Hace 21 años que el traficante más conocido y violento de Colombia fue asesinado a balazos en un tejado de Medellín. ¿Podrán olvidarse alguna vez los crímenes de Pablo Escobar?

Su hermana deja notas pidiendo perdón en las tumbas de sus víctimas.

"Pienso cada día en todos los que sufrieron y están sufriendo por culpa de mi hermano y de la guerra que él llevó a cabo", asegura Luz María Escobar.

En la década de 1980 hasta su muerte, en 1993, Pablo Escobar y el cartel de Medellín que él dirigía infligieron todo un catálogo de asesinatos y caos en Colombia.

En 1991, la tasa de homicidios de Medellín era de 381 por cada 100.000 habitantes. Unas 7.500 personas murieron en la ciudad solo aquel año.

Los objetivos de Escobar en su guerra contra el Estado eran políticos, policías, miembros de las fuerzas de seguridad, periodistas y miembros del sistema judicial.

Escobar quería evitar a toda costa que Colombia aprobase una ley para permitir las extradiciones de narcotraficantes a Estados Unidos.

Autos bomba, secuestros, torturas y asesinatos formaron parte de la vida cotidiana.

TESTAMENTO

En un intento fallido de matar a un candidato presidencial, Escobar llegó incluso a derribar un avión de Avianca en 1989.

El hombre que se convirtió en presidente en 1990, César Gaviria, no iba a bordo de ese avión. Pero más de 100 personas murieron en la explosión.

Cuando estaba en la cumbre de su poder, Pablo Escobar era el séptimo hombre más rico del mundo. Su cartel controlaba el 80% del comercio mundial de cocaína.

Pero Luz María dice que, en 1980, no sabía nada del papel de su hermano en el narcotráfico.

Hasta que le dijo a su familia que había hecho un testamento.

"Mi madre se enfadó. Le preguntó por qué hacía eso, si estaba enfermo terminal", dice Luz María.

"Y él contestó que estaba en la mafia".

"Los que están en la mafia no mueren nunca de causa natural o enfermedad. Mueren por las balas", le dijo Escobar a su familia.

Luz María y su madre no sabían lo que era la mafia. "Esa noche, mi madre y yo agarramos un diccionario y buscamos la palabra. Pero no aparecía", cuenta.

Fue con el asesinato del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, por orden de Escobar, cuando su hermana se dio de bruces con la realidad.

Fue el 30 de abril de 1984. "Un día horrible para mí. Entonces supe en qué andaba mi hermano y de lo que era capaz".

PAPEL Y LÁPICES

¿Intentó convencerle de que cambiara de vida?

"Íbamos a buscarlo con frecuencia, mi madre y yo. Hablamos con él cuando hubo tantas masacres… Pero él te convencía", dice la hermana de Escobar.

"Nos dijo que éramos nosotros o ellos". Escobar llevaba una pistola para defenderse y para defender a su familia.

"Pero no pensé que llegaría tan lejos, que dejaría una marca histórica, triste y dolorosa en el mundo".

Luz María Escobar quiere ahora pedir perdón por los pecados de su hermano.

El año pasado, en el 20 aniversario de la muerte de Escobar, organizó una misa en la iglesia católica del cementerio Jardines Montesacro.

Fuera de la iglesia, cerca de la tumba en la que está enterrado su hermano, dejó papel y lápices.

Docenas de colombianos y turistas extranjeros visitan la tumba de Escobar todos los días y Luz María pidió a la gente que le dejaran a ella mensajes de perdón.

"Vinieron siete u ocho personas cuyas familias habían sido víctimas de la violencia de mi hermano", recuerda.

"Y lo mejor, algo que me llenó de alegría, fue que la gente me abrazó y me dijo que no estaban llenos de amargura hacia mi hermano".

Ella también dejó notas en las tumbas de víctimas de Escobar.

"Solo pido que me perdonen", explica.

