Una salida a trotar del abogado norteamericano Samuel Wodsworth, una visita a un museo de los asesores Enrique Barros y Hernán Salinas y un recorrido por las librerías del litigante griego Georgios Petrochilos.

La mañana de ayer fue algo más tranquila para el equipo chileno en La Haya, luego de que el viernes culminara la primera ronda de alegatos orales ante la corte. Por la tarde, los agentes Alberto van Klaveren y María Teresa Infante tuvieron reuniones y las labores se organizaron por grupos de trabajo, de acuerdo a temas.

La presión se instaló, por contraste, en el equipo peruano, que será el primero en retomar las intervenciones ante el tribunal el próximo martes, para que Chile haga lo propio el viernes.

La delegación limeña se concentró ayer en los salones de acceso restringido en el segundo piso del hotel Hilton. Ni siquiera salieron a almorzar: pidieron que les llevaran pastas y pescados a la sala de reuniones.

En ambos equipos el trabajo está enfocado en dos líneas. Primero, responder a la pregunta que formuló el viernes pasado el juez marroquí Mohamed Bennouna, quien pidió aclarar si en la fecha de firma del Tratado de 1952, el derecho internacional permitía delimitar zonas de mar territorial, como se hizo con dicho pacto (ver página 3).

En segundo término, las defensas de ambos países afinaron las presentaciones de cierre ante la corte. Fuentes chilenas y peruanas señalan que "las cartas fuertes se guardan para el final" y que los tonos tenderán a endurecerse, acusando contradicciones de lado y lado.

En la delegación limeña afirman que pondrán sobre la mesa la declaración firmada en noviembre pasado por los presidentes Ollanta Humala (Perú) y Rafael Correa (Ecuador), en que señalaron que el límite marítimo entre ambos países fue "establecido" en 2011, sin aludir a los tratados de 1952 y 1954 que firmaron con Chile. El viernes, Santiago abordó la posición histórica de Quito de respaldo a los acuerdos.

Lima también guardó para el final sus argumentos en torno a la controversia por la ley chilena que creó la Región de Arica y Parinacota, en 2006.  Y reflotará el episodio en que se trasladó una caseta de vigilancia fronteriza, en 2001.

En los últimos días, el equipo chileno ha preparado respuestas para la probable ofensiva peruana. Sin embargo, el fuerte de la exposición de Santiago estará en lo que califican como la pelea de fondo: la validez de los tratados de 1952 y 1954. Ese será el punto fuerte de la presentación de Chile del próximo viernes. Los encargados serán los juristas James Crawford y Pierre-Marie Dupuy, quienes ya abordaron esta semana.

Uno de los argumentos en el que insistirá Chile apunta a contrarrestar el concepto de  "equidad" en la delimitación marítima, pedida por Perú. "¿Es equitativo negar un tratado y la frontera ya acordada?", dijo Crawford el viernes, advirtiendo al mismo tiempo que muchos países podrían impugnar tratados si la corte da la razón a Lima.

Textos y argumentos

En la ronda final de los alegatos Santiago aportará mayor evidencia de documentos peruanos aceptando la existencia del límite marítimo y se recalcará que, en algunos fallos anteriores de esta corte, se ha establecido que este tipo de prácticas de los estados -y otras como los controles pesqueros y aéreos- son reflejo de la existencia y validez de un acuerdo previo.

Asimismo, Chile presentará nuevos textos y documentos sobre la práctica consistente de Lima respecto al límite por el paralelo.

Respecto de la defensa de la frontera marítima acordada en 1952 y 1954, que ya planteó Santiago esta semana en sus alegatos, el equipo que dirige Van Klaveren reforzará que fue un tratado "multipropósito" y no sólo una señalización pesquera, como sostiene Lima. "Los aviones no pescan", dijo la semana pasada el abogado Georgios Petrochilos, al explicar que dichas naves piden autorización antes de cruzar el paralelo.

Otro asunto relevante para Chile será la defensa de la frontera terrestre. Uno de los ejemplos sobre la mesa es la ley de Tacna, que fue promulgada por Lima en enero de 2010, antes de que ese país interpusiera la demanda. Dicho texto fue modificado para señalar que el límite con Chile era el Punto Concordia, sustituyendo un artículo que admitía que la frontera era el Hito 1.

El equipo chileno apuesta a destacar que el límite terrestre ya fue acordado en el Tratado de 1929. La idea es invalidar la petición limeña de que la corte aborde el punto, pues el Pacto de Bogotá de 1948 -que sustenta la demanda peruana- señala que sólo se pueden llevar ante La Haya controversias surgidas después de ese año.