El Abierto de Australia comenzó marcado por las críticas de Rafael Nadal contra Roger Federer. Y aunque después el español ofreció disculpas y el suizo dijo que no hay problemas entre ambos, la polémica permitió que se conocieran detalles de las diferencias entre ambos respecto del circuito y las exigencias para los jugadores.
Todo comenzó a partir de una pregunta en la que se le recordaba a Nadal que Federer dijo días atrás que criticar la situación del circuito es perjudicar al tenis. "Estoy en desacuerdo con él. Es muy fácil decir yo no digo nada, todo es positivo y quedo como un caballero y que se quemen los demás".
Después de eso, ambos optaron por hacer las paces públicamente.
Federer es el presidente del consejo de jugadores de la ATP, y Nadal el vicepresidente. Durante más de dos años los acuerdos entre ambos fueron destacados y los desacuerdos se escondieron, pero en noviembre, durante el Masters de Londres, Federer dijo que había cosas que no estaba dispuesto a permitir. Una era la insistencia para reducir aún más el calendario anual, el ranking bienal, en vez de anual, y la amenaza de una huelga de jugadores.
"Todo ese asunto de un boicot surgió hace unos meses, pero no tiene sentido", dijo Federer en su momento. Nadal respondería que "el tiene sus ideas como presidente del consejo, yo como vicepresidente tengo otras, evidentemente".
Horas después de aquella entrevista Federer se clasificaba para las semifinales del Masters y Nadal cenaba con su novia, María Francisca. Resueltas ambas citas, en la medianoche del sábado 25 de noviembre se reunieron para intentar acercar posiciones.
"Era sólo cuestión de escucharlo a él y de que él me escuchara a mí en cuanto a qué pienso", diría Federer pocos días más tarde a "The New York Times".
Pero el sábado, sin acuerdo entre los dos líderes del circuito, la situación se complicó otra vez, durante la reunión de jugadores en Melbourne, dos días antes del inicio del Abierto de Australia.
En un ambiente tenso, Nadal tomó el micrófono y dijo que los jugadores están "unidos", "listos" y que buscarán "lo que merecen". Ya habían hablado otros , algunos críticos con el reparto de dinero, en particular con la cantidad que llega a los que no son estrellas. Federer sólo escuchó.
Inclusó se llegó a votar en medio de cierto caos sobre si debía irse a la huelga. El director del Abierto de Australia bromeó, pidiendo que no la hicieran en su torneo. La abrumadora mayoría votó a favor, unas pocas manos quedaron sin alzar, entre ellas la de Federer.
"En mi opinión, eso fue un sinsentido completo. Los muchachos estaban calientes, excitados, pero afortunadamente había algunas cabezas frías allí que calmaron a los demás", dijo hoy el croata Ivan Ljubicic, predecesor de Federer como presidente del consejo de jugadores.
"Es como un circo, no puedes tomarte algo así en serio, una vergüenza", añadió Ljubicic. "Así no se logra nada, yo ya pasé una guerra, prefiero hablar a luchar".
Así, llegaron las críticas públicas de Nadal y sus disculpas posteriores. Y la actitud de Federer de cerrar la polémica. "No podemos estar de acuerdo siempre en todo. Antes (Nadal) solía decir que lo que dijera Roger estaba bien para él. Hoy es mucho más adulto, tiene opiniones fuertes, algo que creo que es grandioso. Es lo que necesitamos", dijo el suizo.