La pregunta se la habían hecho muchas veces y se conocía la respuesta. Pero esta vez los interlocutores eran distintos, muchos ignorantes del personaje, y querían salir de la duda.

¿Por qué le dicen el Loco?

La consulta cae de la boca de un periodista francés. Busca a Marcelo Bielsa, en su primer conferencia de prensa como técnico de Olympique de Marsella, un mes después de su llegada al equipo.

Con la cabeza gacha, mirando hacia ninguna parte, como ya es costumbre, una que tanto les irrita a los medios galos, el técnico responde: "Porque algunas respuestas que elijo no coinciden con las que se eligen habitualmente".

Marcelo Bielsa no comulga con las convenciones. Ni a la hora de contestar ni cuando tiene que entrenar ni cuando tiene que vivir. Fue así desde siempre. "De toda la vida. En su familia todos son de leyes... Él se volcó al fútbol", describe Ariel Senosiain, biógrafo del rosarino, autor de Lo suficientemente loco.

Las excentricidades han marcado su carrera de 24 años. Desde los chupetines que consumía casi compulsivamente en sus inicios a esa decisión de vestir buzo en un mundo donde los entrenadores gustan ir de la mano de las nuevas modas. O eso de vivir en el mismo lugar donde entrena. Como sucedió en Pinto Durán, en sus años en la Selección, y como pasa hoy en Marsella, donde sólo cuando lo visitan familiares se traslada al hotel Intercontinental. En su época en la Roja fueron sus "alemanes", esos muñecos inflables que ocupaba en los entrenamientos; ahora es la heladera sobre la que se sienta para ver lo partidos y que ya dejó una imagen para la posteridad, cuando el domingo pasado se sentó sobre un café caliente y se quemó el trasero durante el 2-0 sobre Toulouse.

Después de un inicio errático, con un empate y una derrota, el Olympique, el gigante dormido del fútbol galo, ha encadenado ocho victorias en fila y es puntero exclusivo de la Ligue 1. Además, es el equipo más goleador (25) y tiene al artillero del torneo André-Pierre Gignac (10), un delantero de 28 años que la temporada pasada perdió su opción de ir al Mundial por sobrepeso y que hoy, con varios kilos de menos, despunta como crack y ha vuelto a Les Bleus.

Bielsa es sensación en Francia. Como fue en Chile. Como fue en Bilbao. Como lo es en Rosario, en su Newell's Old Boys, donde nació todo. En cada uno de los sitios por los que ha pasado hay coincidencias, que bien podrían ayudar a interpretar las razones del embrujo del rosarino, aunque Senosiain no está tan seguro.

"No sé si hay una explicación muy clara para lo que genera en los lugares donde va, pero creo que tiene que ver con tres cosas: crear equipos protagonistas, algo con lo que la gente se identifica; el ser un personaje particular también crea adhesión en el público; y los buenos resultados, como le pasó en Chile y Bilbao, refuerzan el vínculo".

Hay un cuarto punto coincidente, que saldrá más adelante en la conversación con el biógrafo: las elecciones que hace Bielsa, las características que deben tener los proyectos que decide tomar.

"Debe haber mucho para mejorar. Eso lo motiva mucho, tener jugadores a los que pulir... Por eso mismo a veces descarta ofertas que, en lo económico, pueden resultar muy atractivas. Claro que siempre se toma el tiempo para estudiarlas muy seriamente", añade Senosiain.

Bielsa se resiste a hablar de sí mismo como un revolucionario, como lo presentó el presidente de su nuevo club, Vincent Labrune, o como lo ven los fanáticos del Olympique, que ya lo comparan con el Che Guevara, uno de los referentes de los South Winners, la barra del equipo.

Quizás sabe que algo tan sencillo como mantener su filosofía, que no es más buscar siempre que sean sus equipos los que propongan el fútbol, no el rival, es demasiado mínimo para creerse un revolucionario. La convicción con que actúa, es otro asunto.


UN LÍDER DE OPINIÓN

Con Bielsa, Chile fue segundo en las Eliminatorias camino a Sudáfrica 2010 y en el Mundial llegó a octavos de final, donde fue eliminado por Brasil. Igualó lo hecho por Nelson Acosta en 1998 y fue lo mismo que Jorge Sampaoli conseguiría en este 2014.

El juego de Bielsa, de escaso poder de gol en ese certamen, maravilló a todos en la primera fase y puso a la Roja y sus jugadores ante los ojos del mundo por primera vez en mucho tiempo. El principal punto de inflexión después de años de vergüenzas y escasas victorias.

Claro que el argentino había comenzado a dejar huella en el país antes de eso y más allá sus hitos deportivos, aunque estos generaron una inédita campaña pública para que se mantuviera en el cargo una vez consumada la asunción de Sergio Jadue en la ANFP, que indefectiblemente significaba su partida.