Una vez dejó una carta en la tumba de una madre cuyo hijo había sido asesinado por órdenes de su hermano.

"Le aseguré que mi corazón está aquí, lleno de amor por las víctimas y la gente que murió".

¿Por qué lo hace? ¿Qué es lo que tiene en la conciencia?

"No tengo nada de qué arrepentirme. No he traficado con drogas ni he cometido crímenes. Pero la historia de tu familia es la historia de tu familia, y forma parte de tu corazón. Y Pablo era mi hermano".

JUSTICIA

El amor de hermano es lo que más echa de menos Felipe Mejía.

Su hermano Jaime Hernán Mejía García tenía solo 18 años y estaba terminando la secundaria. Soñaba con una carrera en las fuerzas aéreas colombianas cuando fue asesinado, en 1989.

Felipe tiene sentimientos contrapuestos sobre las notas de Luz María.

"Creo que es bueno, después de todo el dolor que causó su hermano. Pero si apareciese una de esas notas en la tumba de mi hermano, probablemente la tiraría a la basura, porque unas disculpas no son suficientes".

"Es una cuestión de justicia. Algunos de los que participaron en el asesinato de mi hermano están aún vivos. Tienen hijos y nietos…Y yo no tengo a mi hermano".

A Jaime, el cartel de Medellín lo vinculó por error con el mayor cartel rival en el negocio de la cocaína en Colombia: el cartel de Cali.

"Fue una etapa en Medellín en la que cualquiera que fuese identificado con el cartel de Cali era asesinado. Y a mi familia entera la vincularon por error con ellos", recuerda Felipe.

"Durante meses después del asesinato de mi hermano, dormíamos todos en la misma habitación con los colchones en el suelo, porque mis padres decían que si nos querían matar a todos, que lo hicieran de una".

Felipe y su familia no se mudaron. Sus padres decían que no habían hecho nada por lo que tuvieran que arrepentirse.

Y los que, según cree Felipe, tienen relación con el asesinato de su hermano, también se quedaron. Felipe todavía les ve.

"No he hablado con ellos en más de 20 años, pero mis padres los saludan con cordialidad. Yo les echo en cara lo sucedido y se ponen a llorar".

UN "PSICÓPATA"

Luz María Escobar también llora. Dice que aunque su corazón todavía está lleno de amor por su hermano, el legado de éste todavía le resulta doloroso.

Pero también defiende a Pablo Escobar: dice que se le ha culpado de cosas que no hizo y que Escobar benefició mucho a los pobres.

"Pablo es el único político colombiano que no necesitó una campaña", dice en relación a la corta carrera de Escobar como congresista sustituto en el parlamento nacional.

"Ganó votos ayudando a la gente y porque mantenía su palabra".

Luis Ospina, cuyo padre murió por orden de Escobar, no está de acuerdo.

"Pablo Escobar era un psicópata con demasiado dinero", dice.

El padre de Luis, Alfonso Ospina, era un político de Medellín.

En la mañana del 15 de noviembre de 1988, el senador Ospina fue secuestrado por miembros del cartel de Medellín.

Fue asesinado mientras estaba secuestrado.

"Incluso tuvimos que pagar un rescate por el cadáver. Así eran las cosas en Medellín", dice Luis.

"Y el contacto que permitió esto era una persona que había sido amigo de mi madre, pero que trabajaba entonces para Escobar".

"Tuvimos que pedir a este hombre que nos devolviera el cuerpo. Y nos pidió dinero, dijo que era para los secuestradores y por lo que habían gastado en toda la operación. Escobar compró a mucha gente".

Escobar murió por disparos de la policía el 2 de diciembre de 1993.

"Llovía mucho y el río de Medellín iba más alto de lo que lo había visto en mi vida. Estaba a punto de inundar toda la ciudad", recuerda Luis Ospina.

"Sentí esa energía, un torrente de maldad que se iba de la ciudad, fuera. Es algo que para mí todavía está conectado con ese día y el final de Escobar".