida, pero nunca más intenté hacer algo así", relata.
Después del episodio, estuvo un mes internada en la Clínica Dávila, donde se le diagnosticó una paraplejia lumbar que cambió sus planes: ya no volvería a caminar, pero la vida le daba una nueva oportunidad.
Oriunda del sector norte de la capital e hija de padres divorciados, la adolescente conoció el tenis en la Teletón, donde completó su rehabilitación en un año. Ahí ingresó a los talleres que imparte Doris Gildemeister, hermana de Hans, quien notó sus aptitudes y le recomendó dedicarse a este deporte, una sugerencia que Macarena aceptó de inmediato.
"Antes practicaba básquetbol. Después de lo que sucedió, se me abrió un mundo nuevo con el tenis. Me empecé a interesar y me gustó. Ahí decidí que quería ser tenista", reconoce.
En 2009 ingresó al circuito profesional, aunque en sus primeros dos años jugó torneos sólo en Chile, para luego competir dentro de Sudamérica. Así, en diciembre de 2011, ganaría su primer título en Belo Horizonte. Luego, llegarían más éxitos: las coronas en Viña del Mar, Vitoria, la Copa Guga Kuerten, el Open de Guayaquil y el de Cuenca cerrarían una notable temporada 2012.
Este año las buenas actuaciones se han mantenido, lo que se ha visto reflejado en el ranking, con su ingreso al grupo de las 25 mejores tenistas del mundo. Este hito la convirtió en una de las jugadoras de mayor proyección en un circuito donde predomina la experiencia.
Su crecimiento, además, ha ido de la mano con la posibilidad de competir en Europa y Estados Unidos, lo que le ha ayudado a mejorar el nivel.
"Gracias al apoyo del Banco de Chile, he podido viajar a los torneos. Este año voy a completar 18, algo que es muy bueno para seguir progresando", señala.
Sus metas son claras: "Quiero ser top 10, llegar lo más alto posible y ojalá tener una larga carrera, sin muchas lesiones", afirma.
Futuro después del tenis
Si bien Cabrillana es muy joven, ya proyecta lo que hará una vez que se retire del tenis. "Me gustaría seguir ligada como entrenadora e instalar mi propio club para poder trabajar con jóvenes en esta misma situación", adelanta.
También tiene otros pasatiempos. Se declara una amante de la tecnología y de las redes sociales. "Soy fanática de Facebook, Twitter, Instagram. Además, me encanta la música electrónica", apunta.
Vive sola y goza de una total independencia. Sale, comparte con sus amigas, entre ellas, la tenista Camila Silva, con quien entrena cuando coinciden en Chile. Sus constantes viajes, eso sí, le han dificultado encontrar una pareja, pues "no siempre hay mucho tiempo, aunque he tenido algunos pololos en el circuito".
Actualmente, está en fase de preparación para los Juegos Parasudamericanos, donde es candidata a una medalla, junto a Francisca Mardones (15º ITF) y número uno de Chile.
A cinco años del episodio que cambió su vida, sus perspectivas cambiaron totalmente.
"Creo que todo pasa por algo. Dios me quitó la movilidad en las piernas, pero me dio una nueva vida junto al tenis", reflexiona.