En agosto de 2009, el argentino fue uno de los oradores del Congreso Percade, un foro de reflexión sobre el trabajo y la empresa, que ese año llevaba el lema: ¿Somos o Parecemos? Chile: La Verdad Que Llevamos Dentro. Expuso sobre dirección estratégica y su charla fue una de las que más interés atrajo del evento, en el que también participaron personalidades como Felipe Berríos, Óscar Landerretche, Juan Gabriel Valdés y Paul Fontaine, entre otros.

Fue invitado por Sergio Urbina, director de Percade, quien esa vez justificó que la invitación al técnico se debió a que "ha hecho un aporte significativo, en el sentido de que ha ido mucho más allá de lo que significa el universo del fútbol. De hecho, ha sido un factor de cambio en la sociedad chilena, muchos empiezan a mirarlo a nivel académico y político como un referente, para replicar un poco su visión sobre lo que es el desarrollo de la gente".

Su presentación fue aplaudida por políticos y economistas, que nunca cuestionaron siquiera su presencia en el panel.

Meses después fue invitado al programa benéfico Chile ayuda a Chile, que se hizo después del terremoto de 2010 y en el que contó su experiencia tras visitar Constitución, una de las zonas más azotadas por la tragedia.


EL CARIÑO DE LA GENTE

"En Bilbao cambió mucho la forma de trabajo. Pidió hacer muchas reformas en Lezama (el centro de prácticas del Athletic), construyó un circuito y los entrenamientos duraban tres horas, de mucha intensidad. El Athletic hasta ahí venía, con Caparrós, de ser defensivo, de esperar al rival. Con Bielsa, en cambio, se paso a ser protagonista y desarrollar un juego bonito, que le gustaba a la afición".

El recuerdo es de Juanma Mallo, periodista de El Correo, presente en esos primeros días del Loco en la capital vasca, en 2011.

Para él, la principal razón por la que aún se recuerda al argentino en España son sus méritos deportivos, en especial durante su primera temporada, donde alcanzó las finales de la Copa del Rey y la Europa League (perdió ambas), pero también asume que se ganó el cariño del aficionado por asuntos que iban más allá de la cancha.

"Él sabe relacionarse con la gente, no con la prensa. El niño que invita a uno de los primeros entrenamientos, por ejemplo, lo hace más cercano con el público. A eso se suma que permitía acceder a algunos entrenamientos. También fue muy importante como fue incorporando distintas facetas de la historia del club y el conocimiento acabado que demostró tener de todas sus inferiores. Fue por cosas como esas que al final, cuando ya se vislumbraba su salida, que en el estadio surgieron los cánticos para que no se fuera", destaca Mallo.


EL EXÓTICO

A Marsella llegó después de un año sin trabajo y luego de rechazar las propuestas para dirigir a Perú y Paraguay. Uno de los grandes del fútbol francés, el único de ese país que ha levantado la Liga de Campeones (en 1993, aunque no pudo defenderla por el escándalo de arreglos de partidos de Bernard Tapie), apenas ha celebrado el título de 2010 en 20 años y en los últimos campeonatos ha sucumbido al poder económico venido de Qatar del PSG.

No había suficiente dinero, pero sí bases para creer. Le ofrecieron refuerzos que no llegaron y que generaron su primera queja pública contra el presidente del club, pero se las arregló para seguir trabajando y para conseguir la campaña que lo tiene hoy como la sensación de la Ligue 1. Y de Marsella, por supuesto.

"Los marselleses necesitaban algo exótico. Es una ciudad de inmigrantes. Y los hinchas adoran a Bielsa como antes adoraban a Gerets (Eric, ex DT belga)", explica el psiquiatra Marcel Rufo, en un extenso reportaje publicado por la revista France Football sobre el fenómeno Bielsa.

El prestigioso medio ubicó al técnico en su portada, con una ilustración que simula una estatua de Bielsa sobre la heladera que se ha vuelto su última excentricidad. Otra es su manía por cambiar a sus traductores, en su búsqueda por encontrar a uno que, junto con paliar su lento aprendizaje del idioma, lo interprete adecuadamente.

En Francia son muchos los que se preguntan cómo logró, con los mismos jugadores que fueron sextos en la última campaña y se quedaron sin torneos continentales, un equipo tan arrollador. La respuesta se repite entre los analistas: en un certamen en que se cuidan mucho de no perder, la intensidad y la energía de los marselleses marca la diferencia.

El entusiasmo corre por las calles del puerto del Meditarráneo. Rachid Zeroual, uno de los líderes de la barra del OM, no puede negarlo. "Bielsa se hizo cargo de un equipo cansado, que prefería irse de fiesta a jugar a la pelota. Incluso, el año pasado, les pe dimos que no nos saludaran al final de los partidos. Ahora ya no es así", le cuenta a France Football. Concentrado sobre la heladera, el Loco lo ha hecho de nuevo.