La campaña presidencial de Estados Unidos está fuera de control. Y la guerra sucia entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump se intensifica día tras día. Con la cuenta regresiva de las elecciones del 8 de noviembre en marcha, ambos candidatos se han involucrado en una serie de escándalos y se han seguido atacando mutuamente mientras, por otro lado, intentan ganar electores en los estados clave.

Si Trump ya estaba intentando lidiar con el alboroto que produjo la revelación de un audio en donde se jactaba de su condición de celebridad para aprovecharse de las mujeres -"Cuando eres una estrella, ellas te dejan hacerles cualquier cosa", dijo en 2005-, ayer el empresario tuvo que afrontar nuevas acusaciones. De acuerdo con The New York Times, dos mujeres aseguran que Trump las besó y tocó sin su consentimiento. Jessica Leeds, ahora de 74 años, dijo que cuando tenía 38 viajó en primera clase con el magnate y éste la habría tocado e intentado subir su falda. "Sus manos estaban en todas partes", dijo Leeds al Times.

Rachel Crooks, por su parte, sostuvo al periódico que cuando tenía 22 años era recepcionista de una empresa en una oficina de Trump. Afuera de un ascensor se encontró con el empresario. La mujer se presentó y estrecharon las manos, pero él no la habría soltado y "me besó directamente en la boca", dijo Crooks.

Por si fuera poco, horas después de que el artículo fuera publicado, la reportera Natasha Stoynoff de la revista People escribió ayer en primera persona cómo Trump la besó en 2005 en un resort, lugar donde lo entrevistó sobre su primer año de matrimonio con Melania Trump. "¿Sabes que tendrás una aventura, verdad?", le habría dicho Trump a Stoynoff.

También Mindy McGillivray, de 36 años, afirmó al Palm Beach Post que Trump la habría tocado sin su consentimiento en 2003.

El candidato afirmó que estas acusaciones eran falsas y su campaña dijo que el artículo del Times era "difamatorio" y amenazó con acciones legales contra el diario. La primera dama, Michelle Obama, afirmó que los dichos de Trump eran "intolerables y vergonzosos".

Pero esta semana, los escándalos también han azotado a la ex secretaria de Estado, aunque en otra esfera. Wikileaks reveló nuevos emails del jefe de campaña de Hillary Clinton, John Podesta. Allí hablaba desde las estrategias para enfrentar a Trump y a quien fue su rival en las primarias, Bernie Sanders, hasta del Vaticano y de Barack Obama.

Y Trump tampoco se ha quedado de brazos cruzados. La campaña del republicano ha mostrado públicamente que en lo que queda de las elecciones reflotará el tema de las relaciones extramaritales de Bill Clinton y se aprovechará de algunos testimonios de supuesta violencia sexual del ex Presidente. Así lo hizo el domingo, cuando, inesperadamente y en un afán de limpiar su imagen, llegó al debate con tres mujeres que acusan al ex mandatario de haberse aprovechado de ellas y otra mujer que afirmó que cuando Hillary ejercía como abogada consiguió que su abusador estuviera sólo 10 meses en la cárcel.

La pelea entre ambos candidatos ha provocado que los aspirantes dejen de lado temas más profundas como la guerra en Siria, el "Estado Islámico", la economía y el cambio climático, entre otros, para criticarse mutuamente y defenderse. La guerra sucia en la campaña parece estar desplazando a la batalla que se dio en 1828 entre el demócrata Andrew Jackson y el republicano John Adams, donde la mentira y la difamación se tomaron la carrera presidencial. Esa es considerada una de las campañas más sucias en la historia del país.

Ahora a Trump le queda poco para poder levantar su campaña. Estas nuevas acusaciones amenazan con profundizar aún más la guerra civil que vive el Partido Republicano.